Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

TQTD. Capítulo 1: "El señor philips"

Te quiere, el tonto de todos los días.








¿Qué harías si tu vida da un giro en menos de unas semanas? La existencia de Sora siempre había estado plagada de tres cosas: El campo, su madre y hermano Noel, y Mikki. ¿Qué pasaría si aparece un hombre haciéndose llamar "papa" que intenta alejarte de todo a lo que habías estado acostumbrada? Solo una cosa tenía clara Sora, y es que, iba ha hacer de la vida del "Señor Philips" un caos. Pero... Quién terminará enredada/o en un completo lió?










Capítulo 1: "El señor Philips"


Cerré los ojos y coloqué mis ambos brazos por debajo de mi cabeza. A veces tanto silencio me desesperaba en este pequeño pueblo lleno de moscas y cuestas interminables, sin embargo, ahora mismo sentía que lo iba a echar en falta. El olor de los jazmines podía llegar asta aquí, y mira que estaban a diez metros en el límite de la parcela, esto, porque hace un tiempo a mi madre le dio un brote psicótico y decidió llevarme con ella a comprar semillas para cultivar alguna que otra planta. No obstante, el  "alguna" se transformó en un "demasiadas", y a veces parecía que se te iban a echar encima a devorarte. Al principio pensé que solo sería algo temporal y normal de su carácter, pero cuando después me llevo al parque de atracciones, hizo mi comida favorita repetidamente y no paraba de achucharme como la abuela, entonces yo misma determiné que algo estaba pasando y yo no me había enterado. Investigué en su habitación y la seguí de vez en cuando en el pueblo, pero no encontré ninguna pista. Ella... solo lloraba por las noches. Hasta el día en que decidió contarme lo , y entonces, entendí perfectamente todo. Aquel hombre que no había visto desde hace once años, quería hacerse ahora llamar papa. Quería que fuese a Madrid con su nueva familia. Quería que conociese a mi hermanastra y todo fuese feliz. Pero lo que él no sabía y yo sí, era que iba hacer de su vida un desastre.
Aún así, me molestaba de sobremanera todo aquel poder que tenía ese hombre. Mama decía que era lo mejor, que así no habría complicaciones ni problemas, pero ami eso me daba igual. Yo no quería pasar todo el invierno con él. ¡Por dios! ni siquiera se había presentado en mi cumpleaños desde que ellos se divorciaron.
 De repente, sentí como la tumbona de redes, que se calvaban en mi culo durmiéndome más de la mitad de mi cuerpo, se balanceó tirando me al suelo con un golpe seco y fuerte. Me agarre el culo mientras mi tranquilidad se vio tornada por la sofocante risa de mi hermano mayor Noel. Él para mi, había sido algo más que un hermano, había sido mi padre y mi amigo. Al contrario que yo era rubio y con ojos azules. Él visitaba de vez en cuando el gimnasio y se hacia cargo de los caballos.

- Venga levántate, papa esta a punto de llegar- Dijo dejando de reír y utilizando una voz autoritaria.
"¿papa?" pensé, aquello fue extraño de escuchar.
- No se como permites que ese intruso nos intente separar- Dije mientras seguía amarrándome fuerte el culo y pretendía levantarme del duro suelo.
- ¡Dejarlo ya chicos!- Gritó mi madre esbozando una sonrisa melancólica. Estaba saliendo de la casa con las maletas de mi ropa entre sus pequeñas y frágiles manos, después, se quedo un rato mirándonos a nuestro lado, para más tarde soltar un bufido y hacerse paso entre los dos empujándonos. Al final, desistí y quite mi mirada de odio para seguir a mi madre ha ayudarla con el peso.
- Mama- Dije una vez cerró el maletero y respiraba intensamente, cansada- sabes que no tienes porque hacerlo ¿Verdad?
- Cariño- Tomo mi mano entre la suya y yo esperaba una respuesta que me librase de ese infierno- el tiene derecho a estar contigo. 
- Pero no me gustaría que tu lo pases mal. 
- Te echaré de menos- Se limitó a decir
- Si tienes algún problema, lo que sea, recuerda que puedes llamarme. Si se te atasca el vater o los caballos se salen de la cuadra o si hay una tormenta torrencial y quieres que venga a ayudarte, solo hará falta que marques mi número de teléfono y estaré aquí.
- No te preocupes cariño, me las apañare como pueda.
- Vamos- Avisó Noel, dándome un toque en la cintura para que caminase hacia dentro del coche- si no nos ponemos ya, le haremos esperar.
- ¡Que chachi!- Ironice mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.
- Espero que te lo pases bien- Me dijo mama asomándose por mi ventana entreabierta- procura no meterte en muchos líos, y por favor Sora, no seas dura con tu padre- Me dio un beso en mi frente y Noel arranco el motor. Poco a poco la figura de mi madre se fue haciendo cada vez más diminuta, asta que llego a ser solo un punto pequeño e inofensivo entre todos los cultivos y hierbajos. Una lágrima se asomo por mi lagrimal. De verdad yo no quería esto. No quería verle. Solo quería seguir con mi vida de siempre. Algo quedo claro hace años sin palabras, y era, que el había antepuesto a su nueva familia a la nuestra ¿Entonces, porque no dejaba de remover toda la mierda? Sólo esperaba que esto le salpicará.
- ¿Porque me obligáis?- Me quejé.
- Sora, no seas un grano en el culo y cállate. Esto ya lo hemos hablado demasiadas veces.
- Bueno, que quieres que te diga, no se me hace nada raro pensar que lo hemos hablado pocas veces. Noel yo no quiero ir ¿De acuerdo? El me da igual, y también su estupenda vida. ¡Joder!- Dije dando una patada al asiento delantero por la rabia. Noel me miró cabreado y se echo a un lado de la carretera para parar.
- Sora- Volvió a utilizar ese tono de padre- él quiere pasar tiempo contigo, tampoco es tan incomprensible. Eres su hija, y te quiere, y quiere conocerte. ¿Por que no le das una oportunidad?
- No. Él me esta obligando a dejar una vida mía atrás.
- No seas exagerada, dentro de unos meses vendrás.
-¡Ves!-Le acusé- ¡Dentro de unos meses! ¿Cuantos? Ocho, nueve, ¿Toda una vida? si quieres me quedo allí los once años que el no se atrevió a aparecer. ¡Yo no le quiero conocer!¡No quiero recordarle! Me da exactamente igual si esta calvo o si fuma ¿Entiendes? Me da igual- Sentencié.
- No se como eres capaz de decir todo eso- Dijo mostrándose dolido- Sora- Me miró de frente- por lo menos te quiere conocer, quiere llevarte a miles de sitios estupendos y que podáis pasar el tiempo juntos. Quiere darte a conocer a su nueva familia, integrarte. No seas tan egoísta Sora.- Volvió a girarse y esta vez retomamos el camino en silencio. Entonces lo entendí, mi querido hermano estaba dolido porque ese extraño quería conocerme a mi y no a él. 

