Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Por primera vez

Capítulo 1: Rutina. (introducción)


Mi vida era toda siempre una rutina, y no penséis que me molestaba, porque todo lo contrario. Me encantaba que todos los días mi alarma tocase a su hora y pueda arreglarme para montarme en el coche de Matthew y mirarle durante todo el viaje a escondidas a través de mi persiana de cabello castañazo-ondulado. 

Desde hacia cuatro años me empezó a gustar a tener todo controlado siempre. Por la noche, antes de dormirme elegía siempre la ropa para el día siguiente y la dejaba dobladita sobre la silla azul de mi habitación. Me gustaba hacer mis deberes e ir al colegio. Me gustaba cada una de las cosas que hacía.

Poco a poco conseguí hacerme con el control de mi destino, y eso me daba una sensación de poder incontrolable que lo expresaba en forma de felicidad. Por ello, cuando una de mis rutinas comienza a romperse seguidamente en cadena por otras, todo mi mundo comienza a desmoronarse, y me siento tan débil que todo me pilla con la guardia baja...


Capítulo 2: Karateka. 



Me tomo la mano y me saco al centro de la pista. Su mano se encontraba sujetando mi cintura y mis dos manos encadenaban su cuello con el temor de que me abandonase. Comenzamos a bailar aunque nadie se encontraba a nuestro alrededor y todavía la música no había comenzado, pero estaba tan absorta mirando el azul de sus ojos con vetas amarillas que no pude concentrarme en otra cosa.
Aún así, como si todo aquel ambiente quisiera ser perfecto la música empezó a sonar, lenta, acomodándose a nuestro compás. Me reí nerviosamente mientras le miraba. 
Hacía poco el se dio cuenta de que yo le fascinaba, y yo... bueno, yo siempre estuve locamente perdida por él, por lo menos, desde el día en que mis padres decidieron cambiar de casa.
Ese día me encontraba sola en el salón, pensando en lo desdichada que era por haber perdido a todos mis amigos, sin embargo con que llamaron a la puerta, me levante desairada y la abrí de malas maneras.
Entonces... dijo algo así como un " Hola, somos vuestros nuevos vecinos, encantado. Mi madre ha echo un poco de tarta de queso para que os sintáis como en casa, si necesitas algo avísame"  sonrió tiernamente y mi corazón se deshizo en ese mismo momento, desde ese día supe que había caído totalmente enamorada de él. 
- ¿En que piensas?- Me preguntó, atrayéndome más hacia él.
- En ti, en como nos conocimos.
- Me acuerdo que cuando te vi, pensaba que estaba sumergido en el mejor de los sueños- Acarició mi mejilla.
- Te quiero - Susurro Matthew haciendo chocar su aliento contra mis labios.
- Yo también te quiero- Dije, sosteniendo su rostro entre mis manos. Me acercaba lentamente, mientras tanto él también me acercaba hacia él. Le miré a los ojos antes de tener el placer de saborear sus labios, y cuando los cerré, todo cambio.
Una estridente música comenzó a sonar, totalmente contrariada al vals romántico de hace unos momentos, siguiendo el compás del mismísimo diablo, ¿Por que no había salido bien las cosas? Además, yo odiaba el rock. Me tape los oídos mientras Matthew hacia lo mismo.
- Me salgo fuera- Gritó para poder ser escuchado por encima de la música.
Y cuando fui a seguirlo por detrás, pude notar como unos ojos estaban mirando fijamente mi espalda, un escalofrió me recorrió la nuca y cuando me gire pude ver al chico más hermoso que jamás hubiera visto. Su pelo travieso y sus ojos bañados en diversión tenían algo que me provocaba y a la vez me embelesaba. Quería quitar los ojos de él y poder seguir los pasos firmes de Matthew, el cual se alejaba cada vez más de mi. Pero aquellos ojos llenos de ira... aquella sonrisa burlona... y aquel carácter fuerte con el que volvía a tocar una vez más su guitarra eléctrica, me envolvía de forma sobrehumana.
Al final, la otra mitad de mi cuerpo sin querer resistirse un minuto más se giro hacia la dirección de aquel chico desconocido y extrañamente atractivo...

Me desperté sobresalta por el ladrido de Lana, mi perra. Si hubiera sido en otro momento quizás incluso la hubiera pegado un par de gritos y echado de mi cuarto, sin embargo ahora sólo tenía ganas de agradecerla haberme despertado. Me pase la mano por la frente, y me di cuenta de que me encontraba totalmente bañada en sudor... todo aquello había sido tan raro, me levanté de la cama y me metí en la ducha, esperando relajarme, sin embargo los ojos color chocolate de aquel chico no se me borraban de la cabeza. 
- ¡Mierda!- Grité, cuando me di cuenta de lo ardiente que estaba el agua. 
Después cuando salí de la ducha, me arregle y me maquille estupenda para que Matthew me llevará en su coche como todos los días.
Claramente todo aquello había sido una terrible pesadilla, sin embargo, había algo claramente cierto, estaba enamorada de mi vecino, Matthew. Me pasaba las noches y días pensando en él. Tenía los ojos azules y era rubio natural, no era el chico más popular del instituto, pero si el chico más popular de mi cabeza. Él era el amigo del malote, aunque gracias a Dios, el era todo lo contrario. Amable, simpático, tierno...
Me gire ensoñada para mirar la hora que marcaba mi despertador digital, y fue ahí cuando me asuste terriblemente. ¡Eran las diez! ¡llegaba dos horas tarde a clase!
Agarre la mochila y la colgué a mi espalda. Una vez en la calle, empece a correr camino al instituto. 
-Mierda, mierda, mierda- Dije, mientras me tentaban las ganas de darme cabezazos contra un árbol. 
¡Aquel día estaba resultando de lo más desastroso! y lo peor es que sólo acababa de comenzar. Había tenido un sueño de lo más diabólico, normalmente mis sueños siempre son los mismos, hasta una vez pensé que mi subconsciente tenía programado la forma de relajarme y hacerme feliz cada vez que soñaba.
Siempre el me sacaba a bailar y acababa diciéndome que me amaba, después nos besábamos y más tarde me llevaba caballerosamente a casa. Sin embargo el hijo del mismísimo diablo apareció para arruinar mi fantástico sueño, y para colmo llegaba tarde a clase y no podía ir en el coche con Matthew conversando con él.
Todo aquello estaba mal, "seguramente alguien me echo el mal de ojo", pensé.
Entonces todo sucedió demasiado deprisa para que me hubiese dado tiempo a reaccionar. Alguien me agarró del codo sacando mi mano del bolsillo de la chaqueta. Y tan atrevido como pudo sujeto firmemente mi cintura, como si fuera una tabla de madera y de una forma casi agresiva y necesitada, me atrajo a él. Se acercó a mis labios sin que yo hubiera tenido la oportunidad de poder reconocerle, y me beso apasionadamente, como siempre quise que lo hiciese Matthew en el embarcadero.
Me quede quieta sin saber muy bien que hacer, ¡Aquel era mi primer beso! y para nada se parecía a como yo me lo imaginaba, más bien un asqueroso extraño me había cogido de improviso y robado una de las experiencias más bonitas para cualquier joven. Para cualquiera menos para mi desde ese momento. Ahora cuando fuera mayor y mis hijas me preguntaran sobre como fue mi primer beso, me moriré de vergüenza.
Aquel chico puso su mano en mi nuca atrayéndome hacia él para poder permitirle el paso a su lengua. Pero si aquello había sido ya extremadamente para mi, no dejaría que me robase ninguna experiencia más... ahora por su culpa no podré entregarme entera a Matthew cuando el se dé cuenta de que seríamos la pareja perfecta, ahora el no podrá ocupar el puesto de mi primer beso, ni tampoco el del primero que me sujetaba de esa manera la cintura.
Una voz chillona de una mujer histérica se empezó a oír de fondo.
- ¡Ray!¡Ray!¡Más te vale correr porque como te encuentre!- Siguió gritando.
Y entonces en ese momento me despiste más de lo requerido y aquel mamarracho, con una agresividad casi llevada al límite metió su lengua en mi boca. Acariciando mis labios y lengua.
Todo aquello me resultaba de todo asqueroso. ¡Ahora encima también me había quitado la oportunidad de poder haber profundizado un beso solo con Matthew! 
En un misero día todos mis sueños se estaban destruyendo lentamente, si antes no estaba al nivel de Matthew, ahora lo estaba menos. Todos aquellos cuatro años de esfuerzo se habían caído a la basura, y digo caído  porque yo nunca los hubiera tirado.
Entonces fue ahí cuando me di cuenta de que ya nadie se encontraba besándome , miré hacia atrás y pude ver a un joven con la mochila azul oscuro corriendo... entonces fue ahí cuando decidí olvidar todo aquello, olvidar que había dado mi primer beso, olvidar lo  porque ese chico no tenía cara y además... si lo aceptaba ya no podría aceptar a Matthew...
Intentando olvidar todo salí corriendo de nuevo hacia el colegio...

Una vez me encontré en frente de la puerta de mi clase, di unos golpes suaves con mis nudillos.
- ¿Se puede?- Pregunté asomando mi pequeña cabecita por aquella pequeña "grieta"
- Vaya vaya- Sonrió vencedor el profesor Ádrian y yo rodé los ojos- Al parecer ahora nos cambiamos los turnos.
- Déjese de bromas- Conteste seria, abriendo más la puerta, dispuesta a entrar.
- Espere espere, como es eso que siempre dice Lily Belleth- Dijo mencionando me como si no estuviese en clase- la puntualidad es una de las cosas más importantes, no lo olvide Ádrian.- Y echo a reírse mientras con su mano me indicaba que pasara.
Mi sangre hervía de la furia, así que tiré la mochila al suelo y saque los libros. Además para redondear más el día, el repelente de Ádrian me daba a MI consejos de puntualidad. Pfff....

