Quizás no seas tan diferente de los demás. Quizás no seas como yo pensé que eras, o simplemente quizás, mostraste al fin el otro lado de la cara. Te sobrevalore. Cogí tu mano y te arrastre hacia un lugar solitario para que no pudieses infectarte de la crueldad de los otros. Pero quizás, y solo quizás, ya estabas infectado.
Parecías un niño pequeño, sentado y de brazos cruzados porque su madre no le compraba el juguete que el quería. Un no, y ya todo estropeado. Eras un niño jugando a ser... niño. Un niño berreante e insoportable. ¿Y cual fue mi sorpresa? que yo era aquel juguete que querías. Si... al final quizás no seas tan diferente, o incluso ni seas diferente.
Pero esta vez, tus pucheros y suplicas no me van a hacer cambiar de opinión. Más bien, te hace menos único, menos tú. ¿O quizás debería decir menos de lo que eras?. Lo siento pero esto ya lo he vivido. Lo siento pero no va a poder ser, y no sentiré que haya decepcionado a nadie, sentiré que tu me estas decepcionado. Sentiré rabia. Me sentiré como ahora, impotente por no poder dejar de pensar que tu seas igual a todos.
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