Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Capítulo 18: Mahoma y su montaña





Desde que ella se metido debajo de las sábanas con él, todo fue silencioso. Ninguno de los se atrevía a hablar y ni mucho menos Alberto podía dormir. Todavía tenía curiosidad sobre la suavidad de la piel de Cristina, y su mente tenía que hacer una gran esfuerzo para poder controlar sus impulsos. Aún podía notar ese repicoteo mínimo en la palma de su mano que exigía poder acariciarla.
Cada vez que su mirada se sumergía por debajo de las sábanas el deseo ardía en su interior. Si pudiera la echaría de su cama para poder dormir tranquilamente y no estar tan tenso, sin embargo aquello ella lo vería algo ofensivo en contra de su sensualidad, ¡Ofensivo! quizás no pensaría lo mismo si pudiera ver cada una de las fantasías que se le cruzaba por la cabeza desde que apareció por la puerta con aquel camisón transparente, más transparente de lo que le hubiera gustado para no tener un disputa en su interior. 
¿Pero en contra de su sensualidad? Acaso aquello era evidencia de que ella quería conseguir ser sensual, sería algo absurdo, debido a que incluso en chándal ella era terriblemente sensual. Pero si querría ser sensual... ¿Por qué querría?. No, ladeo la cabeza, seguramente ella sólo haya cogido el único camisón que quedaba en todo el armario. Eso le recordaba a que debía poner una lavadora de todos aquellos pijamitas inocentes de su hermana, y tirar ese a la basura.
Echo una mirada hacia abajo, ¿A la basura? ¡Ni un cuerno!
- Alberto
- ¿Si?
- ¿Estas dormido?- Preguntó
- No- ¿Dormir? Ahora no se podía dar el lujo de pensar en dormir.
- Te notó tenso- Dijo mirándole a los ojos- Si quieres me voy, no quiero molestarte- Hizo el ademan de irse.
- No- La sujeto del codo- No te vayas- Traslado su mano suavemente hacia su muñeca, intentado que pareciera de forma causal, el solo quería poder calmar su curiosidad.
Si, como imaginaba, su tacto era suave, tan suave como la seda. Entonces se empezó preguntando si sus piernas serían tan suaves, ¿Y su obligo? ¿Como sería? , sus pensamientos empezaron a subir lentamente desde donde los había dejado, incluso se dio el placer de poder mirar casi por cuarta vez debajo del edredón,  hasta que se obligo a mantenerse lejos de aquella zona.
- Cariño- Dijo Cristina.
- ¿Si?
- Porque sigues agarrándome- Pregunto inocente y divertida.
- Oh-  Se sorprendió, se había sumergido tanto en sus pensamientos que no había apartado la mano de ella- Lo siento.
- No si no pasa nada. Tú puedes tocarme todo lo que quieras.
Los ojos se le salieron de las órbitas ¿Qué había sido eso? una invitación al placer... no, no podía ser, negó con la cabeza, ella quería las cosas lentas, no quería precipitaciones, ella.... ella le había dado permiso. Sonrió. No, no lo hizo, dejo de sonreír.
Pero y si... pensó entusiasta. No, se respondió a si mismo...
¡¿Por que sus respuestas tenían que ser tan ambiguas?! ¿Le quería martirizar o que?
Aún así no iba a negarse acariciarla el brazo, y sólo el  brazo, se ordeno a si mismo.
Y con que ella volvió a notar la mano de Alberto vagar suavemente por su brazo volvió a sonreír.
¿Aquello era una buena señal no?. Aún así, su mano, dirigida por el mismísimo diablo, siguió su curso tranquilamente, subiendo asta su cuello. Fantaseo tantas veces por pasar su nariz por el arco de su garganta, y poder absorber su aroma, su esencia, que su excitación aumentaba sin límites. Quizás incluso podría probar con un mordisquito que otro y su piel se erizaría...
Claramente su placer le daría más aún que el sí mismo. Ahora podía entender lo que era hacer el amor con la persona que te gusta, ahora podía entender porque sus amigos sentían más placer al notar el placer de sus novias que el suyo mismo... y pensar aquello... sólo le produjo cosas malas.
Sin mirar a sus ojos por temor a encontrarla asustada se acerco a su cuello. Sólo quería probar su sabor, poder oler su esencia, poder besadla cada parte, poder mordisquearla.
La beso suavemente mientras notaba como la respiración de ella se entrecorto sorprendida.
- ¿Qué haces?- Preguntó dejándose llevar
- Probarte- Se sincero. Metió sus manos por debajo de su espalda para poder atraer la aún más a él. Sólo quería deleitar su gusto. Primero su vista, luego el tacto,el olfato, el gusto ¿Qué más le quedaba? Acaso ya no había ninguna escusa para poder continuar.
Notaba como casi ella ni se inmutaba, sabía perfectamente que le gustaba, que se sentía reconfortada entre sus brazos, pero ni siquiera llameaba de deseo y pasión como él. Y precisamente no es que no supiera como excitarla, sino que en su interior se debatía sobre si actuar o no.
Se sentía tan sólo. Se sentía como el malo de la película, el pensando en la desnudez de ella mientras seguramente ella planee que hacer mañana. Se iba alejar, estaba seguro de que debía alejarse. Pero le mataba ser el único que tuviera que reprimir sus ganas. Buscó una escusa.
Sus dientes, si, sus dientes estaban bastante celosos, no habían conseguido probarla directamente. Sonriendo subía asta su lóbulo, la saboreo y así fue cuando Cristina tenso su espalda como la cuerda de un arco al tensarla. Había dado en el punto clavo, lo sabía y además tenía la evidencia. Siguió allí durante unos segundos más, notando todavía como sus músculos no dejaban paso a relajarse. Y entonces decidió darle el placer a sus dientes, la mordisqueo suavemente, de forma tierna.
Se esperaba bastante que aquello la gustará de sobremanera, pero de lo que no estaba informado era sobre lo deliciosamente que sonó aquel jadeo involuntario que salio  de entre su boca.
Como no, todavía quedaba el sentido del oído, y hay lo tenía. Ahora era él el que se notaba tenso. Las manos de ellas se enredaron el cabello de él, sin darle tregua.
Por lo que siguió deleitándose con su cuello lentamente. Aquellos gemidos ahogados que soltaba de vez en cuando le excitaban cada vez más y más, dejando le con menos fuerza para alejarse de ella.
Bajo lentamente, besando le por los alrededores del hombro, asta que entre beso y beso la tira del camisón se descolo del hombro cayendo por su brazo.
Sabía que una vez que siguiera no habría marcha atrás. Pero ni siquiera se había dejado contemplar el reflejo de sus ojos, que habría ¿Miedo?¿Terror?
Estaba asustado sobre lo que se fuera a encontrar, sin embargo cuando subió besándola aún y se alejo un milímetro  se sorprendió de encontrar sus ojos en llamas.
Esta vez, cuando se encontraron sus bocas, fue tan diferente a la primera vez. Fue como un huracán  con fuerza y pasión, sin desgaste ni descansos, profundizándolo cada vez.
Su señal, fue la primera, y aquello se convertiría en una sucesión de causas imparables.
Ella cogió el pliegue de su camisa y más tarde le despojo de ella.
Las manos de Alberto se posaron en la pierna de Cristina, subiendo, notando cada curva de su cuerpo. Y entre que acariciaba su cuerpo de forma ligada su camisón subio asta quedarse en la alutura de la cintura de Cristina.
Las manos de ella también vagaron desesperadas por el abdomen de este y más tarde, mucho más tarde, se posaron indecisas en el empiece del pantalón de este.