Cuando acabo la clase, la pelirroja de todos los días, mi amiga Celeste, se acerco a mi mesa.
- ¿Qué te ha pasado?- Preguntó levantando las cejas- Al parecer Matthew tampoco ha llegado hoy a clase- Señalo a su asiento vació  y entonces me di en la frente con la palma abierta. Había estado toda la clase rebosando furia por cada poro que no me había fijado en que Matthew también había faltado.
- Si piensas que he estado con Matthew, te equivocas- Suspiré- Hoy ha sido mi peor día definitivamente, y la verdad, es que no quiero recordarlo.
- Eso quiere decir que no me vas ha contar nada ¿Verdad?- A lo que yo asentí- Bueno- se encogió de hombros y se quedo allí parada un buen rato- ¡A que no sabes que!me acabo de acordar- Fue hacia su pupitre y escondió una cosa detrás de ella- él otro día mi hermana se compró la super-pop -Dijo mostrándomela.
- Por dios Cele, borra eso de mi vista. ¿No sabes que leer revistas basura daña tu mente un 2,5%?
- Tú siempre con tus estadísticas- Dijo volviendo a dejarla en su pupitre.
- Pero anda, dime ¿Qué es eso de lo que no me he enterado?
- No pienso decírtelo- Dijo orgullosa mientras se sentaba en su silla- Si quieres lee esa basura de revista y te enteras
- No, déjalo- Dije quitando le importancia al asunto
El tiempo transcurría y Nicko, el profesor de Historia no llegaba. Después de  diez minutos entro por la puerta, fui a levantarme para reclamar le su retraso, pero entonces me di cuenta de que era la menos indicada. Por primera vez había llegado tarde a una clase, por primera vez mi sueño había cambiado, por primera vez besé, por primera vez Matthew no me llevaba en su coche, y por primera vez había aguantado una hora si pensar en él. Esto sólo significaba una cosa: cambios, y la rutina me gustaba demasiado para permitir que se rompiese.
Después me obligue a pensar en Matthew ¿Desde cuando me tenía que obligar? me sentía realmente una traicionera, ¿Qué estaba pasando?
Suspire, echando todo el aire que había acumulado en mis pulmones.
- Tiene algo que objetar, señorita Belleth- Dijo Nicko mirándome.
Entonces fue cuando alguien decidió tocar la puerta del aula molestando la clase, y por primera vez, me alegré de que la clase fuese interrumpida.
- Hola- dijo una voz masculina desconocida detrás de la puerta. Todas las chichas de mi clase comenzaron a moverse de lado a lado en su pupitre para averiguar quien era aquel chico nuevo, sin embargo yo miré el reloj disfrutando pensar sobre si el profesor cederá dejarle pasar o no.
- Pase, pase- Dijo animadamente- Bueno alumnos, os presento a Ray Kin, aunque creo que ya habréis oído hablar bastante de él- Soltó una risita nerviosa.
"¿Ray kin?", pensé " ¿Quién puede llamarse así?"
Cuando levante mi vista del pupitre me encontré con un rostro de lo más familiar, juraría haberle visto en alguna parte, quizás en la calle o por la cafetería a la que me gustaba ir todos los Martes, fue entonces cuando sus ojos se encontraron con los míos y entonces su sonrisa se extendió más de lo que ya estaba, me miró divertido... y entonces fue ahí cuando me acordé de la cara del mismisimo diablo y...
- ¡Oh dios mio!- Lo dije demasiado alto para que toda la clase se girara para ver mi impresión, para ver la reacción de la amargada Lily que rechaza a todos.
Sin embargo no me encontraba de lo más embelesada, al contrario, podía sentir un chute de furia que se desplegaba por todo mi cuerpo, siguiendo cada vena de sangre... tenía tantas ganas de levantarme y ahogarle ¡Por culpa de él todo esto había sucedido! si él no se hubiera interferido en mi espléndido sueño, ahora seguramente yo podría volver a comportarme igual, el era el maldito guitarrista de mi después pesadilla. Achine mis ojos, transmitiendo todo mi odio posible y el carcajeo levemente ¿Quién se creía que era?
Lo mejor sería volver a mis ejercicios y olvidar lo todo ¿Recuerdas? Olvidar lo todo. Baje mi vista y me puse ha resolver aquellos ejercicios que el profesor había escrito en la pizarra, hasta que una nota golpeo mi frente y Cele rió nerviosamente. Cogí aquella nota que casi ni estaba doblada por las prisas y la abrí.

¿De verdad no estas asombrada?¿No le conoces?
A lo que respondí: No, no lo estoy, y tampoco se quien es.
Me contesto: Ay querida amiga, quizás yo haya perdido una parte de mis neuronas, pero déjame decirte que lo recompensa mientras yo se que aquel muchacho pertenece a la popular banda de rock del momento.

- Oh dios mio- Volví ha decir en voz alta sin querer, cuando levanté la vista tenía a todo el mundo mirándome  incluso a Ray Kin (reí en mi interior)
- Lily, ¿Qué tiene en contra hoy con Dios?..- Me preguntó irónicamente Nicko.
- Nada, simplemente el ejercicio tres, que no me salía- El asintió y siguió conversando con el nuevo alumno.

¿Una banda de Rock? Igual que la maldita música que estropeo mi vals romántico con mi príncipe. Sin duda, aquello no había sido una pesadilla, aquello había sido una señal para advertirme de que el diablo se iba a presentar en mi vida, y ahora mírale, ahí de pie, intentando parecer humano. 
Le maldije internamente.
Entonces...¿ Te gusta?
No, creía que ya me habías entendido- La tiré de nuevo el papelito.
Tenía la esperanza de volverte mujer, tu siempre serás tan tú.
y tú siempre serás tan tú -Escribí sus mismas ultimas palabras.
Después en el recreo fuimos a la cocina del colegio donde se encontraba mi madre para darme mi bocadillo ya que era una de las cocineras del colegio. 
Durante todo el recreo Celeste me estuvo llenando la cabeza sobre cursiladas con Ray, y los mil sueños que ha tenido con él durante las otras clases, asta antes de que se sentará al lado de Janelle, nuestra enemiga.
Janelle era rubia, y era la típica rubia tonta. Además siempre se burlaba de mi por ser una becada mientras que ella es la hija de un padre famosisimo, el cual tampoco había escuchado hablar en mi vida, ni quería.
Cuando termino el descanso Cele se dirigió a clase sin mi, y menos más que lo hizo. Porque cuando entre en los baños pude escuchar perfectamente la conversación de Janelle con ese tal Rikan, o como se llame, en uno de los baños encerrados.
- Para, para, alguien ha entrado.
- No ha entrado nadie- Intentaba convencerla 
- Que si.
Entonces se quito el pestillo y salieron los dos, intentando parecer inocentes de culpa. Mientras tanto yo estaba bebiendo el agua de uno de los lavabos, y pude verlos por el reflejo del espejo.
- Mira- Rió con sorna Janelle- como una plebeya- Y se largó de los baños.
Mientras tanto aquel diabólico chico, hijo de satanás seguramente, clavaba sus ojos en mi, de una manera que me apetecía pegarle una patada en el culo. Aquel asqueroso tuvo la decencia de agarrarme de la cintura deliberadamente, y me susurró cerca de mi rostro.
- Quizás esta vez puedas poner más de tu parte- Mi rostro se crispo, y se volvió como un copito de nieve... ¿De que hablaba?¿Por que se creía con el derecho de tocarme? ¡Oh dios, ha saber que ha echo con Janelle, que asco!
- Quita- Le dije groseramente mientras apartaba su mano de mi cintura.- Y de que hablas- Me calme una vez que le vi un poco más lejos de mi.
- No te hagas la tonta, se que sabes perfectamente de lo que te hablo- Intento acercarse de nuevo y yo di un paso atrás.
- ¿Qué no me haga la tonta de que?
- Oh dios...- Puso cara de deseo- Me encanta tanto cuando las chicas hacéis esas cosas...- Intentó volver a tocarme pero esta vez retire la mano más bruscamente- encima eres de las difíciles.
- ¿De que coño estas hablando?
- ¿Acaso ya no te acuerdas de nuestro ocasional encontronazo?- Sonrió pícaro.
¿Ocasional?¿Encontronazo?¿Nuestro? de que cojones habla.
- ¿De que cojones hablas?
- De nuestro beso, de que si no.
- Mira- Dije alejándome de él para poder salir de los baños, no me podía creer que el haya sido también el maldito estúpido que había conseguido arrebatarme mi primer beso, ¡Mi primer beso no iba a ser para él! una corriente de ira, rabia y furia se atraveso por mi cuerpo. Definitivamente él era el causante de mis males, y lo peor es que mientras no se mantuviera alejado de mi, las cosas seguirían cambiando- querido karateka, no se de que me estas hablando-Mentí- así que sólo te pido que no te acerques nunca más a mi.
Por desgracia, ese día no me hizo caso...


Capítulo 3: ¿Amigos?


