Era Viernes, y por alguna razón inimaginable y que no quería detenerme a pensar, me sentía extrañamente feliz. Era como si una aureola de paz, seguridad y confort hubiese inundado cada parte de mi ser. Aún obviando la terrible señal de que hoy volvía a ser Viernes. Regresaban los jazmines, las cajas con forma de corazón y lo peor de todo, los recuerdos. Aquellos que por más que intente borrar nunca he conseguido, y que difícilmente veo lograrlo algún día.
Además, ¿Porque no decirlo? De cierto forma me gusta recordar a mi antigua mejor amiga Cristina, me gusta que sepa que sigue en mí. Por lo menos en mí sí.
Me deshago de las sábanas con estampados de flores y me miró en el espejo de mi tocador beige. En verdad no estaba tan mal. Incluso llegaba a gustarme un poco. Me miré cada curva de mi cuerpo, estaba casi desnuda, y digo casi porque la ropa interior seguía ceñida a mi cuerpo. El cabello recogido me caía asta los hombros. Mis ojos, como siempre, de un verde pardo, gatunos. Era sin duda una representante de los gatos.
De los gatos callejeros, porque yo tampoco quería dueño.
Salí de mi habitación dando pequeños saltitos conforme caminaba, camine por el pasillo hasta llegar al baño, donde me despeje la cara con agua fría, y que me deshice la coleta con la que siempre dormía. Y entonces esta vez, mi pelo llegaba asta un poco más abajo de mis pechos, ondulado, tapando ligeramente mi sujetador negro con tela de encaje. Salí de allí nuevamente pegando ligeros botes. Cuando llegue a mi habitación cerré la puerta dándola un toque con mi pie izquierdo y volví a mirarme en mi tocador situado al lado contrario de la puerta, desenganche la parte de atrás del sujetador, y cuando me di la vuelta, le vi allí, apoyado en el marco de la puerta. ¡Oh mi dios!, rápidamente me lleve las manos a mi sujetador para que se quedase firme allí, y no se me saliera un pecho.
- ¿Qué? te gusta lo que ves- Pregunte en un tono irónico. A lo que él asintió.
Se paso la mano izquierda por su cabello castaño con reflejos dorados, y se quedo allí mirándome, nervioso.
Llamo mi atención y me di cuenta de que su torso estaba completamente desnudo, dejando ver a la perfección su esculpido cuerpo. Sus pantalones, un poco más bajos de la cadera, caían ligeramente hasta sus pies. Su pelo desaliñado y rebelde, y sus ojos oscureciendo, todo ello me produjo un escalofrió.
- ¡te vas a quedar ahí todo el día!- Eleve la voz desesperada, y con un tembleque en las piernas que no sabía de donde venía. Mis ojos se volvieron ha desviar hacia su torso.
¡No Elsa! Aguanta, me di ánimos.
Y el volvió a sentir, sin sonreír, sin hablar, pero seguía allí, y yo seguía con las manos en mi sujetador, por cierto, sujetador bastante sensual.
- Solo dame un minuto más- Dijo al fin, con la voz ronca, llena de lujuria. Lujuria que atravesó mi cuerpo, y que por una milésima de segundo me deje llevar por esas tan mencionadas hormonas juveniles. Sin embargo, mis manos seguían en mi sujetador, y eso sólo me hacía recordar de que estaba en desventaja, medio desnuda y delante de mi depredador, que me observaba ansioso.
- Serás cerdo- Dije mientras ande hacia la puerta y la cerré delante de sus narices.
Me apoye en la puerta y me lleve la mano hacia mi corazón, notando como mi pulso estaba descontrolado y poco a poco volvía a su pum pum original. Deje soltar el aire, sin haberme dado cuenta de haberlo contenido en algún momento, y después otro escalofrió me recorrió el cuerpo. ¿Qué había sido eso?
Ladee la cabeza y volví a abrocharme el sujetador, ya no vivía sola en casa...
Después de controlar mis nervios volví a salir de mi habitación (esta vez en pijama) y cuando entre al baño me desvestí para darme una ducha. Encendí el grifo y el agua comenzó a salir. Corrí la cortina amarilla y metí el dedo gordo dentro de la bañera.