Me gustan que las cosas transcurran lentas, Zas, paso por su mente como alma que lleva el diablo. No podía, no podía seguir. Sabia que después se arrepentiría de parar, pero ahora estaba pensando en ella. Ella quería las cosas suaves, con tiempo. Y aquello no era tiempo, ¡Se acaban de dar su primer beso!.
¡Se acabo!, ordenó a su mano, esta independiente de su cabeza, Ya para, Dijo formando un puño.
Lo único que le ayudaba es que sabía que estaba haciendo lo correcto. Pero cuando hizo el ademán de alejarse, ella le agarro más fuerte de su nuca atrayendo lo aún más. Y si antes con solo notar como algunas partes de su cuerpo le rozaba se excitaba, y ahora absolutamente todo su cuerpo estaba pegado al de ella, no sabría como parar.
Entonces le parecía irónico, igual que minutos antes se encontraba buscando escusas para continuar, ahora lo hacía para parar.
Iré al infierno, se dijo a si mismo, si no paro iré al infierno por arrebatarle la virginidad a una chica cuando ella no quieres, bueno si quiere, pero luego se arrepentirá. Además antes de que llegue al infierno mi abuela me matará a palos.
Si, mi abuela. Se estremeció.
-Para, para para- Dijo rápidamente, para que no le diera tiempo de cambiar de opinión.
- ¿Qué pasa?
- Debemos parar.
- ¿Porque?- Pregunto confundida
- Porque si no paramos ahora después será demasiado tarde.
- Lose, y es lo que deseo ahora mismo- Le atrajo a sus labios.
- Pero más tarde te arrepentirás- Dijo, dandose cuenta de las palabras e intentando volver a una temparatura más fría.
- No lo haré- Le volvió a besar.
- Si ¿No te acuerdas?, como se te ocurra tocarme sólo el dedo gordo del pie, te juro que te haré pedacitos y se los daré de comer a mi perro- La recordó
- Ah- Se sorprendió, alejandose de mi- Ya entiendo - Se sentó en la cama.
- ¿Qué entiendes?- Pregunto.
- Lo que pasa es que... ¿No te atraigo?
- ¡¿Qué que?!- Preguntó desconcertado- Cla- Claro que no es eso.
- No hace falta que mientas- Se puso triste.- Te dejaré dormir tranquilo- Intentó salir de la cama.

- ¡No!- La sujeto- No es eso, te lo prometo. ¿Que no me atraes? Pero como eres capaz de decir eso, con ese camisón infernal siento que ardo a cada minuto y...- volvió a cerrar sus manos en un puño- lo importante es que no quiero que te arrepientas.
- ¿Seguro que es eso?- Preguntó.
- Te lo prometo mi amor- La atrajo hacia su pecho- ¡Qué no me atrae! ay...- Suspiró- Si supieras cuantas veces eres el personaje de mis fantasías.
- ¿Acaso hay alguien más?
- No, sólo estas tú.




Cuando los primeros rayos de sol traspasaron la persiana Cristina se despertó, recordando que todavía no había llegado el fin de semana, todavía era ¡Viernes!. Miró el reloj, y se tranquilizó, todavía quedaba una hora y media para tener que entrar a clase. Apoyo su codo en la cama, y miró desde otra perspectiva a Alberto.
Era tan guapo, le gustaba tanto... y ella que pensaba que de verdad podría cumplir aquella promesa.
Se apoyo en su pecho de nuevo, trazando líneas invisibles por su  pecho. De arriba abajo y de abajo arriba.
- ¿Tienes hambre?- La preguntó sorprendiendola.
- ¿No estabas dormido?
- Deje de estarlo con que te apoyaste encima mía- Sonrió.
- Oh, lo siento.
- Anda besame.
- ¡Já!- se giró saliendo de la cama- Tengo hambre- Se quejó.
- Y yo quiero un beso.
- ¿Y tú eres caballeroso?- Se burló, saliendo de la habitación para sentarse en la mesa a esperarle, porque estaba segura de que iba detrás suya, y así era.
- ¿Qué quieres? ¿Tienes hambre? Tengo huevos, patatas fritas, panceta, zumo de naranja.
- Eyeyei ¿Donde vas con tanta comida? Acaso te crees que esta figura se mantiene sola.
- De acuerdo- Le rie la gracia- ¿Entonces?
- Lo mismo pero sin panceta.
- Como si hubiera cambiado mucho- Susurró.
- ¿Qué?- Preguntó ella.
- Nada nada.


Después él le tiró un trozo de patata y esta como la niña infantil que era se lo devolvió tirandole dos patatas, así asta que Alberto enrabietado le tiro la yema del huevo.
- ¡Mira como me has puesto!- Chillo furiosa.
- Oh valla ¿Y yo que?- Se miró.
- Pero tu no tienes que ir al colegio, ¡Ahora llegaré tarde por tu culpa!- Se puso de puntillas para llegar a su altura y mirarle irritada.
- Ya...- Dijo sonriente mientras sujetaba su frágil rostro entre sus manos y la acercaba a la boca. Se besaron, pero duro demasiado poco ya que Cristina se alejo enfadada aunque no tanto como hacia a penas unos segundos.
- No te creas- Le apunto con el dedo- que vas a arreglar todo siempre con un beso.
- De acuerdo- La sujeto de la cintura mientras la llevaba por el pasillo- Si quieres yo te doy el baño- Sonrió socarrón.
- Ah no- Se paró delante de la puerta del baño- Tu ya tuviste tu oportunidad- Dijo sonriente mientras entraba dentro y cerraba con pestillo.