El sonido del timbre de mi casa me hizo botar en mi cama. ¡Mierda otra vez me había quedado dormida!
- Lily ¿Estas ahí?- Preguntó desde la planta baja, fuera de casa.
- Si, ya estoy lista- Alce la voz mientras me metía en una camisa de cuello alto roja y unos simples vaqueros- ¿Puedes esperar un momento? - Chillé mientras bajaba las escaleras con el maquillaje.
- Si pero date prisa, llevo cinco minutos llamando a tu casa, ya pensaba que te habías ido sin mi.
- No Matthew ,sólo dame dos minutos.
Me restregué el maquillaje un poco por aquí otro poco por allí, parecía más bien un payaso con manchitas por la cara, pero no tenía tiempo de retocar mis fallos, así que subí a por la mochila y baje al instante.
- Hola- Salude a Matthew con una tierna sonrisa, y camine detrás suya.
¡Oh dios mio! Él era tan terriblemente sexy, se encontraba delante mía, caminando mientras movía su culo. Yo no solía pensar en ese tipo de cosas cuando le tenía cerca, pero ayer no le vi, y verle hoy fue como si se hubiese puesto aún más guapo de la noche a la mañana. Aunque dudaba que él pudiera ser aún más guapo.
Le miré embelesada durante medio camino en su coche, hasta que el me miró riéndose, ¡ups! me había pillado.
- ¿Oye que te paso ayer?- Pregunté, intentando calmar mi rubor.
- Nada, cosas sin importancia- Dijo algo triste.
- ¿Seguro?- Pregunté poniendo una de mis manos en su pierna, algo que realmente le sorprendió y le puso bastante nervioso.
- mmm... si Lily, no necesito que te preocupes por mi siempre, estoy bien- Sonrió forzadamente.
- Lo siento- Quite mi mano de inmediato- quizás te agobie demasiado.
- No- Dijo rápidamente y con dulzura- Simplemente no hace falta que te preocupes tanto por mi, no me gusta verte triste por mi culpa- Me sonrió tiernamente, ¡Por que demonios él siempre tenía que ser tan tierno!- Realmente eres la mejor amiga- Dijo mientras aparcaba.
Me límite a sonreír forzosamente mientras salía de su coche a toda prisa. Yo sabía perfectamente que él no tenía la culpa de mis arrebatos, pero me sonaba tan mal oír decir eso de su boca ¿Amigos?¡Al diablo amigos! y hablando de tal por ahí salía.
- Wow, hoy la princesa se ve cabreada- Dijo mientras entraba por la puerta principal del instituo a mi lado.
- Déjame Rayon-Ryan-Ry  - Deje de intentar adiviniar su nombre- no estoy de humor- Dije simplemente mientras me alejaba de él , y agradecí que aquel estúpido no me siguiese.
Cuando llegué a los baños, me miré en el espejo ¡Realmente hoy me había pintado horrorosamente!, comencé a restregarme el maquillaje mientras me miraba en el espejo. Mi mano, que se encontraba haciendo círculos por cada milímetro de mi cara se detuvo, y una lágrima tan cristalina como el agua, cayo por mi mejilla.  Me subí al lavabo mientras el picor de mis ojos se acentuaba conforme pasaba el tiempo.
Yo sabía que Matthew todavía no conocía sobre mis sentimientos hacia él, sabía que él pensaba que yo me preocupaba porque le consideraba mi mejor amigo. Sabía que no tenía derechos de enfadarme con él, pero más que enfadada con él, lo estaba conmigo.
¡Acaso nunca me atrevería a decirle algo! desde los cuatro años que llevo terriblemente enamorada de él, no se me ocurrido soltar mi pico, ni siquiera coquetear con él. Absolutamente nada. Y todo era por que tenía miedo de perder el control de la situación, tenía miedo de ser rechazada y no poder tenerle ni siquiera como amigo ¿Entonces que sería de mi vida?
Mis ojos me dolían tanto que parecía como si una persona me hubiese estrujado un limón sobre ellos. Ardían demasiado para poder contener las lágrimas.
El no tenía la culpa, me dije una vez más. Sin embargo no podía dejar de sentirme furiosa con todo el mundo.
Yo no podría soportar que la rutina que más ansió en todo el día se esfumase, yo no me podía declarar y permitir que el ya no me llevase nunca más al colegio. No me podía permitir no hablar con él, ni estar en el mismo sitio cerrado que él, oliendo su dulce perfume. Sencillamente yo no lo podía permitir, no un riesgo de ese calibre.
Limpie todas aquellas lágrimas que se habían formado en un momento, y salí del baño con la intención de dejar mi tristeza allí, sin embargo me acompañó durante todo el día.
-¿Se puede?- pregunté, ya que al parecer la puerta de mi aula la habían cerrado ya.
- Señorita Belleth, no se vaya acostumbrando a llegar tarde- Me avisó y yo entre. Esta vez no entre enfadada ni rabiosa simplemente como si fuera un muerto viviente y me senté en mi silla, sacando los libros en la mesa.
El profesor Ádrian se quedo bastante perplejo de que no me hubiera dado una rabieta o algo por el estilo, pero ahora mismo no tenía cabeza para todo aquello.
Ahora lo único que tenía en mi cabeza era a Matthew. Él me miraba preocupado desde el otro lado del aula ¿Hasta el destino le aleja de mi?, ladee mi cabeza intentando quitarme todas aquellas ideas absurdas, y por primera vez, fui yo la que desvió nuestro cruce de miradas.
Yo sabía que el me había estado mirando durante toda la media hora de clase, en la que yo intentaba aparentar copiar apuntes, pero en verdad no podía parar de sentirme mal por dentro. Quería girar mi cabeza y poder mirar sus ojos azules, porque él solía calmarme, pero ahora él era lo que me hacía infeliz.
Seguramente cuando la clase terminase el se abalanzaría sobre mi pupitre disculpándose,  pero yo no quería eso. Porque si él una vez más era tan tremendamente tierno, me sentiría como una gran mierda. Como una mierda entre mierda. Como una mierda entre mierda de entre.... ¡bah, da igual! eso, me sentiría mierda.
Yo le estaba acuchillando con la mirada como si él me hubiera fallado en algún momento, y eso no era justo, y menos justo era aún, que se sintiera culpable porque mi maldito corazón no se controlarse.
Pero honradamente no podía dejar de sentirme dañada de alguna manera.
Siempre soñaba todas las noches con que él se daba cuenta antes del baile de fin de curso de que me amaba, pero aquella esperanza ahora mismo se encontraba bastante pequeña. Simplemente estaba esperando a que un sueño se cumpliera, pero a veces lo sueños son eso, sueños.
Quizás el no me ama, y nunca me amara. Quizás no se tenga que dar cuenta de que me ama, porque no es así.
Lo peor de todo es que sabía que si no reaccionaba quizás podría perderle, quizás el podría acabar besando a otra que no fuera yo ¿Podría soportar eso? seguramente no.
No podría soporta verle abrazar a otra que no fuera yo, ni reírse si quiera de la forma que lo hacía conmigo. Cada vez que lo pensaba me sentía más y más triste, hasta llegue a un punto en que el interés por aquella materia que estaba dando Ádrian me resulto del todo molesta. Me senté en el respaldo de la silla y deje el bolígrafo en el mesa, sin escribir absolutamente nada.
Cuando acabo la clase recogí las cosas y suplique por que Matthew no moviera su perfecto culo asta mi mesa, pero como sabía que necesitaba algo más que suplicas le mire y levante mi dedo gordo asegurando le que todo estaba bien entre nosotros, algo del todo falso.
- Lily- Oí a alguien llamarme.- Lily- y esta vez pude reconocer a Ádrian reposado sobre el marco de la puerta.
- ¿Qué pasa?- Le pregunte una vez que cerré la puerta tras de mi para mantener una conversación privada.
- ¿Te ha pasado algo hoy?
- No- Mentí.
- ¿Seguro señorita Belleth?
- Si.
- En ese caso, no vuelva a no prestarme atención ¿Claro?
- Si Ádrian- Dije sin sentimientos.
- Puede volver a clase.
Entre y de nuevo como esta mañana me deslice asta mi pupitre.
- ¡Ey arriba esos ánimos!- Me gritó Cele.
- Si ya- Repuse acomodando mi cabeza en la mesa.
- ¿Qué te pasa hoy?
- Más tarde te lo cuento, lo mejor será que hagas el trabajo de Economía.
- ¿Trabajo?- pude notar la sorpresa en su voz- ¿Economía?- Seguido por un ataque de pánico.
- Tranquilízate, toma el mio, ayer lo hice.

Susurró un gracias mientras agarraba mi rostro y se lo comía a besos y rápidamente se fue a su mesa para poder copiarse de mis ejercicios, mientras tanto yo me encontraba sola. Miré a cada uno de clase, evaluando su ropa y maquillaje, todo el mundo hablaba animadamente, incluso Matthew, que después de asegurarle que todo estaba bien se encontraba hablando con Janelle, y aquello me reventó por dentro.
A duras penas quite la vista de su perfecto rostro de ángel  y seguí examinando el aula asta toparme con unos ojos color chocolate bastante sexys, pero este tan rápido me vio pillando le se giro bruscamente ¿Qué bicho le había picado?
Pero me daba igual, porque él se había empeñado en joderme la vida. Sí, seguramente por su culpa ahora este así de triste. Todo por su culpa, viene y rompe con todo, ¡Maldita sea por que no se regresa de donde vino!
Me levante de la silla enfadada como de costumbre, y me puse delante del pupitre de Ray, Ryon o como diablos se llamase, y entonces el rostro se me ablando al ver una pintura de mi rostro en una de sus hojas. Cuando el karateka levanto los ojos para encontrarse con los míos cerro eufórico su cuaderno.
- ¿Te crees con derecho de invadir mi intimidad?- Pregunto entre dientes.
- Lo siento.
- ¿A que venías?- Sonó tan rudo, que mi parte blandengue se fue al traste.
- A que te vayas.
- ¿Me vaya de que?
- De este instituto, ¿Por que no mejor te vas a uno de tu nivel adquisitivo?
- Tu no tienes el derecho de decirme lo que tengo que hacer o no.
- ¡Vaya al parecer hoy no tengo el derecho de nada!- Dije elevando un pelín la voz y provocando que nuestra discusión no fuese tan nuestra.
- No soy nada tuyo- dijo con desdén- así que no tienes ningún derecho sobre mi.
- ¿Enserio, por que no te largas? todo el mundo seriamos felices, desde que has llegado mi vida se ha convertido en una completa mierda- debía de dejar de decir esa palabra.
- Entonces no es culpa  mía, quizás tu vida ya era una mierda antes de que llegará y te he abierto los ojos.
- Ojala te mueras- Susurre, sabiendo que solo él podría escucharme. Me dirigí hacia mi sitio mientras el profesor entraba en clase y mantenía los ánimos menos subidos.
Estaba que derrochaba furia por cada poro de mi piel. Yo estaba tan terriblemente enfadada que incluso mi cuerpo temblaba, así que sin pedir permiso a nadie salí de clase, y me encerré en los baños durante las próximas tres horas...
Salí del baño de señoritas cuando el timbre del recreo sonó. Con que puse un pie fuera de los lavabos todos los ojos se centraron en mi, y sabía perfectamente que debía de tener un aspecto horrible después de todo aquel tiempo llorando.
- Ey que te ha pasado- Dijo Celeste agarrando mi rostro.
- Nada cele, no tengo ganas de hablar ¿Por que no mejor vamos a por el bocadillo?
- De acuerdo.
Caminamos asta la cafetería en silencio, sabía perfectamente que tarde o temprano debía de contárselo a Cele, pero ahora mismo tenía tanto hambre que no podía pensar en otra cosa.
- Sabes...- Dijo para romper el hielo- Deberías de haber visto la cara del profesor cuando te fuiste de su clase así, como si nada- y yo me eche a reír mientras abría la cafetería, y entonces le vi ahí. Hablando con mi madre.
¿Qué estaba haciendo?
Más lentamente me acerque con Celeste y cuando estuve a su lado, me miro de reojo y se fue de allí a pasos agigantados. Y otra vez me sentí espantosamente culpable ¿Cómo se me había ocurrido desearle a alguien la muerte? Aunque no quisiera, debería disculparme...
- Hola mama- La salude.
- Hola cariño- y me tendió el bocadillo.
Después nos sentamos por algún lado del amplio patio y allí llego las preguntas.
- Te he dejado tiempo, cuéntame algo anda, se te ve espeluznante- A lo que me reí.
- Matthew- Y con tan solo aquella palabra ella entendió bastante. Celeste sabía que yo era casi siempre una persona alegre y enfadada, pero pocas veces me había visto triste y las veces que me vio así, era porque Matthew siempre mencionaba algo de nuestra bonita amistad.
- Otra vez te apuñalo el corazón con vuestra amistad ¿Verdad?- Os lo dije, ella me conocía demasiado.
- Si- Dije mientras asentía- Se que el no tiene la culpa cele- susurre, notando como mi voz se quebraba- pero yo... le quiero demasiado.
- ¿A quien quieres demasiado?- Pregunto detrás mía Matthew, y mi corazón se quedo paralizado.
- Eh- Me hice la loca.
- ¿A quien quieres?
- A lana, ya sabes lo preciosa que es- Inventé, pero el no me creyó del todo.
- Venía para saber si estas bien, ¿Donde estuviste todo este tiempo?
- En casa, mi padre me necesitaba para unas cosas- Mentí de nuevo, ¿Qué se supone que debía de decirle? " pues estaba en el baño encerrada, llorando desconsoladamente por que te amo y tu solo quieres ser mi amigo" claramente, no.
- Oh, Por cierto si necesitas que ponga algún alto a aquel niño mimado me avisas.
- No hace falta Matthew, te preocupas mucho por mi- Dije, sonriendo natural mientras le miraba.
- ¡Oh vaya!- Dijo sorprendido- te ves realmente mal ¿Seguro que esta todo bien?
- Si Matthew no te preocupes por favor.
- ¿Como no hacerlo cuando tú si lo haces?- Dijo mientras acariciaba mi mejilla tiernamente.- Bueno en caso de que todo esta en su sitio, os dejo solas, para que habléis de vuestras cosas.
- Es tan tierno- Le dije a Cele mientras miraba como se alejaba.
- Lo que tu digas.- Dijo con desdén.