- Mecagoen...- Dije descontrolada por lo helada que estaba el agua.
Finalmente, y a duras penas conseguí meterme en la maldita bañera, me lave el cabello mientras cantaba una canción que vino a mi mente, después me lo aclaré y volví a echarme champú mientras bailaba un ritmo que me dio por inventarme en esos momentos, con la mala suerte de que una pizca de champú me callo en los ojos.
- Mierdaa...- Dije mientras me restregaba el ojo sin cesar. Me estaba ardiendo, demasiado. Con movimientos confusos empece a buscar algo por todos los rincones de la bañera, asta que decidí que quizás salir de allí y cojer la toalla que había preparado para cuando acabase de ducharme sería lo mejor.
Pero cuando asome mi cabecita por la cortina, me encontré a Ted entrando a hurtadillas al baño, cerrando sigilosamente la puerta.
- ¡ Que cojones crees que estas haciendo!- Chille eufórica mientras estaba dispuesta ha salir de la bañera para cantarle las cuarenta ¿Qué se creía que era esto? ¡un striptease o qué!
Sin embargo me deje llevar tanto por mi enfado que por alguna razón bastante extraña se me paso por completo que estaba en una bañera y no en una ducha, así que literalmente, me comí con mi pierna derecha el gran lateral de la bañera. Me sujete rápidamente a la cortina amarillenta y que tan poco me gustaba.
Pero parece que el destino tenía otros planes para mi, los planes de que me cayese de cruces contra el suelo. Por que la cortina comenzó a romperse rápidamente, y gracias a dios, antes de caer de cara al suelo, Ted me sujeto de los hombros estabilizando me.
Y cuando comprendí la complejidad de la situación, es decir, cuando comprendí que ahora si que estaba medio desnuda, con una cortina tapando pequeña parte de mi cuerpo, y con medio pecho fuera por tanto movimiento, me pegue rápidamente a su cuerpo, esperando que no hubiese visto nada.
- Hola.
A situaciones extrañas, respuestas estúpidas. Era lo más bobo e inoportuno que se me había ocurrido decir. Estaba congelada, y no en el sentido literal de palabra, porque más bien, su respiración entrecortada y sus ojos vistos en mis labios, no me congelaban en absoluto.
El sonrió, de forma burlona. Otra vez, y entonces mi ensueño desapareció.
-¡Estas tonto! Casi me caigo de cara contra el suelo por tu culpa.
- ¿Por mi culpa?- Dijo haciéndose el indignado- Porque tienes la absurda obsesión de echarme la culpa de todo.
- Porque tu eres el causante. ¿Que hacías entrando en el baño?
- Quería coger la gomina.
- ¿Y no podías llamar a la puerta?- Pregunte, como si estuviese hablando con un bobo. Pero vaya, el era un bobo. Un bobo atractivo, pero al fin y al cabo, un bobo.
- Llamé, pero no me hiciste caso porque estabas cantando- Me sonrojé.
- Me da igual pues entonc...
- Que por cierto- Me interrumpió- la canción que cantabas estaba en la lista prohibida que me pasaste el otro día.
- Bueno... y que- Dije enfrentándole
- ¿Que pasa, que en esta casa no existe la igualdad?
- Que no se te olvide que yo soy la dueña, así que puedo hacer lo que me plazca.
- ¿Así? Bueno entonces yo también- Dijo sonriendo de medio lado, seductoramente, mientras se acercaba a mi lentamente, y mientras el bum bum de mi corazón parecía salirse de mi pecho. Por acto reflejo me relamí los labios, y el extendió aún más su sonrisa. Agarro mi rostro con su mano derecha mientras la otra sobrante la posaba en mi cintura, atrayéndome más hacia el, si aún se podía.
Juro que quería separarme, pero mi medio pecho seguía todavía al descubierto, y no me había examinado bien, para saber que más seguía al aire, así que como pude, evite sus labios.
- Ehh- Se quejo mientras seguía intentando besarme- ¿Puedes estarte quieta? intento besarte, pareces una culebra.
- Me estaré quieta cuando tú lo estés- Le respondí impasible, provocando que su sonrisa se extendiese aún más.