Después como últimamente llevaban haciendo casi todos los días pasados la dejo al lado del colegio,  doblando la esquina, sin embargo esta vez se diferencio de las otras. Había un beso de despedida.
- Adiós princesa- Dijo Alberto mientras Cristina se bajaba.
- Adiós- Sonrió ella- Te espero luego, que no se te olvide.
- Ya.
Se puso mejor la mochila y miró la hora.
- ¡Oh mierda!- Susurró al ver que era la hora de cierre de las clases, además le tocaba con la dichosa Rocio, y si su padre volviese a recibir una llamada de ella quizás no tenga la misma suerte de la otra vez de haberla podido no contestar tres veces mientras su padre se fue a emborracharse.
Salió corriendo, abrió la puerta y después subió todas aquellas escaleras que se hacían interminables, con la respiración descontrolada llego al empieze del pasillo, sonrió. Y se metió en clase corriendo justamente por delante de Rocio la cual dejó pasar antes de que cerrase la puerta con la mala cara.
- Oh valla- Dijo cansada- Pensaba que no iba a llegar a tiempo y... Au- Dijo ante el brusco movimiento de su amiga tirando de su muñeca para que se sentará
- Lo siento- Sonrió Elsa despreocupada.
- ¿Qué te pasa hoy?- Dijo tocándose los muslos, todavía le dolían por la bruta de su amiga
- ¿Con quien dormiste ayer?- Dijo despacio, intentando meterle intriga al asunto y sonriendo.
- Con nadie, en casa, como siempre.
- No me lo trago- Se acerco a ella- Ayer llamó tu madre. Se había pasado por allí por la noche para pedirte disculpas y no estabas.
- A... ¿Mi madre?- Preguntó incrédula, llevaba sin verla un mes.
- Si, tu madre, cacho tonta. Ahora dime, venga, no seas mala ¿Acaso estuviste con Rub?- Subió un poco la voz provocando que los de alrededor la mirasen.
- Baja la voz- Dijo tapándole la boca- Y no, no estuve con el ¿Porque iba a estar con él?- Saco las cosas de la mochila, mientras la profesora daba su clase.
- Por las clases, quizás se extendieron más de la cuenta- Levanto una ceja de forma jugetona.
- ¡OSTIA!- Chilló de repente, provocando la mala mirada de la profesora.
- Ternandi, sal de clase.
- ¿Qué? no, no, por favor- Rogó- Lo siento, no volveré a interrumpirla.
- Salga
- Por favor déjeme quedarme, tengo tantas dudas...- Ni siquiera sabía porque tema iban.
Rub, pensó mientras la profesora de matemáticas la hablaba sobre algo, seguramente una regañina por la forma en como sus facciones se tornaban.  Todos estos días había estado tan concentrada en Alberto que se le había olvidado totalmente lo de sus clases, incluso ese día que Rub creyó que Alberto la estaba haciendo daño se le olvido totalmente ir a su casa... ¿Por eso Alberto se empeño tanto ese día con que me quedará más tiempo? , al fin decidió escuchar a la profesora pero esta ya se encontraba mirándola y al parecer esperando una respuesta, ¿Qué dijo?, rebobina, rebobina.
- Oh ya veo que si la montaña no va a mahoma, mahoma va a la montaña, me alegro
¿Qué mahoma?¿Qué montaña?¿De que hablaba?
Y justamente salvada por la campana o esta vez por su amiga San no tuvo que hacer como si la entendiera. Se relajo.
- Hombre como no, la señorita ferreti- Dijo Roció esbozando una sonrisa falsa.
- Lo siento por llegar tarde- Se disculpo.
- ¿Usted nunca cambiará verdad?- Preguntó mientras San elevo los hombros, Rocio miro su reloj- llega usted cinco minutos tarde a mi clase.
- Lose y lo siento.
- ¿Cuál es su escusa esta vez?
- Me quede dormida.
- Creo que se esta quedando sin pretextos, eso ya lo utilizo hace cinco días.
- Pero es verdad- Se quejó.
- Y veis aquí esta el ejemplo contrario. Mahoma no va a la montaña, así que finalmente toda la clase deberemos trasladarnos al lado de la casa de Sandra- Dijo en tono alegre- sarcástico provocando que toda la clase se riera ante su "broma"- Espere- Dijo cuando San metió un pie dentro de clase- Señorita Ferreti, como vuelva a llegar tarde a mi clase, no pasa nunca más.
Esta asintió y con el mismo aire melancólico y solitario de siempre se fue a sentar al lado de sus amigas.
- Y por cierto, os quiero separadas.
- ¿Qué?- Preguntó Elsa
- Lo que oísteis, pero no ahora, sino mañana.

La hora se paso volando, mientras tanto Elsa miraba por la ventana soñadora, como siempre fue ella. No atendía mucho a clase y se pasaba las horas pensando en él, preguntándose cosas que sabía la respuesta... ¿Vendrá hoy a buscarle?...
Mientras tanto Cristina era la única de las tres que atendía al profesor, ella copiaba los apuntes y después cuando llegaba a casa los pasaba a ordenador para enviárselos a sus amigas por un correo electrónico. Era ni más ni menos que la secretaria de aquellas dos vagas.
Y mientras Sandra como últimamente todos los días hacia, estaba garabateando un paisaje en la hoja del cuaderno. Antes hacia paisajes hermosos y bastante bonitos, sin embargo ahora se limitaba a retratar sitios solitarios y escalofriante, como la cárcel,  un parque abandonado en invierno... Aunque a diferencia de otras veces ahora su mente estaba en otra cosa.
Mahoma, la montaña, pensó para si, como era aquel refrán... ¡Ah ya! - Sonrió- Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña...
y entonces de repente se le ocurrió. Una solución. Llevaba días esperando a Pedro cansada en su cama... y nunca aparecía, quizás... quizás ella debía buscarlo. ¡Claro!
Por arte de magia dejo aquel negro sucio de lado y agarro el lapicero de color amarillo, a aquel paisaje le faltaba color...
Después sonó el timbre, y como siempre todos lo alumnos salieron disparados de las clases, con ganas de un descanso, aunque en la vida de Elsa y Sandra todas las horas eran descansos.
Estaban saliendo al patio cuando Elsa agarro a Cristina.
- Al final no me has dicho con quien estabas, Si no estabas con Rub.
- Estaba con Alberto.
- ¿El chico de Internet?
- Si, es muy guapo y majo y me gusta bastante.
- ¿Estas enamorada?- Pregunto esbozando una sonrisa.
- No se- Elevó los hombros.- ¿Como se sabe eso?
- No no lo estas- Sentenció  y al mirarla se explico para que la entendiera- dicen que cuando no sabes si lo estas, es que no lo estas.
- Bueno... quizás no he pasado con él el tiempo suficiente- Pensó. Su relación era corta pero intensa.
- En todo caso esta ahí Rub, creo que deberías disculparte.
- Después lo hago, en el banco
- Por si no te has dado cuenta ya no se sienta con nosotras
- ¿Ah no?- Se desconcertó
- No
- Bueno en ese entonces más tarde nos vemos, voy a hablar con él.
- Vale- Sonrió ¿Y ahora con quien iría ella? Bueno esta claro que con Sandra, pero hacia tanto tiempo que no hablaba con ella. Sólo estaban juntas por Cristina.
- Hola- La sonrió San sacándola de sus pensamientos.
- Hola- Dijo preocupada por el cambio de su amiga.
- ¿Qué tal te va con Alonso?- Y así, empezó su gran y larga charla....