Después de aquello las horas pasaban despacio, para decir verdad, demasiado despacio. Celeste se encontraba en su pupitre en todos los descansos copiando el trabajo que había que entregar a última hora. Matthew, por lo que me había fijado, todo el día hablando con la miserable de Janelle, y bueno el karateka, pasando de todos olímpicamente.
Cuando la hora termino me levanté rápidamente para pedirle disculpas pero el ya no se encontraba en el aula, un peso menos, pensé.

Capítulo 4: Condones


El despertador suena y miró ágil la hora, bien, por fin un día tranquilo y sin prisas. Me visto despacio, me maquillo despacio, bajo las escaleras despacio, y cuando llego a la puerta, no hay nadie. ¿Donde estará Matthew?
Le espero y le espero, son y diez, y todavía no llegaba ¿Debería tocar a su puerta? Quizás se quedo dormido. Pero prometí no agobiarle, así que decido ir caminando sola por aquellos caminos tan solitarios a las ocho de la mañana. Llego a clase y toco la puerta.
- ¿Se puede?- Pregunto de forma educada.
- No- Responde Ádrian sin mirarme si quiera.
- ¿Como que no?- Preguntó irritada
- Ya le dije que no, vallese a la biblioteca.
Cierro la puerta cabreada y murmuró un "ya me las pagarás", entro a la biblioteca y me encuentro con un monton de niños pequeños revoloteando y gritando sin parar, ¡Oh no!. Me llevo las manos a la cara y al fin, decido enfrentarme con mi cruel destino.
Saco un boligrafo y los deberes que ayer no pude hacer por quedarme dormida, y cuando voy a escribir la primera línea aparece por la puerta el mismísimo " karateka".
Sin mirarme, se sienta en la mesa del frente, con la silla girada hacia mi. Ladeo mi cabeza intentando dejar de pensar en él y cuando vuelvo a cojer el bolígrafo para escribir, una bola de papel se estrella contra mi frente, malhumorada miró con ojos asesinos al Karateka, pero este esta haciendo sus deberes con un sonrisa arrogante ¡Será estúpido!
Sin poder concentrarme y no tener la cabeza en los ejercicios dejo los libros abiertos en la mesa y me levanto, haciendo un ruido desagradable con la silla. Camino hacia él mientras miro su rostro, pero el maldito Karateka no me dirige ni una sola mirada.
- Oye tengo que hablar contigo- Digo apoyando las dos manos a la mesa y agachándome lo suficiente para estar segura de que podría decirlo demasiado bajo para que él se enterase.
- ¿De que?- Preguntó serio mientras copiaba un enunciado y sonó el timbre del instituto.
- Pues- Me intimide al verle levantarse de la silla y recoger todo para irse.
- ¿Si?- Siguió sin mirarme.
- Pues haber... tengo que hablarte de- Le miré, parecía bastante distraído mientras se esforzaba por agarrar su mochila que seguro pesaba una tonelada.
- Que lo siento- Lo dije rápido y bajo. Como si estuviese segura de que el viento que había entre nosotros le  llevase mis palabras. Me giré sonrojada, porque no estaba habituada a pedir disculpas a nadie, yo... simplemente no solía ser tan grosera con la gente, pero con él eso era algo que salía solo, porque el había jodido mi espléndida vida, el lo había arruinado todo. Me puse seria mientras giraba sobre mis talones para volver a mi mesa y recoger los libros, cuando una mano agarro mi muñeca y me giro tan bruscamente que me tropecé con mis propio pies, parecía incluso mis piernas de goma de lo que se llegaban retorcía. Y antes de caer al suelo sobre él lo único que pude ver era aquella sonrisa socarrona y arrogante que solía utilizar cada vez que me hablaba, y por un momento, por una milésima de segundo me pareció la sonrisa más seductora del mundo, hasta que volví a la realidad y me acorde de Matthew.
- Yo...- Me puse nerviosa- Lo siento.
- Si, porque vaya golpe me he dado.
- Oye!- Le pegue en el hombro mientras seguía encima de él.- Fue tu culpa por ser tan bestia, que eres un bruto.
- Si ya ya- Dijo de forma chulesca- En verdad se que te morías de ganas de buscar una escusa para tirarte encima mía.
Y entonces a la vez que intente protestar note sus labios en los míos , sus manos en mi cintura ¿Desde cuando estaban ahí?, me pregunte mientras él seguía intentando besarme, y yo con ojos como platos no podía parar de mirar como sus labios se movían sobre los míos paralizados.
Esta vez, ya era la segunda vez, otra vez mi primer beso fastidiado ¡otra miserable vez!, ahora no podía hacerme la loca, porque ahora el chico que me estaba besando si tenía cara, le tenía que ver todos los días y... reprimí un gemido en mi garganta, porque otra vez lo estaba haciendo mal.
- ¿Podrías intentar cooperar un poco?- Preguntó alejándose de mis labios.
Inspire cansada por esta mala racha que me seguía a mi espalda, y entonces fue cuando percibí cuan dulce olía su aliento, de una forma que te incitaba a saborearlo.
Pose mi mirada sobre sus labios, parecían tiernos y suaves, daban ganas de sentirse sobre ellos... después miré sus ojos los cuales se encontraba mirando mis labios, esperando una respuesta. Quizás esperaba una bofetada, una rebieta mía, o incluso que me levantase y me fuera sin decir nada, pero para lo que ninguno de los dos estaba preparado era para que le correspondiera.
¡Ni siquiera sabía porque estaba ahí acercándome a sus labios mientras veía la sorpresa en su rostro! No lo sabía, pero en esos momentos no quería pensar en nada más que en la calidez de su aliento.
Así que bueno ¡De perdidos al río , pensé, mientras esbozaba una gran sonrisa acortando nuestras distancias. Sin esperar un segundo encarcelo mi labio inferior entre los suyos, de una manera más suave que las otras veces, incluso de una manera tierna que me hacía temblar, y para mi sorpresa fui la primera que intento tocar su lengua, tenía tantas ganas de poder conocer como sería su lengua ¿Sería suave?... Entonces me acordé de que era mi primera vez ¿Y si notaba que no había besado a nadie más? El pánico entre en mi cuerpo ¿Y si se pensaba que andaba loca por él? Porque yo no andaba loca, simplemente... si andaba loca, pero no por él. ¡Andaba loca por corresponderle! ¿Que diablos estoy haciendo?, me pregunto mi cabeza casi chillando, pero mis labios no atendían a mis gritos, simplemente se movían por independencia.
Poco a poco, me pareció cada vez más fácil manejar aquel beso, me pareció más simple besarle de forma que pareciera una experta, aunque tampoco quería que pensara que era el décimo cuarto chico al que besaba...
Puede que me tirase así segundos, incluso minutos, pero os juro que su tacto era tan suave y tierno que me no me permitía separarme de él, por un momento pensé si los besos de Matthew serían tan suaves, y entonces, una bombilla se encendió en mi mente, por desgracia iba con retraso...
Alguien carraspeo su garganta incómodo ante la situación, sin embargo sus manos establecidas en mi cintura y sus labios tiernos capturando el mío inferior, me mataban, y ni siquiera intente hacer el esfuerzo de separarme porque se sentía demasiado bien ahí mismo.
Otro carraspeo de garganta ¿Cuanta gente había allí, mirando la escena?, pensé. ¿Y si Matthew estaba entre el grupo?, me llene de miedo y me despegue un milímetro para confirmar quien era, porque si era alguien sin importancia pensaba matarlo y.... ¡Oh no!
Cuando le vi apoyado en el marco de la puerta con la mandíbula tensa y su pelo rubio perfecto, el mundo se me cayo encima, literalmente se destruyo.
¿Por qué a mí?, fue lo primero que pensé.
No me podía creer que con todos los alumnos que había en este colegio justamente Matthew estuviera ahí, carraspeando la garganta una y otra vez, y yo como tonta no me separaba del maldito Karateka ¡Mierda!
Levanto un ceja mirándome fijamente, se le veía bastante cabreado, y yo...
Bueno, cuando quise darme cuenta estaba de pie ¿Quizás Ray se molesto en ayudarme? Seguramente fuera bastante pesada y... suspiré, ¿Por que todo me iba mal ahora?
Sin embargo todo empeoro cuando el chico inoportuno tuvo que decir su importunidad.
- Vas mejorando- Dijo Ray mientras caminaba al frente y giro su rostro con esa maldita sonrisa arrogante. ¡Será asqueroso! encima ha conseguido lo que quería y ahora podrá presumir de ser el primero en todo este maldito colegio en besarme...
Ray y Matthew se miraron de una forma espeluznante, daba bastante miedo. Para después la mirada de Matthew volver ha posarse en mi y mostrándome otra completa mirada a la de antes, una de... ¿Como se llama eso de cuando no llegas a las expectativas de alguien? Ay, lo tengo en la punta de la lengua.... ah si, decepción. Después giro sobre si mismo y salio de la biblioteca.
Por fin algo en mi cuerpo se accionó, recogí mis libros, me colgué la mochila en la espalda, y corrí detrás de él.
- ¡Matthew!- Grité por el pasillo. Sabía perfectamente que me oía, solo se estaba haciendo el loco.
- ¡Matthew por favor espérame!- Volví a gritar.
Sin embargo no me espero, tuve que llegar yo a su altura.
- ¿Qué te pasa?- Pregunté agarrándole de la muñeca.
- Nada- Dijo cruzándose de brazos- Absolutamente nada.
- Se que te pasa algo.
- No.
- Dímelo ¿ Somo amigos no?- Y pude notar cierto escalofrió en su cuerpo, ¿A que venía esa reacción?
- Es solo que pensaba que odiabas a ese estúpido- Y retomo el paso, esta vez más pausado.
- Y le odio
- No seas cínica Lily, deja de mentirte, eres como todas las demás, lamiendo le el culo- Aquello me hizo daño, y no justamente por las palabras que utilizo, si no por ese tono de desprecio con él que se dirgió a mi, aún así lo soporte.
- En serio Matthew, lo que has visto hace un rato simplemente había sido un error, una tontería, me caí encima de él y bueno por el choque le bese- Mentí.
- Eso solo pasa en las películas...- Murmuró para si mismo, pero yo conseguí oírle.
Subimos las escaleras incómodos, despacio, y en silencio, aquello no me gustaba ni un pelo.
- Por cierto ¿Qué te ha pasado? Cuando he llegado a clase no...- Pero me interrumpió parándose antes de entrar al pasillo.
- Estaba haciendo un camino de pétalos rojos en mi cuarto- Dijo serio.
- ¿Por que?- Fruncí el ceño.
- Esta tarde he quedado con Janelle en mi casa.
- ¿En tu casa? ¿Y que vais ha hacer?
- Lily- Soltó cabreado- Que vamos ha hacer, el amor ¡Como si tu nunca lo hubieras echo!