- No te hagas tanto la difícil, se que te mueres tanto como yo por que nos besemos.
- La verdad... no.- Quizás un poco.
- Entonces... ¿Por qué sigues aquí parada, a mi lado?- Me pregunto, y yo no me atreví a responderlo. Así que, nos quedamos así un buen rato, mirándonos a los ojos, hasta que sus sonrisa volvió ha aparecer- Vale ya veo, ¿Ahora soy yo el que tiene la sartén en las manos?
- ¿De que estas hablando?- Pregunté confusa.
- ¿Qué pasaría si hago algo como...- dio un paso hacia atrás provocando que reaccionase instintivamente como una copia de él, otra vez pegados- esto?- Termino la frase.
- No tiene gracia, todo esto es por tu culpa y... lo mejor será que te des la vuelta y yo me pueda ir de aquí, ¿Lo entiendes?
- Creo que la que no lo entiende eres tú.- Dijo serio, ¿ Amenazándome?
- Pero sabes que- Continuo al rato Ted- Que me das lastima, y como no soy como tú, sólo te pediré que me des un beso y te podrás ir.
- ¿Qué?- Pregunte incrédula.
- Lo que oyes.
- No pienso permitir que me beses.
- Tu no escuchas eeh- Dijo, trayendo de nuevo al Ted jugetón- He dicho, que tu me beses a mi, no yo a ti.
- Ni loca- Le susurre.
- Bien entonces, podre echarme hacia atrás y observarte.
- De acuerdo, me tapare bien antes de que veas nada.
- ¿Tanto te cuesta darme un beso?- Se quejo, arrugando el entrecejo.
- Si.
- De acuerdo Elsa, te dejaré salir, pero grábate en tu mente, que me debes una bien grande.
- Yo no te debo nada- Dije entre dientes.
- En ese caso podremos tirarnos aquí todo el día, debatiendo- Rodó los ojos.
- Vale, de acuerdo, te debo una, pero girate y cierra los ojos.
- De acuerdo, de acuerdo- Dijo cerrando los ojos y llevándose las manos a la cabeza mientras se daba la vuelta- Si quieres puedes arrestarme.
Ladee la cabeza mientras el seguía riéndose y salí de allí despacio, no quería resbalarme y esta vez si caerme al suelo.
- Que te parece si esta tarde salimos juntos- Me propuso Ted mientras desviaba su mirada de la carretera y quitaba una de sus manos del volante para posarla en mi pierna.
Como siempre, estábamos en su coche camino a la universidad, que por cierto, llegábamos como tres horas tarde.
- Ted - Cogí su mano y volví a dejar en el volante- me estas cansando.
- Venga- Dijo soltando las dos manos del volante y volviéndome loca.
- Pero que haces estas loco- Le chille una vez volvía a ponerlas en el volante- ¡Qué quieres! ¿Me quieres matar o que? estas loco, definitivamente tengo de compañero a un psicópata.
- Quiero que salgamos hoy- Me guiña el ojo.
- Una pregunta- Dije mientras bajaba la tapa del espejo y me pintaba los labios.
- ¿Qué?
- ¿Nunca te vas a cansar de intentarlo?- Pregunte, y después añadí un "pop" al juntar los labios y separarlos para restregarme bien el pintalabios.
- Yo lo decía por tu bien.
- Haber, sorprende me, ¿Por que por mi bien?
- Porque la próxima vez que entre al cuarto de baño para cojer mi gomina no tendrás una cortina- Y sonrió de medio lado, perversamente mientras seguía mirando la carretera, intentando hacerse el misterioso.
- De acuerdo, salgamos esta tarde.
- Ves, no hay quien te entienda.
- Compremos una cortina- le ignore- igualmente esa no me gustaba- Me encogí de hombros.
Una vez llegamos a la universidad, salió del coche para abrir mi puerta caballerosamente, sin embargo decidí estropearle el plan y antes de que llegase a tocar el pomo salí del coche.
- Oh vaya- Movió las manos hacia arriba- ¿Tampoco me vas a dejar ser todo un caballero?