- Ey, hola- Dijo Cristina acompañando a Rub.
- Hola- Dijo este sin mirarla.
- ¿Qué tal todo?- Pregunto pegándose más a su lado.
- Bien.
-A mi también me va bien todo- Sonrió entusiasmada.
- Ah- Contestó este. Y la miró, la miró tan fríamente que su sonrisa se desvaneció completamente... Quizás el si estaba cabreado ¡Pues claro! por que no iba a estarlo, quedaba en ir a su casa para que la diera clases y ella se pasaba la tarde con Alberto, ¡Claro que tenía motivos para estar enfadado!. Sin embargo reaccionó antes de perderle de vista debido a que se había parado.
- Oye espera- Le agarro de la muñeca y este giro como zombie. Como si no quisiera hablar con ella y le pareciera la chica más aburrida del universo. Eso la cabreo sin duda.
- ¡Pedro!- Se adelantaron sus amigos a Cristina- ¿Vienes o que?
- Si- Les dijo, después volteo la cara y de la misma manera seria la dijo- Ya si eso más tarde hablamos.
- No espera- Le sujeto del codo.- Te quería pedir perdón. Últimamente he estado un poco estúpida contigo. Se me olvidó que quedamos en que me dabas clases, de verdad lo siento- Dijo sincera.
- No tranquila, mejor.
- ¿Mejor por?- Pregunto arrugando la nariz.
- Por que así tengo la casa sola para estar con mi novia.
Aquello la dolió bastante y lo peor es que no sabía porque. Le había restregado tranquilamente lo feliz y lo mucho que follaría con su noviecita. Que prefería estar con esa chica que con ella, que...
pero ella tenía novio, si, ya tenía novio y las cosas de los demás no debería preocupar la, ella era feliz con Alberto ¿Si no?
Sin embargo, no pudo evitar las ganas de restregarle ella también que se lo pasaba mil veces mejor con su novio, pero cuando fue ha hablar Rub ya se había marchado dejándola totalmente sola.

A la salida fue cuando se dio cuenta de que Elsa tenía razón. Rub ya nunca las acompañaba a ningún sitio, había estado un mes absorta de su mundo... y ahora él estaba cabreado con ella...
- ¡Oh mierda!- Dijo Cristina- Se me olvida el libro de Latín en la taquilla. Adiós- Se despidió rápidamente de sus amigas, yendo a contra corriente de vuelta al colegio.
- ¿Entonces todo arreglado?-Preguntó Sandra a Elsa.
- Si.
- ¿Respetarás mis decisiones?
- Si- Dijo mientras ponía los ojos en Alonso- pero ya sabes lo que pienso al respecto- Y salió corriendo para tirarse a los brazos de Alonso. Saltó y con sus muslos enredo la cadera de él.
- Hola preciosa- Dijo entre beso y beso.
- Hola, te echado de menos.
- Y yo a ti- Siguió besándola.
- Jovenes...- Oyeron a una vieja que pasaba al lado de ellos, pero decidieron ignorarla. ¡El amor era así!
- ¿Qué tal las clases?- Pregunto mientras bajaba sus manos lentamente de la cadera de esta.
- Bien, me he arreglado al fin con Sandra y... ¡eh!- Le pegó.
- ¿Qué te pasa?
- Quita las manos de ahí si no quieres que se las de de comer a los tiburones- le amenazo, y este rodó los ojos apartando las manos de su culo.
- Hola- Sonó una vocecita a su lado mientras Elsa se bajaba y tocaba tierra firme.
- ¿Qué pasa?- Pregunto Elsa a Sandra.
- Quería hablar con Alonso- Y este se sorprendió
- Pues dime.
- ¿Sabes donde puedo encontrar a Pedro?
- ¿A Pedro? Pues la verdad es que ni idea, hace bastante tiempo que no le veo. Además no tiene buena pinta.- Arrugó la nariz
- ¿Qué quieres decir?
- Mira será mejor que te alejes de él.
- Lo se- Se puso seria- pero no me vas ha decir que hacer, así que si lo ves me avisas y punto- Se giro cabreada- ya sabré yo que hacer con mi vida- Murmuró a lo que nadie la escucho.
- Hoy es Viernes- Dijo contenta Elsa después de que Sandra se fuera, tomando de la mano a Alonso y comenzando a caminar.
- Ya.
- Y es día 18.
- Ya.
- de Noviembre.
- ¿Me estas intentando decir algo?- La miró.
- ¿No te acuerdas?- Preguntó indignada.
- No.
- Pues no te lo pienso decir- Se cruzó de brazos.
- Venga dímelo- La rogó.
- No, y sabes que, hoy no salimos juntos.
- ¿Por qué?
- por que mañana acaba tu prueba cacho tonto- Le da un suave golpe en el pecho.
- Ostias, es verdad- Se alegra
- Y que sepas que vuelves a estar en números negativos.
- ¿Que qué?
- Lo que oyes, deberías de haberte acordado de la fecha, así que ya te vale hacer algo pronto.
- Vale vale- Dijo parándose en la esquina, apoyándose en la pared- ¿Me das un beso?
- No, no te lo mereces.
- Sabes que no tengo problema en robártelo - Dijo atrayendo la hacia él y besando sus labios. Eran tan tiernos, tan suaves, y tan bonitos cuando no le insultaban. Había besado a tantas chicas, sin embargo con ella sentía que siempre era la primera vez.
- Ahora- se separó de él- deberás de poner más esfuerzo, este beso es menos cien puntos.
- A las seis te voy a recoger- Dijo asomando su cabeza por la esquina de la pared.
- Métete- Le ordenó cabreada, y este riendo se dio la vuelta.