Dijo con desdén  Note una gran pesadez en mi interior, las mariposas se estaban muriendo dentro de mi estomago, había tantas y tantas que pesaban de sobremanera, los ojos se me llenaron de lágrimas y sentía la garganta seca aún tragando y tragando saliva.
- ¿Desde cuando?- Me aventuré a preguntar con voz pastosa.
- Desde hace unos días
- ¿Por eso faltaste el otro día?
- Si.
- ¿Por qué no me lo dijiste?- Pregunté al borde de derrumbarme.
- Bueno no se, estamos saliendo en secreto y la prometí no decírselo a nadie. Además no te debo ninguna explicación, tú tampoco me contaste el momento en el que ese chico te embeleso como a todas, parece como si llevara siempre un frasquito que os echa y os enamoráis de él.
- Matthew ya te dije que...
- No necesito que me digas nada- Me interrumpió tan duro que incluso podría cortar el hielo del mismísimo polo norte- Será mejor entrar en clase- Abrió la puerta- ¿Vamos?

Y no me quedo de otra que entrar, con todas aquellas ganas locas que tenía de llorar.
Las lágrimas se acumulaban en mis ojos, ya ni siquiera podía distinguir las letras de la pizarra.
Sólo había dos alternativas, o me quedaba aquí con la posibilidad de derrumbarme delante de todos, o se me ocurría pronto una idea para escabullirme.
Agarre mi móvil y como número oculto me mande un mensaje a mi misma.

Cariño papa se ha torcido el pie, ven cuanto antes. Te quiere mama.

Sabía que todo esto estaba resultando de lo más patético, pero ahora mismo, y por primera vez, sentí las ganas de no estar en mismo sitio cerrado que Matthew.
- ¿Si señorita Belleth?- Me pregunto la profesora estirada al ver mi mano alzada.
- ¿Puedo sacar el móvil?
- Belleth, ya sabes que eso no esta autorizado- Fue a girarse para seguir escribiendo en la pizarra.
- Es por mi padre- Llame su atención- Se ha torció un pie y mi madre pide que vaya cuanto antes.
- Haber, démelo.- Cogí la prueba, el móvil, y se lo tendí en la mano con el mensaje abierto.
- ¿Por que el número es oculto?
- Bueno, mis padres quieren mantener su número en privado por si acaso alguien me roba el móvil.- Sí, era una escusa de lo más tonta, pero fue la primera que se me ocurrió y la que me ayudo a salir de ese infierno.

Cuando por fin llegue a casa tiré la mochila en la entrada y subí corriendo las escaleras. Me zambullí en mi esponjoso edredón y llore a lágrima suelta, lloré como nunca, lloré a borbotones sin importarme nada. Por primera vez en mi vida el había dejado de tratarme de forma tierna y dulce, y ahora es, cuando él parecía el diablo y el maldito karateka el ángel.
No podía creerme que él hubiera utilizado ese tono de desprecio hacia mi, no cuando habíamos estado cuatro años juntos. Todo esto era una gran mierda, pero esta vez si tenía motivos para estar enfadada con Matthew, definitivamente se había comportado mal conmigo, y esta vez la culpa recaía sobre él, esta vez no pensaba perdonarle tan pronto.
Después de estar llorando y pensando, el sufrimiento me llevo con él y caí totalmente dormida.
"Ding dong"-Sonó por cuarta vez el timbre de mi casa despertándome, y como pude me deje llevar asta el manillar.
Pero cuando le vi allí parado y mirándome con esos ojos fríos, volví a recordar todo lo que había pasado.
- ¿Qué quieres?- Intente sonar lo más seria posible.
- No te lo pediría sino fuera una urgencia, pero ya es por la noche y las tiendas están cerradas y...
- Al grano Matt- Le interrumpí.
- ¿Tienes condones?

La cara se me heló, y antes de poder procesar aquello, mi cuerpo en un acto involuntario le cerró la puerta en la cara.
- ¿Lily?¿Qué pasa?- Dijo al otro lado de la puerta.
Me deje deslizar asta llegar al sentarme al suelo, y metí mi cabeza entre mis piernas.
- Tranquilízate,  no llores- Me decía a mí misma- Él no puede sospechar de que es el amor de tu vida, tranquilízate  no llores, no llores, venga, ármate de fuerza- Y con aquellas palabras volví a levantarme y abrí la puerta.
- ¿Qué te ha pasado?
- Nada- Contesté fría- Si eso para ti es urgente, entonces te respondo que no.
- Venga Lily, se que tienes.
- ¿Por qué iba a tener? - Pregunte enfadada, ¿Qué cojones estaba insinuando? ¡Qué me mantengo virgen por ti gilipollas!
- Porque todo el mundo tiene.
- ¿Y entonces porque tu no tienes?
- Bueno...-Se rasco la nuca- se me olvidó comprar. Pero...- Todo aquello me sobrepasaba de sobremanera, el amor de mi vida ¡Me estaba pidiendo condones! Encima como algo urgente... hay que tener cara.
- Sabes que- Casi grite, dejándome llevar y soltando casi todas aquellas cosas que tenía retenidas en mi interior- Eres un amigo de mierda ¿Sabes?. Hace apenas un día te idolatraba, eras tierno, dulce y simpático y sin embargo ahora me pareces el bicho más diabólico de este planeta. Eres cruel y frío y... ¡Ni siquiera se como tienes la cara de presentarte aquí, y menos para pedirme algo que no sea una disculpa después de como me has tratado hoy! A quien bese o no bese no es de tu incumbencia ¿Entiendes?, y por último cacho de gilipollas no tengo condones por que soy virgen- Y dicho lo dicho cerré la puerta y corrí hacia el sofá.
Después llore toda la tarde... sabía que algún día, si no me daba prisa, una lagarta me lo quitaría, pero nunca pensé que todo esto pasará tan rápido. Ahora yo solo podía quedarme de brazos cruzados y ver como otra que no era yo, le hacía feliz...
Y para colmo esa otra era Janelle, mi gran enemiga... esto no me podía estar pasando.

Capítulo 5: ¡A la porra con Matthew!


El despertador sonaba enloquecido y yo estaba bastante cansada como para levantarme, estaba bastante aturdida por todo lo que me estaba ocurriendo todo estos días ¿Cuando empezó a descontrolarse mi vida? Pero yo sabía perfectamente la respuesta, todo comenzó a quebrarse cuando aquel muchacho rockero entro en mi vida de sopetón.
Literalmente, él había destrozado mi vida, él era el causante de todo y sin embargo... a veces me resultaba de lo más atractivo. No lo entendía, ni siquiera entendía como me deje llevar por su locura ¿Desde cuando yo había cambiado tanto?... Pero a esa pregunta, yo también sabía su respuesta, desde que el karateka llego.
Yo amaba a Matthew, él siempre había sido tierno y dulce conmigo, como una golosina. Él siempre educado y todos los días tenía una sonrisa para mi, nunca nos habíamos cabreado ni mucho menos peleado. Sin embargo ahora me parecía una persona cruel, y fría ¿Como he llegado a pensar eso de él?... sin embargo yo también tenía la solución, desde que el mismísimo diablo me beso hace apenas unas cuantas horas.