- No quiero deberte nada más- Cogí la mochila y me la colgué en la espalda mientras reprimía mi sonrisa. Se veía tan guapo frustrado. Al segundo ladee la cabeza para quitarme esa idea.
- Pensaba que te gustaban caballerosos- Dijo andando a mi lado.
- Y yo pensaba que te gustaban fáciles- Me encogí de hombros.
- ¿Tú crees?
- Si- Asentí- Jessica Ortiz, rubia, ojos azules y un poco facilona para mi gusto. Nicole Dupont, por su nombre juzgaría que es francesa, pelirroja ojos azul celeste y... demasiado desesperada por no sentirse sola. Bianca Valenti... ¡Woww, italiany! ¿Acaso eres un coleccionista de chicas?
- ¿Y tú que eres? una obsesa conmigo, ¿Acaso el deseo que no dejas emerger te esta volviendo una acosadora.?
- Simple rutina de papeleo.- Me encogÍ de hombros- Tendré que saber a quien tengo de compañero de piso.Igualmente y a lo que iba, no te creas que vas a poder escribir mi nombre en tu larga lista.
- Ya- Dijo irónico mientras se reía.
- De verdad no te has dado cuenta de que no soy como ellas. Si te falta una española para tu colección de antigüedades, búscala en otro lado, yo no soy objeto de juego.
- Nuca he pesado que lo fueras- Me susurro en el oído, poniéndose enfrente de mi mientras caminaba hacia atrás, con esa estúpida sonrisa tan atractiva.
- Entonces, yo nunca he pensado que fueras un estúpido- Sonreí falsamente. Y note el tacto suave de su mano en mi mejilla, sonriéndome dulcemente, y retirándome un mechón por detrás de mi oreja. Me tensé en el momento, pero después intente actuar con normalidad para que no notase mi cambio.
- Ey- Me queje dándole un manotazo a su mano- Me gustaba como estaba-Me solté de nuevo el mechón y sonreí mientras acelere el paso hacia mi aula, una vez doblada la esquina me recogí el mismo mechón que el había enganchado por detrás de mi oreja, sonriendo tontamente.
Que rollo de clases, el profesor hablaba y nadie escuchaba. Unos con el móvil, otros con el móvil, ¿ y los de la esquina izquierda? ,giré mi cabeza, también con el móvil. Gracias a dios la alarma sonó y comencé a recoger mis cosas mientras pude oír su irritable voz desde la primera fila.
- ¡Eh, o te das prisa, o no te dará tiempo para arreglarte para nuestra cita!
Furiosa por su maldito comentario metí con rudeza el archivador en la mochila, y cuando despegue mi mirada del pupitre me encontré con demasiados ojos mirando mi reacción. ¿Qué esperaban? A que me saliera una cabeza en mi lado derecho gritando de furia.
Baje los escalones y cuando llegue al lado de Ted (sonriendo, sintiéndose triunfador) le di una colleja en la corronilla.
- Tú y yo, no tenemos ninguna cita.
- Lose- Se encogió de hombros.- Ya te gustaría.
Después todo fue como siempre. él conducía, y yo, le robe el móvil para ver si la escritora de la nueva historia que leía Bad Girl había subido un nuevo capítulo. Y visto que si, me tiré todo el trayecto leyéndolo.
Después cuando llegamos a casa, hice los deberes y estudie, mientras que él se quedaba viendo la televisión.
Cuando llego aproximadamente las seis de la tarde, salí de mi cuarto y cogí las llaves del piso.
- ¡Vaya!- Exclamo al verme- Pensaba que te ibas a quedar encerrada en tu zulo hasta que no te rescatase.
- Ya ves, algunas princesas no necesitamos la ayuda del príncipe.- Dije saliendo por la puerta del departamento y andando hacia el coche.
- Bueno, ¿Y como las quieres?- Pregunto una vez encendía el motor.
- ¿El qué?
- El que va ha ser.
- No se.
- Las cortinas, cariño, las cortinas.
- No se... quizás rosas estarían bien- Respondí después de meditarlo.
- Ni loco, no me pienso bañar mientras tengo como vista a unas cursiladas de cortinas.
- Y entonces.. ¿Que quieres tener como "vistas"?