Mientras esto transcurría...

Estaba alegre. Dejarte el libro importante en la taquilla no suele ser de agrado para los jóvenes  debido a que debían darse la vuelta y gastar energías. Sin embargo ella daba saltitos de alegría, mirando el suelo, pensando en cuando Alberto le venga a recoger y quizás tenga suerte y la pida de nuevo que se quedase a dormir, y quizás quien sabes, quizás pasaba algo... Además ella ya era grande y podía pensar las cosas, sabía que tenía que asumir la responsabilidad si luego la dejaba y no acababa siendo su único amor...
Y... de repente se choco con alguien con tan mala suerte que tropezó con la única maldita baldosa levantada de ese pasillo, y cayo de cara contra el suelo. Se mareo y pudo ver un montón de papeles por el suelo y entonces vio aquellas zapatillas azules a las que se había quedado mirando en el recreo, y las que odió.
- Maldito imbécil- Dijo lo bastante alto para que le escuchará- Haber si miramos por donde vamos.
- Serás niñata, haber si miras tu por donde vas por que...- pero se corto de repente al encontrarse con esos ojos azules que tanto le atraían y misterio escondían.
- ¿Por que que?- Pregunto enfadada.
- Por que a mi tampoco me gusta recoger...- y otra vez se paro, ¡oh mierda! le estaba saliendo sangre del pómulo, alargo su mano para poder acariciarlo pero Cristina le dió un zarpazo.
- No toques con tu sucia mano mi cara ¿De acuerdo?- Dijo sonando fría y distante.
- Espera- La paró antes de que se levantará del suelo, mientras todos los estudiantes seguían saliendo.
- ¿Qué quieres?
- Estas sangrando sangre- se preocupo.
- ¿Y que esperabas? ¿Que sangrará orchata?- Dijo haciendo el amago de nuevo de irse pero este la volvió a parar.- ¿Qué quieres ahora Rub?
- Mejor dicho- Sonrió, pero el corazón de Cris seguía igual de frío- que me querías decir en el patio.
- Nada, simplemente que lo sentía por si en algún momento pensaste que te correspondí al beso, porque tengo novio.
- ¿Qué?- Preguntó, reaccionando al fin.
- Si lo que oíste. Y que si no fui a tu casa todos estos días es porque me quedaba a su casa a dormir y se me olvidaba completamente que me estabas esperando- En verdad eso no era lo que tenía en mente decirle, pero después de su desfachatez ¿Qué menos iba ha hacer?
- Se que te gusto el beso, y se que te gusto- Dijo acercándose de cuclillas a ella, asta que se dio cuenta de que ya no había nadie en el pasillo y pudieron levantarse.
-No, no se que te hizo pensar eso, pero la verdad es que fue el peor beso de toda mi vida.
-Que graciosa- Sonrió naturalmente.
- ¿El que te parece gracioso?- Se cabreo.
- Que intentes mentirme.
- ¡No es mentira!
- De acuerdo- Se acerco aún más a ella- Entonces dejame quitarte esa idea de mi.
- ¿Cuál idea?- Preguntó nerviosa, mientras le observaba cada vez más cerca.
- Dame una segunda oportunidad- Dijo dos centímetros de su rostro, respirando su aliento- estoy seguro que te gustará- La atrajo hacia él, poniendo su mano en la mejilla de esta.
Mientras que en la cabecita de este surgían mil dudas. Ella quería, si, quería corresponderle, quería dejarse besar por él, pero no debía, ¡No! de verdad que no debía, ella tenía novio, y no quería conventirse en el montruo que tantos días odio, no quería parecerse a su ex- sin embargo auqel joven se lo ponía tan difícil, incluso su respiración le atraía a él. Cerró los ojos, dispuesta a dejarse besar cuando pudo escuchar por todo el pasillo su voz.
- ¡Te voy a matar!- Abrió rápidamente los párpados y giró la cabeza en su dirección. Tenía las manos en forma de puño donde se le podía notar lo tensa que tenía la piel, sin duda, estaba en posición de ataque. Corrió hacia ellos, y por un momento Cristina pensó que la iba a matar, pero... que tonta ¿Cómo se iba a referir a ella? Cogió a Rub de la solapa de la camiseta y lo elevó estrellándole contra las taquillas, en vilo. Este ya incluso casi se queda sin aire, pues más difícil fue mantenerse consciente después del puñetazo de aquel hombre tan robusto, que podía pasar fácilmente por guardaespaldas.
- Para- Cristina corrió agarrando la mano de Alberto, y este llevado por la furia tiró fuerte apartándola  Haciéndola caer de nuevo de cabeza. 
- Te voy a dejar sin vida- Dijo, pero justamente cuando iba a a estampar por segunda  vez su puño en el pómulo de este, pudo olerlo. Se mareo, y entonces es cuando analizo que había tirado fuerte de su mano, quizás lo demasiado fuerte para que Cristina cayera al suelo y se hiciera sangre, y quizás por eso se encontraba oliendo a aquel desagradable olor que desde siempre le producía nauseas.
Se giró, aún cogiéndole de la solapa, como si no quisiera que escapará si le soltaba. Aunque este poco podía hacer. Y entonces la vio en el suelo, mirándose las manos en las cuales tenía rasguños. Soltó al chico, produciendo que se cayera al suelo de golpe y salió corriendo donde se encontraba Cristina.
- ¿Estas, estas bien?- Dijo sentándose en el suelo- Deja que te miré- La cogió de la mano, pero esta la retiró bruscamente al momento.
-  No me toques- Dijo por segunda vez en aquel día, y a las dos personas importantes de su vida, su "mejor amigo" y su "novio".
-  Yo lo siento, de verdad no quería hacerte daño
- ¡Pero lo hiciste!- Le chilló. Ella sabía que era su culpa por haber querido que Rub la besará. Pero también estaba harta de aquel comportamiento de Alberto.
- Haber deja que te examine para ver en cuantos lados sangras.
- No- Se intento levantar, mientras le dolía las rodillas, miró, genial también sangran- No lo entendiste. No me refería al daño físico.
- Lo siento ¿De acuerdo? simplemente vi como ese bastardo malcriado intentaba besarte y... me descontrolé
- ¡Ya! pero es que yo ya estoy harta- Empezó a chillar enfurecida, mientras veía a Rub sentado en las taquillas observándola- ¿Entiendes? Estoy harta de tus celos obsesivos.
- Lo siento perdóname.
- No. Ya no Alberto.
- ¿Como que no?-Se entristeció aún más.
- Las cosas ya se han ido de las mano. De verdad pensaba que podíamos estar juntos.
- ¿Por que hablas en pasado?-La interrumpió.
- Pero veo que no. ¡Por dios! solo hace falta estar dos segundos con cada uno de nosotros para darse cuenta de que no pegamos. De que somos muy distintos.
- Ya, pero los polos opuestos se atraen.
- Ya- Miró al suelo triste- Pero también se hacen daño- Mostró sus palmas.- Yo no quiero príncipes  ni caballeros. Tampoco que me hagan el desayuno por las mañanas, y me habrán las puertas de los coches elegantemente. Nadie es mio y yo no soy de nadie más sólo mía. No me gusta el amor, ni enamorarme. Me encantan las películas de miedo mientras que a ti te espantan. Lo siento, pero esto tarde o temprano no funcionaría.
- Si funciona. Y funcionaba hasta que ese maldito niño se interpuso.
- Lo siento Alberto- Dijo abriendo la taquilla y sacando el libro- Pero esto se acabo, no podemos seguir así.
- No se acabo- La cogió de la cintura.
- Suéltame- Le pidió.
- No lo haré. Eres mía y no te voy a dejar ir ¿Entiendes?
- No te quiero- Mintió- Nunca te he querido. Simplemente vi que eras el prototipo que siempre quise cuando era pequeña, de verdad pensé que podía enamorarme de ti pero... las cosas no se pueden forzar- Noto como la mano de su cintura fue aflojando y aquello la motivó para seguir mintiendo- Nunca sentí nada por ti. Solamente te considero como mi mejor amigo, nada más.
- ¿Y lo de ayer?
- Sólo fue un beso Aberto.
- Si ya... y que me dices de lo de después
- Simplemente me gusto como me trataste y pensé que quizás mi primera vez contigo no estuviera tan mal- La mano de Alberto acabó desanclándose de su sitio, metiendo la en los bolsillos.
- No te creo.
- deberías- Dijo cerrando la taquilla y andando lejos de él.
- ¿Entonces por que decidiste ponerte ese camisón teniendo tantos pijamas inocentes?- Preguntó en alto, haciéndola girar.
- Alberto, no te esfuerces, esto nunca funcionaría.

