Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Capítulo uno: Mi nuevo compañero de piso.

NOTA IMPORTANTE: ESTE SI ES EL CAPÍTULO UNO DEFINITIVO, ESPERO QUE LES GUSTE, Y POR FAVOR, SEGUIR VOTANDO AUNQUE HAYA PUBLICADO, GRACIAS.

-¡Despierta!- Dije tocando suavemente con mis nudillos la puerta de "su" ahora habitación.
Camine hasta la cocina asta que el sonido de la tostadora me sorprendió, y no pude evitar reírme de mi misma al asustarme. Cuando me encontraba hace un mes sin compañero de piso, todo ruido era suficiente para aterrorizarme.
Todo eso se debe desde hace tres años cuando decidí mudarme a la ciudad en busca de poder olvidar mi desastroso pasado. Al principio mis padres me compraron una casa en el centro de la ciudad, porque pensaban que al ser el sitio de más movimiento, podría pedir ayuda si un psicópata entra en mi casa con la posibilidad de matarme, violarme y cuantas cosas mas me dijeron, pero sin embargo no pensaron en el ruido infernal de los coches y de los bares que no me dejaban dormir asta las altas horas de la noche. Además aquella casa era un cuchitril en el que no podías tener suficiente movimiento, y desde que Cristina murió y no se muy bien porque, siento un gran terror a los lugares pequeños. Después de la mudanza evalué varios colegios donde tenía la oportunidad de matricularme, y al final decidí, por Liceo Guillmore. Era un colegio privado donde impartían Bachillerato, más que nada lo decidí por que tenía la esperanza de no encontrarme a ningún estúpido chulo egocéntrico conquistador, y para mi dicha tuve suerte, sólo había niños ricachones que cuando intentaban hablar conmigo, me dejaba llevar bastante por mi risa por su acento demasiado pijo para mi.
Cuando acabe el Bachillerato decidí entrar en una universidad pública, y allí fue cuando los problemas volvieron, y refiriéndome a problemas me refiero a molestos hombres con pinta de patanes. El primer año sin duda fue el peor, venía uno tras otro con el orgullo de poder conseguir aunque sea un poco de atención por mi parte, sin embargo los despachaba rápidamente. Todos y cada uno de ellos eran como un Alonso diferente queriendo entrar en mi vida, pero hacia bastante tiempo que eche los siete candados en mi corazón y puse puntos a esa herida.
Y ahora si, nos encontramos en el momento del presente, en mi segundo año de carrera, todavía algún que otro creído arrogante se acercaba, pero creo que se me declararon tantos hombres que ya no queda casi ninguno sin hacerlo. Al parecer, una mujer sin interés les resulta descaradamente envolvente, sin embargo a mi me parecen patéticos. Incluso ya escuche rumores de apuestas que me involucraban directamente.
Pero a lo que iba, el asunto de que ahora, después de haber estado odiando a los hombres durante tres años de mi vida y que ahora tenga un compañero de piso, radicaba en que hacía bastante tiempo me encontraba recibiendo mensajes de textos bastante escalofriantes para mi. Además de que cada viernes me mandan un ramo de jazmín con una caja de bombones con forma de corazón, al principio me dio absolutamente igual y me comía los bombones, sin embargo, ahora me parece algo de lo más siniestro.
Por ello tome la propia decisión de buscar un compañero de piso. Y si, debía ser obligatoriamente un hombre. Un hombre sin las hormonas revolucionadas, con un buen expediente académico y un físico cuidado, lo suficientemente cuidado como para que si un extraño entra en casa, pudiese darle una paliza, y por último un tímido chico que no se atrevería ni casi a dirigirme la palabra.
Buscaba, algo totalmente opuesto, a lo que no había dejado de ver todos los días.