" Te cambio el sitio Noel" pensé para mis adentros mientras ahogaba un gemido desesperado.

Pasaron unos veinte minutos asta que llegamos al pueblo de al lado y mi hermano paro el motor. Un coche bastante lujoso y de color negro estaba estacionado delante de nosotros. Por el rabillo del ojo vi la extensa sonrisa de Noel... ¿Por qué sonríe?. Baje del coche mientras negaba con la cabeza repitiéndome no tener consideración con ese hombre.
Era rubio y no era calvo, tampoco tenía pintas de fumar. Sus ojos eran muy semejantes a los de Noel, azules claros con algunas motas amarillas y un contorno negro que te llamaba la atención. Ellos dos se dieron la mano y dijeron algunas conversaciones convencionales como "¿Que tal?" "¿Como va todo por allí?". Y yo sin un ápice de estima solté.

- ¡Cuanto tiempo!- La sonrisa de los ojos acabó en un ceño fruncido. Ese extraño me abrió el maletero con esa sonrisa de nuevo mientras Noel me miraba con desaprobación.
- Hola Sora- Dijo. Me limite a ignorarle y entre dentro del coche cruzada de brazos. Saqué mi móvil del siglo XVIII y cuando estuve a punto de ponerme los cascos escuche la conversación que tenían esos dos.
- Me alegro de verte, cuanto has crecido en todo este tiempo.
- Ya. Oye....-Dijo Noel incomodado- Ten paciencia con Sora, para ella esto no le esta resultando fácil.
- Me lo imagino, os deje abandonados demasiado tiempo. Tampoco pensaba que se iba a tirar a mis brazos. Aún así me gusta, se parece tanto a vuestra madre. Sus gestos, sus ojos incluso su carácter.
- Si, son como dos gotas de agua.
- Bueno... espero verte pronto.
- Yo a ti también papa.

Me giré sobre mi asiento para poder ver su expresión, pero él estaba de espaldas a mi, y lo único que pude apreciar es como se quedo inmóvil en sus sitio para más tarde entrar la coche y ponerse en marcha en aquel camino tan largo.
Me puse los cascos y al final me quede dormida en aquel asiento tan cómodo. Aunque ese tío fuese un imbécil, tenía buen gusto. 