Pero después de aquella respuesta su ánimo volvió a subir, ella si le quería, ella si quería estar con él. Sólo debía disculparse mejor, y dejar de ser de esa forma tan obsesiva. Ella pensaban que no tenían solución... ella ... ella estaba loca... porque sabía que el destino se encargaría de juntarles de nuevo, sino, ya se encargaría él.

En otro lugar de la ciudad...

Antes de salir de casa se había cargado a la espalda una mochila con cosas necesarias. Comida, bebida, el móvil, las llaves, un botiquín de primeros auxilios por si acaso lo necesitaría con Pedro y una linterna por si acaso oscurecía y por aquellas zonas no se podía esperar nada bueno, aún así siguió caminando.
Paso por tantas calles que parecía que ya se había desorbitado y se encontraba dando círculos y círculos. Todas las calles se parecían bastantes. Frías, podías incluso oír el sonido de tus zapatos chocar contra el suelo, y era un sonido tan desagradable, tan escalofriante. Con que entraba en aquellos barrios podías imaginar con cuantas cosas te encontrarías, y así era. Vio a mucha chicas ofreciéndose en plena calle, a la luz del día todavía. Otras empujándola con cierto asco por si acaso se la ocurría robarlas el trabajo. Pero ella no venía a prostituirse, sino a encontrar a Pedro y sacarle de donde se haya metido. 
Se lo debía, él era su amigo, no podía dejarle solo. Vio a drogadictos, fumetas, gente que se pinchaba.
Aquello era un horror. Había tantas caras, tanto sufrimiento. Le daban ganas de ayudar a todos, pero bien sabía que más de la mitad llevarían años enganchados a sus adicciones, y también sabía que les costaría bastante prescindir de tal adicción, incluso llegaría a matarlos.
Lo único que esperaba era no encontrarse a Pedro tan mal como todas aquellas personas.
- Cristina- Susurró alguien con voz ahogada. Esta se giro horrorizada por quien podría ser, ya había anochecido, y se le había olvidado traer una navaja por si las moscas.- Cristina, ayúdame.
Saco la linterna y apuntó al sitio de donde venía aquella voz y le vio, unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos al verle tirado en el suelo y de esa forma, pero se prometió ser fuerte para poder ayudarle.
- Hola pedro- Salió corriendo hacia él- Vamos a mi casa ¿Si?
- No, no puedo- Dijo retrocediendo de su ayuda- Solo necesito dinero.
- ¿Para que quieres dinero?- Pregunto desconfiada.
- No tengo comida.
- Vamos a mi casa y yo te haré algo de comer.
- ¡Cristina necesito dinero!- Chilló.
- Y yo te he dicho que no tengo ni te pienso dar asta que no estés mejor.
- Estoy muy bien- Sonrió.
- O bienes por las buenas o por las malas.
- ¿Qué harás?
- Si vienes te daré dinero.
- ¿Todo lo que te pida?
- Todo, pero antes necesito que vengas a casa.
- ¿Para que?- Desconfió ahora él.
- Mi padre a muerto.- Mintiió- Y te necesito.- Verdad.
- Yo solo te hago daño- Agacho su mirada.
- Eyeyei- Dijo tomando su barbilla.- Tú eres lo mejor que me ha pasado. Vamos, ¿Vienes?
- De acuerdo.