Sin embargo, mi plan fracaso en cuanto me senté aquel día soleado en la terraza de cualquier bar aproximadamente a las doce de la mañana. Era sábado y no tenía nada que hacer, así que, había estado recogiendo los expedientes de todos aquellos chicos disponibles para convertirse en mi compañero de piso.
Y si, quizás sonaba bastante raro, pero en todos estos años fuera de mi pueblo no he conocido a nadie, y no me gustaría que justamente metiese en mi casa al "asesino", vamos, al acosador.
Ese día cogí todo aquel papeleo que había metido cuidadosamente en mi bolso antes de salir por casa, y lo deje encima de la mesa, con minuciosidad de no manchar toda aquella documentación.
- ¿Quiere algo de beber señorita?- Pregunto el camarero sorprendiéndome y desviándome del objetivo de encontrar un compañero de piso lo más rápido posible. Le miré. Tenía la corbata bien atada y una sonrisa que mostraba la perfección de sus dientes, con el cabello rubio y unos ojos azules en los que cualquier mujer podría quedarse sumergida y fundida dentro, sin la posibilidad de escapar de su mirada, y tampoco de él. Sin embargo, no me pareció nada del otro mundo- ¿Y bien?- Pregunto inclinándose hacia delante con una sonrisa estúpidamente socarrona. Como si pensara que me hubiese embelesado su mirada, y hubiera estado analizado su cuerpo. Entonces por su culpa, tenía unas inmensas ganas de contestarle con el tono más borde que haya utilizado en toda mi vida. Desvié mi mirada de la suya, volviendo a concentrarme en todos los expedientes, y pasando hoja por hoja (sin mirar ni siquiera los nombres de aquellos candidatos) dije:
- Una Fanta de naranja- Respondí, omitiendo el "por favor".
Pude notar como su presencia seguí allí, estaba todavía parado a mi lado, seguramente decepcionado por mi poco interés hacia él, y probablemente con aquella tonta sonrisa borrada de su rostro. Reprimí una sonrisa, y en vez de reírme dije lo más seria posible: - Qué, ¿Te vas a quedar aquí todo el día, o moverás tu culo para traerme el refresco?
Pude notar su desconcierto, y después de lo susodicho, giro sobre sus talones para regresar a su puesto de trabajo: atender a los clientes.
Normalmente no solía ser así de agria con la gente. O mejor dicho, no me gustaba ser agria con las personas, pero si la situación lo merecía, podía ponerme lo más firme e impasible que pudiese. Yo tenía modales y podía llegar a ser incluso un poco dulce, pero con los tíos eso era imposible. Todos con aquella sonrisa y sacando pecho, sintiéndose el jefe de todo, egocéntricos.
El vaso de Fanta de naranja apareció por mi vista hasta llegar a la mesa, y debajo de el un posa-vasos con el símbolo reconocido del bar. No mire hacia arriba, aún cuando unas ganas inmensas se despertaron en mi interior. Ladee la cabeza, e intente concentrarme de nuevo en el duro y difícil trabajo que me esperaba aquella mañana.

Nombre: Lucas Garcia.
Trabajo: Estudiante.
Masa muscular: 24%

Lo deseche rápidamente y ni siquiera me detuve en leer todo el expediente. Después de ese, vinieron muchos más así, normales. Y después de un tiempo encontré el perfecto para mi, el chico era tímido, atleta, y además con un buen espediente academico, ¿Qué más podía pedir?. Sin embargo por si acaso, seguí revisando todo aquel papeleo, aburrida y cansada. Todavía me quedaban 134 expedientes por ojear y justo cuando llegé al primero, es decir, el último de todos aquellos. Me llamo la atención.

Nombre: Ted
Trabajo: No hacer nada.
Masa muscular: 200%
¿Estudiante?: Si
Notas: 5
Preferencias sexuales: Puro jamón ibérico.

Con solo eso me sorprendió las tonterías capaz de decir aquel estúpido chico. Estaba claro que esta documentación pasaría al cajón oscuro, el cajón de los no elegidos. ¿Cómo podía ser tan egocéntrico? . Contra más lo pensaba, más la rabia me invadía , este era uno de esos tipos, de esos que llegan y te prometen el cielo, la luna y una estrella. Te prometen cosas imposibles, para volver posible que te enamores de él, y después, se irá, te arrancara el corazón y... Deje de pensar aquello y seguí leyendo su estúpido expediente.

Con que tres palabras te definirías: Atractivo, Conquistador y Valiente.

Oh valla, y modesto también- Pensé para mis adentros.

¿Quién crees que es la persona más guapa del mundo?: Yo
¿Donde te ves dentro de diez años?: El la fiesta más alucinante del mundo
¿Cuál es tu mayor sueño?: ENAMORARTE