Tuve tan pocas ganas de levantarme, tenía miedo a lo que él día me depararía,  al futuro que me esperaría. Si, tenía mucho miedo. Cele siempre decía que era una persona muy controladora y aunque nunca lo admitiese, ahora me doy cuenta de que sí, así soy yo, me gusta tener todo bajo control, porque así es como soy feliz. Así es como yo era feliz...

Cuando mis ojos se dignaron a abrirse ya era tan tarde, que me dio aún más pereza arreglarme para solo una hora de clase, así que deje que el dolor y el sufrimiento me volvieran a arrastrar con ellos.

Din dong- Sonó la puerta a las siete de la tarde, y no me quedo de otra que levantarme con mi pijama azul de franela con estampados de gatitos, además de contar con un pelo enmarañado en una pinza mal sujeta a mi cuero cabelludo.
Din dong- Sonó de nuevo, y me exaspero la impaciencia de aquella persona. Me presente delante de la puerta, y con la idea en el pensamiento de que quizás pueda que sea Matthew, cogí bastante aire.
Con que abrí, una enana brujona con cabello pelirrojo se abalanzó sobre ami, y me abrazo fuertemente.
- Ey Cele, me vas a ahogar
- Lo siento- Se separo con rapidez cogiéndome de los hombros.- Te he llamado por lo menos doscientas veces al móvil y te he dejado mensajes de voz, ¿Tienes una idea de lo preocupada que me tenías? Señorita obsesa por el control- Intenta reñir me.
- Oh- Me asombro, pero al rato recuerdo mi reflexión matutina- Ya Cele, últimamente todo se esta desmadrando.
- Anda- Dice un poco arrepentida- No le pongas tanta importancia, tampoco pasa nada. Estas mala, te debes un descanso- Entra y se sienta en el sofá y yo la sigo.
- No me refiero a eso Cele. Las cosas se han puesto feas.
- Cuéntame, es sobre Matthew verdad
- Si, en gran parte.
- ¿Y cual es la otra parte?
- El karateka- Suspiró al acordarme de nuestro beso, o sería mejor dicho, ¿de mi beso?, pero ella pone cara confusa- Si ya sabes, del diablo- Y arruga la frente- Si el hijo del diablo, el mismísimo Satanás- Y esta vez arruga también la nariz- Cele, del maldito rockero.
-Ahhhh- Suspira de alivio y desaparecen sus arrugas, al segundo me mira desconcertada y estalla en risas.- ¿Por que le llamas así?
- Cosas- Digo moviendo la mano con desdén, y cuando vuelvo a mirarla su risa cesa y se pone seria.
- Oh no me digas, te has enamorado del chico guapo engreído y mujeriego.
- ¡¡NO!!- gritó horrorizada- Claro que no- suavizo mi tono- yo le odio a ese tipo.
- Entonces... ¿Qué ha pasado con él?
- Que le he besado- Digo intentando quitarle importancia.
- ¡¿Tú primer beso?!
- No, si, bueno es bastante raro- Hablo deprisa, levantándome del sofá y sentándome al lado de la chimenea, ¡Que frió hace coño!
- No te entiendo, dices que le odias y le besas ¿Qué pasa en tu cabeza?
- Eso quisiera saber yo- Susurró.
- ¿Y Matthew?
- Ese es el gran problema Cele, que el vio como le besaba.
- ¡¡¿Qué que?!!
- Si- Me tapo la cara con las manos, deprimida.
- Joder... esto es bastante para analizar Lily.
- Lose- Murmuro, tapada todavía con mis manos.
- Haber, ¿Por que le besaste?- Rompió exasperada.
- No lose Cele ¿De acuerdo? Ese tipo me irrita demasiado, con el mi parte más furiosa se asoma, le odio e incluso e deseado que muriese, pero de pronto olvido eso y me siento terriblemente atraída por el y por su sonrisa socarrona, ni yo misma lo entiendo pero... es como si...
- ¿Como si le odiases y amases al mismo tiempo?
-¡No por dios! Yo no le amo, simplemente es...- Venga suéltalo, admítelo- guapo
- ¿Guapo? Por dios Lily, el es más que eso
- Ya ya. Pero la cosa no es esa, no intentes adivinar que siento por ese chico, lo realmente preocupante es que Matthew esta enfadado conmigo.
- ¿Y porque debe de estarlo?
- Pues eso me pregunto yo- Me destape el rostro, igual de exasperada que ella, ahora si que no entendía nada.
- Quizás le gustas- Susurró, y me ilusione- Lily, no has pensado que quizás sintió celos.- Pero al rato me acuerdo de un nombre.
- No Cele, el esta con Janelle.
- ¡¡¡¿¿Con Janelle?!!!- Grita.
- Si Celeste, con Janelle.
- Seguro fue broma.
- A mi no me lo pareció cuando vino pidiéndome condones.
- ¿Que que?- Dijo incrédula- Ese estúpido se atrevió a pedirte condones.
- Si
- Sabes que, olvídate de él. Matthew es un tonto que no se da cuenta de lo que tiene, ni siquiera se da cuenta de que estas terriblemente enamorada de él.
- Si, debería...- Y me siento a su lado. Agacho la cabeza. Y mi reflexión matutina se asoma por un pequeño hueco de mi cabeza gritándome- Él tiene toda la culpa.
¡Él tiene toda la culpa!
- ¿Quién?¿Matthew?
- No, él no, si no el rockero.
- Eso es absurdo Lily, el no ha echo nada, tu le correspondiste encantadamente al beso, y te tengo que recordar que fue tu primer...
- Te equivocas- La corte tajante- Ese fue mi segundo beso.
- No te entiendo, hace un rato dijiste...
- Bueno te mentí, ¿De acuerdo?. Mira todo comenzó a complicarse hace apenas unos tres días, y tú ni siquiera estabas al tanto. Ese día todo empezó a destrozarse, comenzó por la mañana cuando por primera vez mi sueño se vio interrumpido ¿Y sabes quien interrumpió que besará a Matthew? el maldito rockero, además por su culpa fue la primera que no me monte en el coche de Matthew, por su culpa tuve que correr por todos aquellos parques solitarios, por su culpa perdí mi primer beso, porque el me agarro desprevenida y me lo robo, porque por su culpa por primera vez llegue tarde a clase, porque por su culpa- Empece a subir la voz- Ádrian tuvo la satisfacción de regañar me,  porque por su culpa no me di cuenta de que Matthew no estaba en clase... ¡Joder Cele! por su culpa empece a perder el control. ¡Y le odio!
- Eso sigue siendo injusto, él no puede saber todo esto.
- Me da igual le odio y punto.
- Bueno y...- Dijo al ver lo triste que estaba- ¿Qué tal esta tú padre?
- ¿Qué le ha pasado a mi padre?- Pregunto preocupada.
- Lo del pie, que se torció el tobillo.
- Ahh- Me sonrojo
- Ya entiendo- Ladeó la cabeza.- Bueno Lil- así me llamaba en ocasiones- te dejo o si no llegaré tarde a clase de piano.
- Vale- Me levanto y en la puerta nos despedimos.


Cuando me desperté al día siguiente me sentí diferente, quizás era por la conversación que tuve ayer con mi querida pelirroja o quizás porque hoy era el habitual día en el que Matthew no me recogía con su coche para ir juntos al colegio, algo que agradecía debido a todo lo que paso ayer. Hoy sin duda, era el día de ir a la cafetería de Tom, porque hoy era Martes y como todos los Martes, pasaría mi desayuno en aquella cafetería. ¡Aleluya, algo que seguía como rutina en mi vida!
Me miré en el espejo y una vez que cerciore mi sonrisa entendí que por alguna razón inentendible y que ni yo siquiera pensaba entender, me sentía increíblemente feliz, tanto, que pase de aplicarme en la cara maquillaje.
Hoy, no pensaba impresionar a Matthew, es más, a la porra Matthew.
Cuando termine, agarre la mochila y salí de la casa dando saltitos, algo que solo hacia cuando acababa de ver al increíble modelo de Matthew pero.. ¡A LA GRAN PO...
-Ey Lily, espera un momento- Dijo una voz dulce bastante familiar interrumpiendo mis pensamientos, y cuando me di la vuelta, ahí estaba él. Con aquella camiseta azul eléctrico que también le quedaba, sus ojos azules brillantes y su pelo aún más rubio de lo que lo recordaba ¿Se había teñido? fruncí el entrecejo.
- ¿Qué te pasa?- Me pregunto.
- Nada- Respondí desviando mi mirada de la suya, segunda vez que lo hago en toda mi vida.- ¿Qué haces levantado tan pronto?
¡De verdad íbamos ha hacer como si nada!
- Bueno...- se rasco la nuca- me acorde de que los Martes siempre te vas a desayunar a la cafetería de Tom y bueno, ¿Puedo acompañarte?- Pregunto de sopetón.