Sentí como unas manos acariciaban mi mejilla y abrí mis ojos apesadumbradamente. Nada más verle a unos cinco centímetros de mi me separe agilmente. 
- Ya hemos llegado- Dijo melancólico y yo asentí rechazando la mano que me brindaba para salir de auto. Me quede impresionada nada más ver esa casocha, por llamarla de algún modo. ¡Dios, no sabía que había casa tan grandes!. Se me parecía bastante a esa casa que anunciaban con la marca de perfumes CH (Carolina herrera). En la lejanía podia ver a un monigote andando deprisa hacia nosotros, cuando estuvo a unos pasos de mi me di cuenta de que se podía tomar como a un mayordomo.
- Hola señor Philips.
- Hola Adiel. Te presento a mi hija Sora.
- Encantada - Estreche mi mano con la suya y se asombro. Era bastante gracioso, llevaba un habitual traje de un botones y una pajarita roja. Tenía cerca de treinta y cinco años.
- ¿Qué tal el viaje?- Pregunto mientras abría el maletero y sacaba las maletas alegremente. Por lo menos esto me demostraba que "El señor Philips"  no era snob.
- Bien- Contesto el señor de mi al lado.
- ¿Estaís cansados? -Pregunto mientras analizaba como llevar todas aquellas maletas de una vez, y ahora es cuando me sentí como una niñata tonta. Había metido tres maletas, cuatro mochilas, y cinco estuches con acesorrios tontos dentro, todo, para ver si así al "señor Philips" se fracturaba la espalda y tenía suerte de poder regresar a casa.
- No- Respondí veloz- pero de seguro tú si lo estaras si no te echo una mano con todo eso- Dije mientras andaba hacia el despreocupadamente.
- Oh no!, no hace falta señorita, es mi trabajo.
- Y son mis maletas- Puntualicé mientras cogia una maletas, dos bolsas y tres estuches, ni siquiera sabía como arreglarmelas para dar un paso y no caer de cruces contra el asfalto.
- De verdad no se preocupe- Dijo intranquilo- yo puedo llevar todo esto solo.
- Si- Asentí- si te quieres hacer daño. Venga vamos.
Cuando me giré para ir hacia la casa, el extraño de ojos parecidos a Noel se encontraba mirandome con una mirada de orgullo. Y eso, por alguna razón, me satisfacció. Cuando por fin entramos dentro de la casa deje todo el peso en el holl, y una señora apoyada en la barrandilla de esas grandes escaleras se aproximo hacia nosotros.
- Por fin llegaste cariño- Dijo, acercandose peligrosamente hacia el extraño. Él se aclaró la garganta mientras me miraba a mi.- Oh!- Sonrió al verme- al fin tenemos en casa a Sora. Me alegra que estes aquí.- La verdad es que había que admitir que esa señora era digna de un anuncio de publicidad en la televisión, de pasarelas, o de las que van con mil bolsas de compras por todo New York. Pero no era típica mujer enamorada asta las trancas de su marido. Y sí, eso quería decir que mi madre la daba mil y una vueltas.
- Gracias.
- ¿Quieres que te enseñe donde esta tu habitación?- Me preguntó Adriel.
- Dejalo- Contestó "El señor philips"- Ya la acompaño yo.
Gemí ruidiosamente dejando claro mi fastidio por pasar mas tiempo con él, aún así, fue una de las pocas veces que nadie me reñia como Noel. El holl era bastante amplio, casi tanto como el salon de mi verdadera casa. Estaba decorado por paredes rojas y color beys. En el centro, había unas grandes escaleras cubiertas por una alfombra roja que llegaba asta el final. Ahora mirandola bien por dentro, se me hacía más semejante a la casa de "Ana y los siete". Cojí de nuevo todo el peso y subí esas grandes escaleras con él a mi lado. Después de un rato se paro en una puerta con una cartel rosa que decía " room de Sora" y justo antes de abrir la habitación unos pasos se oyeron detrás de nosotros. Cuando me gire, me encontre a una versión de la mujer del señor Philips. Era delgada y al contrario que yo tenía el pelo rubio, suelto, liso y con un flejillo recto. Sus ojos eran azules, pero nada comparados a los de Noel, y sus labios estaban pintados de un rojo pasión.
- Hola- Saludo alegremente- Yo me llamo Dior y soy tu hermanastra.- Al ver que me quede callada siguió con su charla- ¿Te gusta el cartel? Lo hice yo a mano para ti ya que voy a clases de carpintería. Ademas tu cuarto esta como yo mande que lo pintasen y amueblasen, espero que te guste- y Así como vino, se fue con otra encantadora sonrisa, que por cierto no me gustaba nada.
Volví a girarme sobre mis talones, dandome cuenta de que esas dos seguro fuesen unas pijas sin escrúpulos. Abrí la puerta y como me lo imaginé, todo tenía una gama de rosa, morado, y rojo. Sin decir nada ninguno de los dos entre y me sente en la cama cansada.
- Lo siento por esto- Dijo "el señor Philips sin nombre"- queria que tú tuvieses la oportunidad de ordenar tu cuarto como quisieras, pero ella se tomó tantas molestias para convencerme que no pude rechazarlo.
- Olvidalo- Dije tumbandome en la cama.
- Me gustaría hablar contigo- Se sento en la cama a mi lado.
- ¿De que quieres hablar?- Pregunté volviendome a sentar alarmada.
-  Se que todo este tiempo ha sido dificil para ti. El centro de desintoxicación, las drogas, carreras y peleas ilegales.- Aprete mi mandibula sin querer escupir unas cuatro verdades que le dejarían rigido- y por eso quiero que sepas que me hubiese gustado conocer a Mikki.
Nada mas escuchar ese nombre por su sucia boca algo dentro de mí me pidio rasgarle la cara con mis diminutas uñas y gritar como una posesa, sin embargo, por Noel y mama hice mi mayor esfuerzo.
-Vete- El asintió, sabiendo que en esta batalla no podría ganar.









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