Aquella respuesta me pillo por sorpresa, tanta, que cuando fui a coger la Fanta de naranja no miré bien donde el camarero la había dejado exactamente en la mesa, y por un descuido y sin querer, se cayo. Vertiendo todo su líquido sobre la mesa, y lo peor, sobre los papeles y mi vestido.
Miré a mi alrededor para cerciorarme sobre si alguien me habrá visto, pero por alguna razón extraña, no había nadie, estaba completamente sola ¿Tanto tiempo me había quedado allí sentada, mirando expedientes?
Una risa burlona detrás de mi espalda resonó fuerte, irritándome. Me giré sobre la silla y le miré, ahí estaba de nuevo, el bobo y seductor camarero. Le miré encolerizada.
- ¿Qué haces ahí parado? ¿No ves el desastre que has echo?
- Señorita, eso no ha sido mi culpa- Dijo, todavía con aquella risita burlona
- ¿Quieres mover tu culo y limpiar este estropicio?
- Oye- Apoyó su manos en el respaldo redondo de "mi" silla, inclinando su cuerpo hacia delante, incomodando me y causando que echase mi cuerpo hacia atrás, temerosa por su contacto.- ¿Qué tiene con mi culo? ¿Tanto te gusta?
- Serás descarado- Dije girando mi cuerpo de nuevo, para no verle. Sin embargo este, tranquilamente y de forma armoniosa se sentó en la silla del frente- ¿Acaso tú no tienes nada que haces? No creo que te paguen para sentarte en una silla y molestar a la clientela.
- ¿Te estoy molestando?- Preguntó, elevando una ceja
- ¿Tú que crees?- Le respondí con otra pregunta, también elevando la ceja.
- Yo creo que tienes una terrible obsesión con mi cuerpo- Dijo, con otra irritable sonrisa.
- Y yo creo, que te falta más de una neurona.
- ¿Por qué crees eso?
- Porque no he conocido a nadie tan odioso, molesto y ególatra como tú.
- Y yo no he conocido tampoco a nadie tan susceptible como tú- Se encogió de hombros, sacándome aún más de mis casillas, como si fuera poco.- ¿Qué es eso?- Pregunto señalando los papeles, ahora mojados.
- Son...- Dije poniéndome nerviosa y metiendo el expediente de ese tal Ted el último de todos- son papeles, papeles mojados por tu culpa.- Dije recogiéndolos.
- No mientas- Negó con la cabeza- Se perfectamente lo que es.
El miedo invadió mis huesos. ¿ Pudiese ser que aquel hombre atractivo fuese mi acosador?¿Podría ser?. Todo el mundo podría ser.
- ¿Acaso no tienes mejores cosas que hacer?
- No, estamos cerrando ya.
- Bueno... Pues yo, me voy.
- Espera- Dijo, antes de que metiese los papeles en el bolso.
- ¿Qué?
- ¿Puedes darme el número de teléfono de tu casa?
- Mira, si crees que tienes una mínima posibilidad conmigo, por si no te has dado cuenta, no. No la tienes ¿De acuerdo?
- ¿Ahora quien es la ególatra?- Pregunto, con la estúpida sonrisa de siempre y la ceja aún alzada.
- ¿Entonces por que lo quieres?
- Bueno, he pensado que estaría bien que mis amigos tuvieran el número de mi nueva casa.- Le miré sin entender nada- Ya sabes, soy tu nuevo compañero de piso.
- Espera, ¿Qué?- pregunte confusa.
- Lo que escuchaste, yo estoy dentro de todos esos papeles- Dijo apuntándolos
- ¿Y como estas tan seguro de que eres el elegido?
- Fácil- Se encogió de hombros- Cuando vi tu oferta en el tablón de corcho pensé que no podía desperdiciar la oportunidad, me quiero independizar y no tengo demasiado dinero, así que, como un cerebrito me tenía que devolver un favor se lo cobre. Para mi suerte- Dijo alzando las manos hacia el cielo- Era como una especie friki fans número uno tuyo, y sabía perfectamente que escribir en cada hueco para llamar tu atención y que me eligieses.
-¿Qué...- Dije sin terminar la frase. Rememoré todos los expedientes uno por uno, y ahora fue cuando me di un colleja mental por no haber pedido fotos de los chicos, ¡ Solo lo hice para que tuviesen en cuenta mi criterio objetivo! ¡Objetivo! ¡Já! ¿Y ahora como me encontraba yo por mi estúpido criterio objetivo?
Entonces me acorde de aquel expediente. Si, ese expediente. Era el mejor, todo estaba en su sitio, e incluso a mi me pareció de lo más extraño. Le busque entre el papeleo asta que el encontré  Ethan Fitz.- Pues amigito creo que has fracasado.
- ¿Por?- Pregunto angustiado.
- Porque todavía no había firmado, y se perfectamente quien eres.
- ¿Enserio?
- Si- Sonreí satisfecha.
Y aunque me doliese en el alma, solo había una persona de todas aquellas que se encontraban en mis candidatos que sabía que no era perfecta. Que sabía que era imperfecta. Qué sabía que era un engreído y patán. Lo sabía, y era mi tal salvación, que sin pensarlo ni siquiera una vez, agarre el último expediente de todos aquellos y lo firme. Rápido, Con prisas, como si en ello se me fuese la vida.
Para cuando levante la mirada, le vi. Con su sonrisita, con sus ojos burlandose de mi.
Me había mentido.
- Encantado de ser tu nuevo compañero- Dijo apoyando sus manos en la mesa para inclinarse hacia mi, de esa manera que tanto me incomodaba.
- Eres...- Dije consumida por la rabia- Eres un embustero- Comencé a elevar la voz sin darme cuenta -mentiroso,- Me levante de la mesa sintiéndome fuerte- molesto, y atractivo.
Sus ojos se abrieron ¿Por qué?
Y cuando quise rebobinar, me había dado cuenta de la estupidez que había dicho.
- ¿Soy atractivo?- Pregunto, burlón- Sabía que te gustaba mi culo.
- No es cierto, simplemente me irritas y me haces decir tonterías.
- ¿O verdades?- Se levanto acercándose a mi.
- No te muevas- Le señale mientras cojía el bolso y lo colgaba en mi hombro- Adiós- Dije lo más fría que pude mientras comprobaba que seguía en el mismo sitio de antes.