¡No no y no! Se acabó Matthew, no pienso hacer como si ayer no hubiese pasado nada, ayer me hiciste daño cacho cabrón, ayer me llamaste cínica y me pediste condones ¡cacho cerco! no esta vez no...
- Vale- Me encogí de hombros, y al rato mi minicerebro dio una colleja a mi cerebro, y así se originó una batalla en mi interior, mientras que yo intentaba actuar con normalidad "¡Qué has echo!" gritaba mi minicerebro decepcionado a mi cerebro.- Déjame-  dije en voz alta y me sonroje, mierda, eso era un pensamiento intimo para mi minicerebro.
- ¿Quieres... quieres que no valla entonces?- Pregunto nervioso.
Venga, ahora es tu oportunidad, rechaza le, rechaza le, rechaza...
- No- Me paro en seco para ver su reacción de confusión- Quiero decir, si ven, no me importa.
Mierda... ¿Qué he echo?
- Qué buen día hace hoy ¿Verdad?- ¿Enserio quiere que hablemos del tiempo?
- Si.
- Te veo distinta- Dijo observándome - ¿Hoy no te has echado maquillaje?- O no mierda ¿Como iba a saber yo que el entrometido y dulce de Matthew quería alistarse a mis planes? ¡Mierda! ya sabía yo que no maquillarme no iba a ser una gran idea...- Te sienta bien.
Me quede paralizada y sonriendo como una idiota. Ha dicho que me sienta "bien" ¿eso que quería decir?
- ¿Te gusta?- Pregunté reanudando el paso.
- Si, se te ve más... natural.
- Gracias- Me sonroje, obligándome a recordar no dar saltitos mientras él estaba a mi lado.
- Bueno y.. ¿Qué tal tu padre?
- ¿Mi padre?- Pregunté desconcertada, y entonces me vino un recuerdo de Cele preguntando lo mismo. Mi minicerebro volvió ha dar una colleja a cerebro- ¡Ah claro, mi padre!- Exclame, aunque sonó bastante ridículo- Pues se esta recuperando.
- ¿Cómo se torció el tobillo?
- Pues...- mierda- él...- improvisa- él estaba... cocinando- levanta una ceja Matthew incitándome a que continuase- y...- di lo primero que te venga a la cabeza- y se le cayo la comida.
- Ahhh- exclamo, mirándome como un bicho raro- ¿Entonces se torció el tobillo porque se le cayó la comida?- Si, ahora si que sonaba bastante absurdo en sus labios.
- Si, porque era cocido y cuando cayo a sus pies caliente se sobresalto, se escurrió y tuvo que ir a urgencias- "¡Bien echo!" Dijo mi minicerebro chocando los cinco con mi cerebro.
-Eso suena más razonable- Se rió nervioso.
Le miré atentamente, ¿Por qué estaba hoy tan nervioso?, las manos le temblaban y no conseguía quitar aquella sonrisa tan rara de su boca ¿Qué le esta pasando?.
Al fin llegamos a la cafetería y me sentí como en casa, aquella cafetería era sin duda como un gran hogar, conocía los cocineros, camareros y al que dirigía esta empresa como la palma de mi mano, y yo era su habitual clienta VIP.
Acelere mi paso a uno de los taburetes y me senté ágil.
- ¿Qué hay Tom?- Pregunte como todos los días.
- Todo bien por aquí, como siempre dulce Lily- me acarició mi mano- Aunque tengo una mala noticia para ti.
- ¿Cuál?
- No nos queda la especialidad de la casa
Mi cara se ensombreció  ¿Qué esta pasando hoy? Por más que intento estar feliz algo me lo arruina, pero Tom, no tenía la culpa.
- Lo siento- Me dijo.
- No pasa nada, con un croissant y un café con leche me las arreglaré- Y Tom se metió en la cocina.
- ¿Oye que tiene ese tipo?- Me preguntó Matthew y me sobresalte, porque no estaba habituada a venir con alguien.
- Nada
- Como que nada, ¿Has visto como te mira? por dios si es más viejo que mi propio padre- y eso me recordó a lo de el karateka
- Ya Matt- siempre le llamaba así cuando me cabreaba con él- pero es mi amigo y llevo viniendo aquí cada martes durante cuatro años, creo que quizás no pasa nada porque me toque o mire, además no te debes meter en mi vida- Dije seria y enfadada y entonces, vi el arrepentimiento en sus ojos azules.
- Lo siento. Y esto me recuerda a una charla que debemos tener.
- No Matt, ahora mismo no quiero hablar de nada.
- ¿Ya estas otra vez enfadada?
- Si Matt, hoy no esta mi maldito desayuno y el enfermizo de mi mejor amigo vuelve con sus obsesiones- Oh, por fin había dicho lo que pensaba.
- Lo siento vale, puedes hacer lo que te de la gana con tu vida, yo sólo te intentaba avisar de que ese famoso se va revolcando por cada rincón con todas las tías, y que tú eras una más.
- Ah si- Me cabree aún más, y no sabía porque ¿Quizás porque me dolía que tuviese razón? Que cosa más ridícula, a mi la vida de Ray Kin me la repamplinfaba. Y entonces me vino un nítido recuerdo- ¿Como tu queridita novia?- Pregunte elevando la voz, y Tom salió al momento de la cocina con mi desayuno.- Sabes que...- dije más dulce dirigiéndome a Tom- Cobra te la cuenta, se me ha quitado el hambre.
Agarro mi mochila toda llena de rabia y antes de salir de allí, le susurro en el oído a Matt.
-A la porra con Matthew.
Y por una vez me siento liberada de no tener que tomar el control de la situación...

Voy camino al colegio mientras mi cabeza me da vueltas, tantas que decido dejar de pensar en todos, y acelero mi paso para no tener que llegar tarde
Y... Caramba ¡No llego tarde! Quizás descontrolando me estoy tomando el control de la situación, quizás debería de hacer lo que yo quiero sin preocuparme de las causas que origine, si quizás yo... miro hacia delante y no me puedo creer lo que veo.
La clase ya ha empezado y Matt también había llegado a clase. Pero lo que me tenía sorprendida, era que aquel muchacho famoso se encontraba en primera fila y comiendo su desayuno ¿Qué se creía que era esto? Miré al profesor enrabieta, y él, me miró con temor, porque sabía perfectamente lo cuadriculada que yo era y lo mucho que iba a detestar ver a ese despojo de la sociedad comiendo deliberadamente mientras el profesor da clase.
- ¡Pero que es esto!- Grite saltando de la silla.
- Señorita Belleth, por favor.
- No no no, no me pienso sentar asta que ese- Señale al diablo- tenga un poquito de respeto a la clase.
- Señorita Belleth, siéntese y no me haga la clase insufrible.
- Pero no te da vergüenza dar clase mientras que ese despojo esta comiendo en tu cara.
- ¡Seeñorita Belleth, cállese!- Grito enfadado.
- ¿La realidad duele?
- Señorita Belleth, esta clamando mi paciencia.
- ¿Y él no?- Y justamente Ray se volteo con una sonrisa divertida, ¿Cuántas maneras había en este mundo para destrozarle esa sonrisa estúpida?
- Señorita Belleth..- Susurró.
- Acaso no tienes cojones de enfrentarte a él.
- ¡Fuera!- Grito al fin- Al despacho del director.
- ¿Y él no?- Seguí con la discusión.
- Y dígale al director que mañana no quiero verla aquí.
- Bueno- Me encogí de hombros- Será mejor visitarle que quedarme viendo como tu reputación baja.
- No, mejor, dígale que la quiero fuera durante dos días.
- Vale, así podré desayunar.
- No espera- Se retracto antes de que saliera del aula- mejor dígale, que tiene que hacer ocho horas adicionales.
- ¿Qué?- Pregunte horrorizada.
- Lo que oye.
Y salí de allí dando un portazo.
Ves Cele, me dije mentalmente, el siempre lo arruina todo.


(parte dos)




(parte dos)



Me levantó como todos los días y salgo de mi casa con la proposición de mantener la calma, de tomar el control, gracias a la tontería que hice ayer me gane un parte bien grande y trabajar 8 horas adicionalmente.
Cuando abro la puerta me encuentro con un Xantia delante de mi casa y su dueño apoyado en el capot. Le miró ¿Nunca me cansaré de mirarle?. Me sonríe desde la lejanía y me saluda amablemente con la mano. ¿Ya ha vuelto mi Matthew?
Ladeo la cabeza para poder intentar pensar, pero por más que lo intento no encuentro una razón lógica que explique porque su coche esta aparcado delante mi, y todo se vuelve aún más confuso por aquella sonrisa cariñosa y confiada que esboza en sus labios.
Ni siquiera se como mis pensamientos y mis emociones puede controlarlos tan fácilmente, hace apenas dos días sentía que Matthew era un estúpido igual que todos los tíos. Sin embargo ahora me encuentro mirando atentamente cada parte de él.
Vuelvo a ladear la cabeza intentando recordar lo duro y frío que fue conmigo, y la rabia que yo tenía contra él. La enana pelirroja siempre dijo que este hombre no valía la pena, decía que le echará cara, que no le tratara como si fuera el centro de mi universo, y por primera vez, me acerca asta él con aquellas ideas.
- Hola- Ni siquiera sonreí.
- Hola.
- Hoy no voy contigo- Lo dije rápido, por temor a arrepentirme demasiado pronto.
- ¿Por qué?- Preguntó con el ceño fruncido.
- No se- Me encojo de hombros y camino alejándome de él, después de unos ocho pasos aproximadamente me giró y sigue allí petrificado mirando como me alejo lentamente- Luego nos vemos- Consigo sonar desenfada y camino hacia delante.
Hoy era el día del control, pero por dentro me siento tan miserablemente mal que tengo ganas de dejar la responsabilidad  de lado. Tengo ganas de soltarme un poco el pelo, como siempre me recomienda la dulce enana bruja pelirroja.
Si. Hoy voy ha hacer lo que me plazca.
Sonrió mientras entro en la cafetería de Tom.
- ¿Qué hay Tom?- Volví a repetir las palabras de ayer.
- Oh vaya- Sonrió entusiasmado mientras se acercaba a mi.- La pregunta importante es... ¿Qué haces tú por aquí?
- No se- Vuelvo a encoger los hombros.
- ¿Lo de siempre?
- Lo de siempre- Afirmo- Pero esta vez para llevar.
- ¿Y aquello señorita del control?¿Donde esta mi Lily, y que han echo con ella?- Rió a carcajadas- Me gusta cuando te ríes- Dice melancólico-feliz - ¿Esto tiene que ver con él chico que trajiste el otro día? - La pregunta me pilla por sorpresa y por alguna razón actuó demasiado fría para estar hablando con mi querido Tom.
- No tengo tiempo, cobrate- Le paso el dinero seria.
Cuando salgo de allí me dirijo a clase y me siento en mi pupitre aún con el desayuno metido en la bolsa. Cuelgo un asa de un lado de la silla y hago lo mismo con el otro asa de la mochila. Una vez que la clase se va llenando voy abriendo mi desayuno y colocando las patatas, el beicon y el zumo de naranja encima de la mesa.
La gente me mira, y puedo sentir como algunas miradas se me clavan en la coronilla, pero más lejos de parar sonrió satisfecha obteniendo las reacciones que esperaba ¡Por fin algo que esperaba!.
Cuando entra el profesor (él mismo que me llevo a dirección) la clase se consuma en un silencio absoluto y puedo notar como el aire se tensa rápidamente.
Aún más deliberada, me fijo que en mi compañero de delante no ha llegado aún, y utilizo eso en mi favor apoyando mi pie derecho en aquella fría y dura silla.
- ¡Señorita Belleth!- Chilla el profesor, es un sonido seco y fuerte, tanto que todavía se puede oír el eco por toda la clase y apostaría que también por todos los pasillos. Reprimo una sonrisita y levanto mi mirada para encontrarme con los fríos y duros ojos del profesor atravesándome, y en esto, también apostaría en que si tuviese una barra me azotaría con ella.- A dirección- Pronuncia con una velocidad más pausada de lo normal.
- ¿Por qué?- Me atrevo a preguntar.
- A dirección he dicho- Suena firme e impasible, y yo mientras arrastro la silla hacia atrás para poder salir por patas de allí, sin embargo, antes de salir de clase deseo poder ver las reacciones de mis actos y añadir un poco de gracia al asunto.
- Ni os atreváis a arrebatarme el desayuno- Pero en verdad el insulso desayuno me la repamplinfa. Miro al profesor y el humo casi llega a echar por la cabeza y después de una tonta manera mis ojos se posan en aquel muchacho que me arruino el poder del control desde que vino.
Le miró y me quedo como una boba intentando adivinar lo que piensa. Sus ojos son como un gran reflejo de sus pensamientos y puedo ver diversión, enfado, y algo que no consigo captar.
Aparto la mirada de la suya y cierro la puerta tranquilamente sin querer mostrar mi enfado y rabia.
Ando por los pasillo asta que vuelvo a encontrarme delante de la puerta de dirección  llamo suavemente con mis nudillos y se oye un claro "pasa"
- Oh- Exclamo asombrado al volver a tener mi visita, algo totalmente inusual.- ¿Qué pasa señorita Belleth?
- El profesor me ha mandado aquí.
- ¿Qué ha pasado?
- Nada que no este autorizado- Me encojo de hombros.
- ¿Qué has echo?- Y esta vez su tono es más acusatorio.
- Simplemente he comido mi desayuno en clase.
Me mira enfado, muy enfadado, pero no tanto como el profesor. Creo que en estos momentos quiere arrancarme la cabeza pero por alguna razón suaviza su rostro y se relaja en la silla.
- Veo que ha acatado mis ordenes- Susurra alguien detrás mio, y entonces adivino que es aquel estúpido profesor.
- Ya ves- Miro como mis manos se retuercen entre sí.