- Hace falta decirlo- Dijo moviendo los ojos de una forma bastante extraña y sensual.
- Eres un marrano.
- ¿No funciona?
- El que
- Ser un marrano.
- No, prefiero entonces que te pongas un traje y digas cursiladas por tu boca, como haces siempre
- Yo no soy cursi.
- Si, lo que tu digas- Moví la mano con desinteres- pero sera mejor que te des más prisa o no llegaremos en la vida- Desvié mi mirada hacia el cristal, admirando el paisaje.
Me acordé de aquella vez en la que estaba metida en el coche de papa, camino a la ciudad. El parecía estar contento por ayudarme en la mudanza, sin embargo, sólo yo sabía lo infeliz que él era realmente. Lo peor de todo es que me había tirado una gran parte de mi vida odiándolo Siempre por algo, siempre escusas. Pensaba que el nunca podía entender mis problemas, pero era yo la que no entendía. No entendía que el sólo quería protegerme, el solo quería cuidarme y acunarme en sus brazos durante todo el tiempo que hiciese falta. Pensé que era un padre sobreprotector que no me dejaría nunca volar lejos de su radar, pero me equivoqué. Él estaba dispuesto ha dejarme ir, pero cuando de verdad estuviera preparada para ello. Para alejarme de él, y no tenerle pisandome los talones, él estaba esperando el preciso momento en que dejase de comportarme como una niña montando un alboroto por querer estar en un cuento de hadas. Él esperaba el momento indicado, ese momento en el que maduras y te das cuenta de las cosas.
Él solo me quería ayudar y mientras me encontraba rechazando cada una de sus manos para levantarme del suelo. Y lo peor, fue el momento en el que me di cuenta de que mi padre no era el villano, sino mi salvador....
Remontando tres años atrás...
Entro por la puerta de mi casa pensando que será la última vez que lo haga. Cuelgo el abrigo en el perchero y veo a mi madre a mi lado con un bombo de palomitas.
- He pensado en PMP- Película, Manta, Palomitas.- ¿Qué te parece?
- No tengo ganas.
- Venga, tienes de que desestresarte.
- ¡He dicho que no!- Alce la voz, al rato juguete con mis manos para controlar mi nervios- Tenemos que hablar ¿Donde esta papa?
- Donde va ha estar, encerrado en su despacho.
- Vamos- Digo mientras mientras la cogo de la muñeca. Abro la puerta corredera y le veo concentrado en sus papeles. Suelto la mano de mi madre, e intento llenarme de fuerza para soportar todo el berrinche que me montarán por mi precipitada decisión.
- Reunión familiar- Canturrea mi madre en el oído de mi padre, que este levanta la mirada para verme.
- Hola- Me saluda con miedo.
- Hola.
- ¿Qué tal?
- Puedes estar tranquilo, no me voy a desmayar- Dije dura y fría.
- Bueno y a que se debe esta reunión.
- Me mudo- Solté de golpe, sin querer esperar más tiempo para los gritos, las regañinas... Una vez dicho las palabras no pueden cogerse y meterlas de nuevo en la boca. Así que hay estoy, afrontando lo que tenga que venir.
- De acuerdo- Dijo mi padre mientras volvía su mirada a el papeleo.
Me pillo tan de sorpresa que entreabrí mi labios formando una gran O
- ¡Ni loca!- Empezó a chillar mi madre como una descosida, y yo entrecerré el entrecejo, se supone que ella era mi pilar de apoyo- No te vas a ninguna parte, ¡Me escuchaste!
- Esther no chilles- Rogó Tom.
- ¡Que no chille! Qué te pasa, acaso el té que te he traído te ha afectado, tú hija habla de marcharse, de separarse de nosotros y tu te quedas tan pancho en tu mugriento sillón.
- Ella ya es mayorcita para tomar sus propias decisiones.
- ¡Si no tiene ni la mayoría de edad! que va ha saber ella de la vida.
- Te ha seguro que sabe demasiado, por lo menos más de lo que a mi me gustaría.
- Me da igual- Me mira esta vez a mi mi madre- no te vas a ningún lado.
- Mama yo... tengo que marcharme, quedarme aquí no me trae nada bueno.