A la vuelta, algunas prostitutas se alegraron de que aquella joven se largará de su territorio así que por ello la sonrieron mientras llenaban a Pedro de tarjetas con sus números. Cuando por fin salieron de aquella zona, Cristina se relajo un poco. Después pidió un taxi y una vez en casa le acostó en la cama.
- ¿Qué quieres cenar?
- Nada, no tengo hambre.
- Necesito que comas por mi.
- ¿Por que?
- Tú solo acepta, así podrás arreglar todo el daño que me hiciste.
- De acuerdo, hazme dos huevos, patatas, tres lonchas de lomo y agua.
- ¿Todo eso?- Se alegró.
- ¿Quieres que pida menos?
- No, no- Se sorprendió y salió de la habitación.
Después cenaron en silencio, mientras, Sandra tenía más esperanzas con Pedro. 
- Bueno, me tengo que ir- Término Pedro cuando salió del baño y se volvió a sentar en la silla de la cocina
- ¿Me quieres?- Preguntó Sandra
- Si- Dijo Pedro- Pero debo irme y que me des dinero.
- Lo se, y lo tendrás todo. Pero quédate un poco más- Se acerco de él, masajeandole la espalda.
- Debo irme Sandra, yo no soy bueno para ti.
- Sabes- Le susurró en el oído, provocando que se estremezca.- todo el mundo me dice lo que tengo que hacer o no- Se giró sentándose encima frente a él.- y estoy cansada- Susurró de forma sensual- quiero por una vez hacer lo que yo quiero.
- ¿Y que quieres?
- A ti.

Este se acerco a sus labios con ternura. Ella siempre había sido tan buena con él, que no podía irse ahora que ella le necesitaba.La volvió a besar. Ella era genial. Con pasión. Ella era perfecta. La sujeto de la cintura mientras ella enredaba sus piernas en su cadera. Ella era simplemente preciosa. Ando asta su habitación. Ella era bondadosa. Se sonrieron. Ella era tierna. La volvió a besar. Ella era cariñosa y romántica. Dejo sus labios rojos. Ella era buena persona. La despojó de su camiseta. Ella era caliente. Le quitó la camiseta. Ella era generosa. La quito los pantalones. Ella era astuta. Desapareció su ropa. Ella era sensible. Desabrochó su sujetador. Ella era débil. Y entonces la quito su última prenda. Ella era plena y absolutamente sensual.


Cuando amaneció rodó hacia su lado izquierdo como en las películas. Palpo el colchón y al no encontrarle al lado se sobresalto ¿Se habría ido?. Miró alrededor por si acaso la había dejado una nota, nada. Se puso una chaqueta al cuerpo y salió a la calle con pijama. Entonces le vio en las oscuridad del parque de enfrente. La ira recorrió todo su cuerpo, no pensaba dejarle hacer aquello. Corrió en su dirección con ansias de saber quien cojones sera su maldito camello. Pedro se giro, sin embargo, Sandra llego a tiempo para poder ver como aquel asqueroso hombre empotrado le pasaba cocaína.
- Dame eso- Le dijo a Pedro.
- Sandra yo...
- ¡He dicho que me des eso!- Chilló eufórica.
- No puedo San, lo necesito, pídeme cualquier otra cosa.
- Si no me lo devuelves te marchas de mi casa.
- Vale... estaba esperando a que lo pidieras.
- Si te marchas- Le paró- No quiero que vuelvas a aparecer en mi vida, nunca más. Nunca más me buscarás, ni yo a ti, nunca más aparecerás por mi colegio, me dejarás en paz para siempre. ¿De eso eres capaz?
- No me hagas elegir.
- Lo siento, pero si mantenerte a mi lado es librarte de esa mierda, entonces, te haré elegir.
- No quiero tu ayuda.
- Me da igual, la tendrás igualmente. Acaso que no entendiste de que te amo y de que no soporto esto- Le señalo.- No soporto verte así. Dámelo ahora mismo.
Y para su sorpresa Pedro se rindió y le tendió aquella bolsita blanca.
- ¿Acaso es tu madre?- Se burlo el maldito camello.
- Y tu- Le miró con odio Sandra- No quiero que te vuelvas ha aparecer por estas zonas ¿Entendiste?
- Pero el me llamo.
- ¡Me da igual! le ignoras...- Después le pego un pisotón en el pie izquierdo y cogió de la mano a Pedro para volver a la casa.
Tiró aquella maldita bolsa al retrete. ¿Ella volverse una adicta a la cocaína? Ni de broma, ni siquiera lo había probado y ya lo odiaba. Después volvió al salón donde se encontró a Pedro con la mirada pérdida.
- Te quiero- Dijo Sandra sentándose encima suya.
- Esa bolsa... yo... la necesito cada vez más y...- Dijo mientras una lágrima cruzo su mejilla.
- Eyeyei, no llores- Dijo mientras saboreaba su cuello y le desabrochaba el botón del pantalón.
- ¿Más?- Preguntó jugeton.
- Todas las veces que haga falta para que yo sea suficiente en tu vida.
- Eres importante en mi vida- La alzó para llevarla en la habitación.
- Quiero que me necesites tanto- le susurró en el oído- Que te olvides de todo lo demás...


Más tarde en otro lado de la ciudad...

- ¿Y decías que aquí es donde estáis los amigos?- Dijo bajando las escaleras del cuarto de tuberías, en una de las urbanizaciones de las afueras del pueblo.
- Si
- Pues que asco- Dijo mientras pasaba por unas cuantas cortinas blancas que la impedía ver.
- Espero que te guste- Dijo abriendo la última puerta.

No era un gran sitio ni tampoco muy bonito. Es más todo era blanco, después había sábanas tendidas por hilos y se podía ver al fondo una mesa con velas. Sin embargo a ella le pareció la cosa más dulce y romántica que habían echo por ella.
- A veces dormimos aquí- Se rió señalando una cama que había.
- Oh- Arrugo la nariz. Se dirigió hacia la mesa y cuando iba a retirar la silla la mano de Alonso la paro.
- Déjame a mi por favor- Sonrió.- Bueno ¿Qué te parece?- Pregunto sentándose en su sitio, enfrente de ella.
- Es muy bonito- Alargo la mano en la mesa- gracias- y puso su mano encima de la de Alonso.
- Incuso te mereces algo mejor que esto- entrelazo sus dedos con los de ella.
- No creo que hubiera algo mejor que esto.
- ¿Tienes hambre? la comida la preparé yo.
- Oh valla- Se rió- ¿Quieres intoxicarme? -Pregunto con un tono burlon.