Y después de un día, se presento delante de mi puerta con todas las cajas de la mudanza. Le miré. Y de nuevo era el, con aquella sonrisa, me daban ganas de darle una patada en el culo y echarle...
¿Por qué siempre pienso en su culo?
Ladee la cabeza y arrugue el entrecejo formando una V entre mis cejas.
- ¿Mi culo de nuevo? -Pregunto, asombrándome de nuevo.
- No- Susurré nerviosa. - Mira, no me queda de otra que aceptarte en MI casa- Dije poniendo énfasis en que era de mi propiedad- Pero como veo que todo esto es un estúpido juego para ti, adivinaré esta vez yo, que no te leíste la nota, así que hay tres reglas que debes saber antes de entrar por esta puerta .La primera, puedes traerte chicas a casas, tener una noche de chicos o incluso dejar la casa desastrosa, pero cuando por la mañana yo me levanté quiero ver la casa más reluciente que el día anterior.La segunda, no puedes poner un tipo canciones que te indicaré en una lista, y la tercera y no por ser menos importante, como se te ocurra intentar conquistarme, seducirme o mirarme lascivamente durante más de tres ocasiones, entonces eso supondrá que te eche de MI casa de una patada, al igual que si incumples alguna de las demás reglas.


El sonido de tostadera me devolvió de nuevo al presente, mi café ya estaba caliente, y las 8 tostadas estaban puestas encima de la mesa, todo esto echo, mientras recordaba mi pasado durante estos tres años fuera de mi pueblo. Caminé hacía el pasillo, y volví a tocar levemente su puerta.
- Ted, si no te despiertas, me comeré todas las tostadas- Le dije al otro lado de la puerta. Y eso dio un gran  impulso a que segundos después apareciera por la puerta de la cocina.

No pude evitar reírme al ver que parecía que le había pasado un coche por encima, ayer se fue a la típica fiesta de universitarios, y hoy tenía el pelo enmarañado y un aspecto cansado.
- ¿Quieres que te haga un café?-Pregunté siendo amable por primera vez con este chico - ¿O mejor una tila?- Dije esto de forma burlona.
- Un café estaría bien.
Me levanté de la silla haciendo bastante ruido debido a que esta se encontraba coja, y abrí el armario de la despensa donde se encontraba toda la comida. Puse el agua a calentar y minutos después, cuando ya estaba caliente se lo lleve a la mesa.
- Gracias- Me dijo con una gran sonrisa.
- No hay de que- Dije recogiendo mi plato.
Después fui a mi habitación y me vestí con la ropa que elegí el día anterior, me maquillaje de una forma natural y me recogí mi pelo en una coleta alta en la que recogia mi cabello ondulado, que por cierto y se me olvido mencionar, mi madre en una de sus escapadas de su vida con su nuevo novio, vino y me tiño el pelo de aún más rubia, al igual que me hizo una permanente rizada,aunque me lo dejo más bien ondulado.