Entonces la conversación que mantuve ayer con el director llega a mi cabeza...


***

- ¿Qué ha pasado?- me pregunta el director.
- Ha pasado- Digo todavía metida en mi furia- que el señorito Kin ha estado zambullendo su desayuno en clase y el profesor no ha dicho ¡Nada!
- No me grite señorita Belleth, puedo entender lo que me dice con un tono menos elevado- Se acomoda en su silla, incómodo, porque sabe perfectamente que llevo razón, después eleva su mirada asta encontrarse con mis ojos enrabietados- Pero lo que no entiendo, es que hacia usted aquí.
- Cuando el debería ser el que tiene que estar aquí- Continuo su frase, aunque se que no se quedo en el aire.
- Señorita Belleth- Me miro serio.
- Pasa simplemente que defendí el respeto, eso pasa.
- Ya me imagino.
- Además aquel... "Profesor"- Digo, haciendo comillas con los dedos y pudiendo ver su desaprobación en su mirada ante tal acción- dice que merezco un castigo de ocho horas adicionales, esta medio loco ¿O que?
- Señorita, no me trate como a un colega más.
- De acuerdo, lo siento. Pero todo esto me sobrepasa.
- No hiciste bien, y veo normal el castigo que te ha impuesto- Abro los ojos sorprendida.
- ¿Desde cuando no es una falta de respeto comer delante de un profesor?
- Esa falta no esta estipulada en tus normas de la agenda.
- Pero...-Digo desorientada
- Nada señorita.
- Estáis todos locos- Y salgo dela dirección, dando también un portazo.

***




- ¿Le ha contado todo?- Pregunta el profesor, a lo que el director asiente y me mira, sin saber que hacer.
- Entonces... ¿Puedo irme ya?
- No- Gritan a la vez.
- De que me van a acusar esta vez.
- De comer en clase- Dice firme el profesor.
- Vaya, yo pensaba que eso no era una falta- Miro acusatoriamente al director.
- Y no lo es- Contesta él.
- Ve como me reta- Articula el hombre que esta detrás mía.
- Ya veo.
- Señorita Belleth- Continua el profesor- Es una falta que me rete continuamente y ponga sus pies en la silla como si estuviese en su casa.
- Pues fíjese que ayer me sentí como si estuviera en mi casa.
- Ya no son ocho horas, son dieciséis.
- ¡Qué!- Me levanto de la silla- Eso es injusto.
- Siéntese señorita- me avisa el director.
- Eso no puede ser válido- Digo mirándole a lo que se encoje de hombros, se que él me entiende, lose, y se que piensa como yo...- De acuerdo, entonces, si no hay más que hablar, me retiro.
 Ando por los pasillos cabreada con el mundo ¡Por que todo es tan injusto!¡Por que los ricos si pueden hacer lo que quieran! Y entonces comprendo, que para los pobres no esta el derecho del descontrol.
Abro la puerta de clase y todas las miradas se levantan de sus cuadernos para fijarse en mi. Camino a mi pupitre y sólo espero que llegue el descanso.
- waw- dice Cele acercándose a mi cuando la clase acaba- Aquello ha sido, intenso.
- Ya sabes que no me gustan las injusticias.
- Si- Sonríe de forma tierna- Es una de las pocas cosas que me gustan de ti.

Después solamente espero a que las clases acaben, y el timbre del recreo me sorprende por su rapidez.
- ¿Te han castigado?- Me pregunta la pelirroja mientras nos encaminamos a la cafetería.
- No, bueno si. Me han acumulado ocho horas más adicionales de ayuda al colegio.
- Vaya.
- Si, un Vaya bastante grande.
- Hola mami- Sonrió entusiasmada intentando ignorar a la figura que esta a mi lado(Ray)
- Eso ha sido algo... peligroso- Me susurra aquella figura(Ray) en el oído mientras se aleja.
- Que intenso- Y rompe a carcajadas Cele.- Creo que le gustas un poquito a Ray.
- Pues a mi no.

Salimos al recreo y me cuenta sobre todo lo que ha pasado mientras yo estaba en la sala del director, que por cierto nada realmente sorprendente. Me meto en mis pensamientos y lentamente la vocecita  adorable de mi mejor amiga, se va perdiendo entre el bullicio de la gente.
Después todo parecía ir bien, yo me sentía bastante satisfecha, aunque me molestaba bastante tener que trabajar para este par de imbéciles que dirigían el colegio, pero no me quedaba de otra.
Ya había caído en la cuenta, de que el trato con los ricos (vs) pobres nunca iba ser él mismo, y sólo tenía dos opciones a las que agarrarme. La primera, o te comportabas como un pobre sumiso y pasabas desapercibido. O dos, te revelabas y te caían ocho horas más.
Entiendo que revelarse era algo que me quemaba por dentro, tenía... quería... bueno, simplemente no me parecía nada justo todo esto. Pero menos justo me parecía no poder estudiar para la semana de exámenes  así que la única opción, por desgracia, que me quedaba, era ser sumisa y obsesionada de control. En definitiva intentar ser feliz.
Y no sabía muy bien porque, una parte de mi alma, no quería volver a ser la Lily aburrida de antes, una parte de mi, se había divertido bastante. A veces cuando conoces que hay otro mundo del que tu misma has creado te sientes bastante confusa...
Pero antes de que pudiera sumirme más en mis pensamientos, alguien tiro de mi en la salida del colegio y  me quede un buen rato mirando como sus ojos azules crispaban de furia.
- Porque...- Se llevo las manos a la cabeza- ¿Por qué has echo todo eso? No te entiendo Lily.
- Yo a ti tampoco- Dije por primera vez.
Por primera vez me estaba ocurriendo muchas "primeras veces". Porque por primera vez, no me sentía estúpidamente atraída por sus labios, por primera vez él hombre que tenía delante no me parecía tierno, ¿Quizás el también ha descubierto otro mundo? Resoplé, un mundo con Janelle nunca sería algo bueno.
- ¿Por que resoplas? No entiendo esta actitud que estas teniendo.
- No me pasa nada- lo evadí.
- Últimamente estas tan cambiada, que ya ni siquiera te reconozco.
y entonces me volví a sentir como aquella niña de ocho años que comía chocolate y se manchaba su dulce vestido de princesa rosa. Me sentía regañada y ahora escarmentada. Era como si mi madre me hubiese pillado haciendo una travesura.
Ni más ni menos, Matthew me estaba regañando y dejándome en mi sitio. Matthew me estaba volviendo a la realidad, Matthew... le miré, y me sentí estúpida por pensar que aquellos ojos celestes alguna vez fueron crueles y fríos.
- Matthew, sigo siendo yo.- Dije, esta vez intentando convencerlo, intentando volver a ser yo, porque yo le quería.
- No- Negó con la cabeza- Te dejas engatusar por un niñato caprichoso, te enfrentas a los profesores ¿Donde esta esa Lily que tanto quería?
Note un pinchazo en mi corazón, ¿Él me quería?... oh valla, que tonta soy, como amiga. Me quería como amiga.
- Ya... esto, no se que me ha pasado- Dije totalmente confundida- podrías, podríamos volver juntos a casa.
- Claro- Suspiró aliviado- pensaba que no ibas a volver nunca.

Dijo, como si por fin hubiera vuelto su mejor amiga, como si todo hubiera vuelto a la normalidad. Como si me volviese a parecer el chico más atractivo del mundo, pero por alguna razón... ya no me lo parecía.

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