- ¡¡CLARO!! ¡Qué bueno te va a traer si el tonto de tu padre se encargo de arrebatarte todo!
- No le hables así- Dije automáticamente, sin saber bien porque. Yo nunca interfería en sus peleas, y ni mucho menos defendía a aquel ser que siempre consideré mi enemigo. Mi padre se levanto de su gran trono y se acerco a mi para darme un abrazo.
- Cuídate bien hija, por favor, nunca me perdonaría que te pasará algo lejos de mi- y me dio un dulce y paternal beso en la coronilla.
- Oh no, no creáis que poder aliaros contra mi. He dicho que te quedas y punto.
- Mama yo...
- ¡Que no!¡No no y no! ¿Sabes cuantos números de personas mueren en la ciudad? Hay ay de todo, psicópatas, asesinos, acosadores. ¡Rotundamente no!
- Pero mama, eso también ocurre aquí, ¿O no has visto lo que ha pasado con Cristina?
- Ya pero el número de personas asesinadas es menor hija.
- ¡El número!- Comencé ha ponerme verdaderamente histérica- ¡Acaso eso significa para ti Cristina! Un maldito número más. No mama, esto no es como contabilización, estamos hablando de personas. Seres vivos que tienen sentimientos, No de números. Y quiero que te quede una cosa bien clara, si he venido aquí no era para pediros permiso, eso una decisión tomada, e irrevocable.
- Y yo soy tu madre.
- ¿Si? Pues entonces puedes dejar de serlo- Dije girándome mientras cogía el pomo para marcharme de allí lo antes posible.
- Tom, como se te ocurra dejar salir a tu hija ahora mismo de aquí, entonces QUIERO EL DIVORCIO.
Mi mano, antes dispuesta, ahora se encontraba en un tembleque incesante. Siempre tuve miedo de que mis padres se separasen, ellos hacían muy buena pareja y se querían, más de lo que he llegado a ver jamás. Y ahora, era yo aquel hilo fino que sostenía su base. Era yo la que decidía si romperlo, o dejarlo todo como estaba. La mano de mi padre cayo sobre mi hombro exaltando me y volviéndome a la realidad.
- Te echaré de menos- Dijo, mientras él mismo abrió la puerta, y me dio un pequeño empujón.
- ¿Elsa?- Pregunto Ted asomando su rostro por la puerta abierta.
- Gracias- Contesté mientras salía.
- Oye... ¿Te pasa algo?- Me preguntó Ted mientras cogía una de mis manos e intentaba frenar mi paso. Pero ahora me sentía dolida, y no sólo eso, si no culpable. Siempre quise tener un amor como el de mi padre y mi madre, y ahora ese amor se encontraba destruido, y lo peor, por mi culpa.
Un frío helador comenzo a subirme por el brazo, y cuando quise darme cuenta Ted se encontraba agarrando mi mano. La solte rápidamente, con la imagen de Cristina en un ataud.
- No, vamos- Tire de su chaqueta, pero al parece tenía el claro objetivo de hacerme hablar. Me giré, intentando ocultar mis emociones.
- Sabes que puedes contármelo ¿Verdad?-Dijo dulcificando su rostro
- Ted, hay muchas cosas de mi que no conoces, y preferiría que siguiesen así- El se limitó ha asentir mientras comenzábamos la marcha al interior del centro comercial.
Había tantas tiendas, tantas marcas, y justamente la de muebles para casa era la la última tienda de todo aquel centro, una vez llegamos, ya con los pies molidos, nos dividimos en dos.
- Mira, tu vas por allí- Señale el camino izquierdo.- Y yo por aquí- Señale el derecho donde se encontraban un montón de cortinas para el baño colgadas en un hilo. Me hacía sentir en los años atrás, donde las madres siempre colgaban la ropa en el patio para que se secase a la luz del día.