- Tenemos que empezar el trabajo- Dije después de un gran rato en silencio. Nos encontrábamos en el coche camino a la universidad. En el coche de Ted, algo bueno de tenerle como compañero.
- Relájate, solo piensas en los estudios- Dijo desviando por un momento la mirada de la carretera.
- Tú mira a la carretera, no te despiste- Le reñí.
- Hoy vas muy guapa- Dijo con una sonrisa de medio lado.
- Y tú hoy vas como siempre- Dije seria.
- ¿Y como es ir como siempre?
- pues igual de engreído descarado de siempre.
- Oh vaya, muchas gracias por el cumplido.
- No hay de que- Termine la conversación.
- Eres rara- Se aventuro a decir.
- ¿Rara?¿Por que?
- No se, no tienes novio, no tienes amigas... aunque casi todas las chicas de clase se mueren por hablar contigo, además nunca sales de fiesta y sólo te preocupan los estudios.
- Ya...- Dije agachando la cabeza- Soy un poco rarita- Y entonces volví a recordar lo más oscuro de mi vida, a Alonso, a Cristina, a la lejanía de Sandra.
- ¿Qué te pasa?
- Eh- Dije mirándole a aquellos ojos que ahora debajo del túnel parecían negros, pero un negro que no llegaba al café y..¡Dios!, que hacía pensando en el maldito café ¡Para de pensar en Alonso! hace meses que ya no lo haces.- Nada.
- Enserio dime que te pasa o paro el coche.
- Ya he dicho que nada, no tengo ni idea de por que..- Me detuve al verme en mi reflejo, tenía algunas lagrimas recorriendo me el rostro. ¿Hacía cuanto que no lloraba?¿Hacía cuanto que no sonreía?
- Voy ha parar- Dijo haciéndose a un lado de la carretera.- Dime que te pasa.
- Nada, ni siquiera me había dado cuenta de que bueno..- Dije al ponerme por primera vez nerviosa- Quiero decir que yo no sabía que estaba, ya me entiendes.
- ¿Por que estas nerviosa?- Dijo burlón
- Bueno nunca me gusta que me vean llorar y menos si no se que estoy llorando. Quiero decir...
- Ya no hace falta que sigas intentando desviar el tema ¿En que pensabas?
- Mira Ted, lo mejor será que vuelvas poner rumbo a la universidad o llegaremos tarde.
- Oh valla...-Agacho la cabeza y después cuando me miro a los ojos encontre una luz de arrepentimiento- te he sentido ofendido al llamarte rarita- Dijo acercándose a mi y sujetando mi rostro con las manos, y de forma bruta e instantánea le separé las manos- Por que no te vienes hoy conmigo- Dijo ilusionado, volviendo a poner las manos al volante, haciendome sentir más tranquila.
- ¿Donde?
- A una fiesta que me han invitado- Dijo poniendo en marcha de nuevo el motor.
- Te han invitado a ti, además, hoy tengo algo importante que hacer.
- ¿Enserio?- Me miró sorprendido, preguntando irónicamente- Te sentarás en la cama y estudiarás, ¿Eso es importante?
- No Ted, hoy voy ha visitar a una persona.
- ¿A quien?- Dijo desviando de nuevo su vista de la carretera, angustiado y arrugando el entrecejo.
- A una, no te voy a contar mi vida privada. ¿A que hora volverás de la fiesta?- Intenté cambiar de tema.
- No te importa mi vida privada- Dijo frunciendo la boca y agarrando fuerte el volante.
Bien, se había cabreado. Suspiré, y me miré los dedos durante todo el viaje.

Después cuando llego la tarde, salí de casa como le dije a Ted, el cual aún seguía enfadado, y camine asta aquel piso que conocía bastante bien. Llame al 4ºb, que instantáneamente al verme por la cámara me abrieron, y cuando subí, la misma chica tímida y agradable de siempre me atendió.
- Oh valla, ya te echábamos de menos- Sonreí- Él te lleva esperando bastante tiempo.- Y me abrió la puerta de su despacho.
Le vi allí sentado como siempre. ¿Cuántas veces le había juzgado?. Él estaba ahí, en su silla, intentando comprenderme y siendo siempre lo más simpático posible, pero yo era impasible, mordaz, y nunca quería que supiese más de lo debido. Porque cuanto más sepan de ti, más poder tienen para hacerte daño.
Me senté en el sofá de siempre, y le miré a los ojos implacable. El sonrió, como si me tuviese que sentir en casa, y quizás de una manera, así me sentía.
- ¿Qué tal estas Elsa? Hace mucho que no sabía de ti- Acerco su silla hasta quedarse a tres metros de mi.
- Bien- Asentí.
- ¿Seguro? ¿Todo bien? Estudios.
- Si- Volví a sentir, sintiéndome como una niña pequeña orgullosa por llevar sus tareas al día.
- ¿Amores?
- No- Negué con la cabeza.