Toque la textura de una cortina azul con dibujos de vacas azules, era preciosa, sin embargo su textura no me gusto demasiado. Seguí metiéndome en el meollo de todas aquellas cortinas, volviéndome loca, sintiéndome como en un cuento de hadas, sintiéndome pequeña de nuevo. Nadie podía verme, y yo tampoco podía ver a nadie. Aspire el olor, imaginándome en el césped interior de mi casa jugueteando, mientras mis padres estaban juntos, dados de la mano tomando una limonada. Creí respirar el olor a aire, a verano, a amor. Cerré los ojos y mire hacia el techo de la tienda, mientras estiraba los brazos hacia el aire y daba vueltas y vueltas. Hasta que volví ha sentir esa sensación tan tenebrosa que me dejaba paralizada, y que esta vez no iba a ser menos, es más, por alguna razón inexplicable, el frío se extendió rápidamente por todo mi cuerpo, dejándome congelada. Cuando me giré para poder ver quien estaba detrás mía, no vi a nadie, solo una sombra entre todas aquellas cortinas que corría rápidamente. Hasta que desapareció.
Sintiendo como el aire me faltaba y el terror se metía por cada huequecito de mis huesos eche a correr, liándome entre todas aquellas cortinas. Sintiéndome de nuevo indefensa. Débil, como nunca deje de serlo.
Una vez que estuve a punto de verlo todo por perdido, de sentarme y dejar que la muerte llegase, oí su odiosa voz llamándome, y fue la primera vez desde que le conocí, que me alegraba de tenerle cerca.
- Mire hombre, aquí esta- Dijo mirándome dulcemente, y yo sin poder pensarlo siquiera le di la mano, separando la al minuto. El me miro extrañado, y yo me limite a sonreír forzosamente mientras el me agarraba de la cintura. Y de cierta forma, se lo agradecí internamente, las piernas me fallarían en cualquier momento.
- Oh- Dijo una señora bastante mayor con un cartel colgando de su chaqueta que ponía "Carlie"- que bonita pareja hacéis juntos.
- Señora, el y yo...
- Ya lose- Dijo la señora riendo timidamente- ya me lo dijo este joven tan apuesto, venís a decorar vuestra casa.- Eche una mirada furtiva a Ted volviendo le ha odiar por hacer de las suyas.- Y entonces que buscáis ¿Una cama?- Pregunto de sopetón tapándose al rato su risita nerviosa y tímida- Lo siento, ha sido una indiscreción- Esta anciana me estaba empezando a caer mal, así que, era mi hora de contraatacar.
- No, cortinas para el baño- Dije rotunda- Pero es que...¿Acaso mi novio no te lo ha contado?
- ¿El qué?
- Vaya cariño- Dije dándole un toque en el hombro- Ya que le cuentas a las señora nuestra historia hazlo completamente. Este "joven apuesto"- Utilice sus mismas palabras- me fue infiel con mi mejor amiga y en mi cama.- La señora se horrorizó, soltando un gritito de sorpresa, de inmediato, arrugo el entrecejo y más tarde echo una mirada de odio a Ted, mientras se alisaba su falda, y volvía ha hablar con un trato formal- Seguidme por aquí- Dijo seria y fría.
Mientras andábamos detrás de aquellas señora molestosa, pellizque el culo de Ted.
-Au, eso ha dolido, no la tomes con mi culo.
- Aquí están las cortinas, y si no tenéis ninguna pregunta más, me retiro
Al final cogimos una de color azul con margaritas azules cayendo sutilmente, era preciosa, y más aún cuando llegamos a casa y obligue a Ted a colgarla en la bañera. Después, a la hora de dormir saqué una foto de Cristin ay me quede, mirándola durante unos segundos, apretando los ojos y deseando volver a verla.
2 Comentarios:
HOLAA :)
Estaba deseando leer un nuevo capitulo y aqui estoy. Me encanta Ted.
La mejor parte, cuando estaban en el baño *.*
Estare esperando el siguiente con mucho entusiasmo, pero tomate el tiempo que necesites para escribirlo y publicarlo
BESOOS :)
Hola maria love forever !! :-)
Muchas gracias por leerme. Si verdad, es tan mono jajaja y seguro que cada vez os parecera mas mono.
Si esa parte la ice al menos hace una semana jajaja la otra media ayer
la verdad es qe creo que lo tendre pronto (aunque todavia no e empezado) pq tengo una temporada sin examenes yeso me permite un poco evadirme de la realidad. Besitooos y hasta pronto!
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