Y después suspiré echando mi espalda hacia atrás, por fin se había acabado la conversación. El volvió a sonreírme y saco una libreta en la que siempre apuntaba cosas. Después me miro por última vez y suspiró. Y ese suspiro, fue como una ventisca contra mi frente.
Oh, ahora recordaba porque tan poco me gustaba venir aquí. Venía, me sentaba y al no decir nada el suspiraba, como pensando "no estas mejorando". Pero claro, el no ha tenido que pasar por la muerte de una amiga, a el no le han engañado, ni le han prometido todo para luego verse sin nada, sin ni siquiera verse a sí mismo como antes. Él no, pero yo si.
Él solo tiene que sentarse y saber porque estoy así, o porque soy como soy, sin embargo él no lo sabrá nunca porque yo nunca diré más de la cuenta. El solo puede teorizar. Él solo tiene que escuchar las tristes lamentaciones de una tonta como yo, pero yo, no quiero que me escuche y mucho menos que me conozca. No pienso venir aquí y contarle mi triste vida, no si por ello debo pagarle. Para eso vengo aquí una hora y no cuento nada, simplemente me acomodo en el viejo sofá de siempre y analizo todo lo que he echo durante la semana. El solo esta aquí, sentado, simpático y con esa estúpida libreta en la que no tengo ni la más remota idea de lo que escribe. El esta ahí, y yo aquí.
Es poca distancia, pero si el estuviese aquí, sería yo, y quizás podría entenderme un poco más de lo que lo hace. 
Además, no podía culpar le, su trabajo es ese, yo no podía pedir que después de tres años fuese mi amigo, el debía alimentar a su familia, y este era el medio por el cual lo conseguía.
Sin embargo, cuando me sentía cómoda y a gusto, el volvía a suspirar.Volvía ha crear una ventisca en mi interior que me derribaba. Y de eso, sí podía culpar le.
- ¿Puedes dejar de suspirar?- Pregunte enfadada, enfadada por lo que ese gesto me causaba.
- ¿Por qué?- Pregunto.
- No todo en la vida se puede analizar, Doctor Freud- Respondí mordaz
- Te equivocas pequeña Els, siempre todo se puede analizar.
- Entonces... ¿Por qué me lo pregunta?
- No lose- Se encogió de hombros- Sólo para que lo digas en alto, para que te des cuenta de las cosas.
- Entonces dime, ¿Por qué me molesta que usted suspiré?- Pregunte con rabia.
- Por que sientes que me defraudas, y es en cierta forma no te gusta. No te gusta saber que después de tres años siga suspirando como siempre, o sonriéndote afable. Sólo quieres que te haga daño, porque piensas que todo el mundo hace daño y constantemente te preguntas: ¿Cuando lo hará?. Me analizas y criticas en tu interior continuamente, intentado encontrar algún punto para odiarme y no lo encuentras. No lo encuentras asta que te haga sentir de esa forma, como cuando mi niña pequeña Lizz hace algo indebido y la miro decepcionado, entonces la rabia e ira te consume y piensas "¿Por qué he venido aquí?
- Y si lo sabes, ¿Por que sigues haciéndolo? - Pregunté dejándome llevar por los sentimientos de dolor, entonces el si era malo, el sabía que me hacía sentir mal y aún así seguía haciéndolo.
- Por que cada vez que vuelves a visitarme, se te ve más feliz.
- Y... y..- No me salían las palabras- Y eso que tiene que ver. Sabes, dejemos por hoy la charla.
- De acuerdo Elsa- Dijo sin más suspirando de nuevo y girando su silla.
Salgo de sus despacho y voy a toda mecha hacia el ascensor.
- Adios Señorita Elsa.- Alza la voz la secretaria.
No la contesto y entro en el ascensor, pensando como cojones he dejado que mi lengua se escape de su boca.

2 Comentarios:

Mikaela dijo...

Oh, ¡Dios mío me ha encantado! Jeje hacia muchíiiiiisimo que no me pasaba, pero al ver que empezabas una nueva novela decidí leerla. jajaja me encanta la parte de:
¿Cuál es tu mayor sueño?: ENAMORARTE
¡Un beso!<3

AE dijo...

Hola Mikaela :)
jajaja Mucas gracias, si xD muchisiiimo. Si aunque es la continuación de la otra.
Muchas gracias :))
besiness !!

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