Trajo el primer entrante, ensalada. Aunque para ser una ensalada estaba bastante rica, o quizás es que el estómago de Elsa ya maullaba por comida. Después de "primero" macarrones y de "segundo" emperador. Mientras comían rieron bastante y no se quitaban la mirada el uno del otro. Alonso se había puesto un traje negro y la verdad es que andaba más atractivo que normalmente, mientras Elsa llevaba un vestido rojo que conjuntaba perfectamente con su cabello y lo hacía lucir incluso más rubio.
- Entonces... ¿Cocino bien o mal?
- Regular- Arrugo la frente.
- ¿Qué nota pondrías?
- Un... 7
- Vaya, más de la que me pusieron la última vez.
- ¿Quién?
- Los chicos, es que cada vez que venimos le toca a uno diferente cocinar.
- ¿Y que comida es tu favorita?
- ¿De verdad quieres saber eso?
- Si, me interesa todo de ti.
- Mmm- Pensó- Los canelones
- Un dia te los prepararé.
- ¿Sabes?- Dijo tomando de su mano apra levantarla de la silla.
- No pero por ti podría aprender- Y entonces surgió una leve música- ¿Y esa música?
- Bueno dijiste que querías saber todo de mi, pues esa canción es mi favorita.- La besa tiernamente mientras toma su mano y la pega a su pecho bailando de un lado a otro.
- Y supongo que también te gusta bailar.
- No.
- ¿Entonces por que bailamos?
- Porque contigo si me gusta.

Esta apoya su cabeza en el hombro de Alonso. Mira toda aquella habitación. Se nota que Alonso hizo todo lo posible para que aquellos tubos que inundaban la habitación no se vieran. Qué romántico.
Sin duda estaba totalmente enamorada de él, y estaba completamente segura de que nunca querrá alejarse de él. De que el a cambiado toda su vida. Absolutamente todo. 
Se aferra más fuerte, rodeando le con más ganas, sintiendo que ahora es la base de su vida. El es la idea principal de un esquema. Él se ha vuelto más que una necesidad. Más que un querrer estar a su lado...

Él se ha vuelto su vida...
- Te quiero- Le susurra en el oído.
- Y yo a ti.¿He pasado la prueba?
- Si- Rie- las pasado sobrepasandote incluso.
- Me alegro. Eso querrá decir que nunca dudarás más de mi.

Y entonces separa sus rostros para poder ver sus ojos y junta sus labios con los de ella. Con ternura, con amor, con delicadeza, y finalmente con pasión. Mucha pasión. Excesiva, Demasiada, incluso desmesurada. Se dejan llevar. 
Y sin saber bien como se encuentras en aquel asqueroso y mugriento colchón besandose como si de ello dependiera la vida en el mund. Como si fuera la última vez. Como enamorados...
Alonso besa su cuello, lo mordisquea produciendo cierto disfrute en Elsa. Después vuelve a las comisuras de su boca y se deleita de nuevo con sus labios. Su mano baja de su cintura y por primera vez llega a tocar aquel perfecto culo que nunca le había dejado tocar tranquilamente. Baja aún más su manos acabando por posarse en sus muslos, puede notar su piel caliente contra la suya, y aquella la relaja tanto. Después escala por debajo de su vestido llegando a su cintura.
- Espera para- Dice Elsa.
- ¿Por?- Preugnta este jugeton. Y esta no contesta.
Se moriría de verguenza si contestará. Desde pequeña su madre la hizo ver que ser virgen en una sociedad como en la de ahora no era para nada avergonzante, más bien era como un trofeo, como algo relamente valioso. Sin embargo ahora se quería patear la cabeza por no haber experimentado con otros hombres para poder producir mayor placer a Alonso. 
El no era virgen
Ella si.
Algo andaba mal. Se sentía tan nerviosa, además su madre decía que aquello debía de entregarselo a la persona que amaba, a que pensaba con la que se iba a casar.
¿Acaso ella se veía con Alonso en un altar? Ni idea...
Ni siquiera sabía ahora si el era el indicado ¿Quería recordar para siempre esta primera vez?¿ Quería que fuera él?
Además se sentía tan poca cosa a su lado. Él, que habrá visto miles y miles de cuerpo. Ella no era gran cosa. Simplemente era una rubia con ojos pardos, delgada, alta, con curvas, y para su gusto con un pecho quizás demasiado pequeño para su edad ¿Y si no le gusto?, se pregunto.
Seguramente el habrá estado con mujeres perfectas, aún más que ella... y aquello la hacia ponerse nerviosa y temblar de vez en cuando.
Mientras lo méditaba Alonso ya se encontraba desabrochonando su sujetador, y entonces no pudo callar.
-Para, para para- Dijo empujandole del pecho.
- ¿Qué pasa Elsa?- Pregunto esta vez más serio.
- Solamente para.
- ¿ Pero dime que pasa?- Estaba... ¿Cabreado?
- No pasa nada, simplemente necesito aire.
- ¿Aire ahora?- Se separó de ella- Mira nose lo que te pasa, pero llevo notandolo desde hace un buen tiempo. Nunca quieres profundizar los besos, no quieres que sean demasiado ardientes, no soportas que ande por tu cuello más de tres minutos, y tampoco me dejas tocar cada parte de tu piel que un sacerdote pueda ver pecaminoso. ¡Ni siquiera tu culo! Ahora soy tu novio, y creo que necesito una explicación.
- No es nada, enserio- Rehuyó de su mirada.
- Dimelo ahora mismo- Dijo mirandola fijamente.
- Es que, no es nada Alonso- Dijo mirando por donde podría escapar, sin embargo los brazos de Alonso rodeaban cada espacio que podría ser libre.
- ¿Acaso no te gusto? es eso, no te atraigo, no te excito.
- Alonso ¡no!
- Quizás no lo hago bien, ¡dime que es! por que desde el día que te dije que me moría por hacer el amor contigo me muero aún más, te deseo, y siento que ardo por dentro.
- Quizás lo mejor sea que me vaya- Dijo haciendo el ademán de irse.
- ¿Qué te vas? En todo caso me voy yo, nos vamos. Esto se acaba aquí, no puedo seguir con una persona a la que no le gusto.
- No espera- Le sujeta de la camiseta- Yo... el problema, bueno- Se toca la nuca.
- ¿Qué?- Dice el.
- Que soy virgen- Dijo de forma veloz y en un susurró. Ni siquiera sabía si el lo había escuchado y temía que tuviera que volverlo ha decir, sus mejillas se encendieron y la sonrisa de él la demostró que si la escucho.
- Virgen- Dijo demasiado alto para la comodidad de Elsa. Se levanto del suelo y recogió los platos, dejando estupefacta a Elsa, después volvió y se sentó con ella- Virgen- Volvió ha decir alucinado.
- ¿Qué? no piensas decir nada más- Este la miró a los ojos.
- Si, que cada día me enamoró más de ti- Y la volvió a besar.
- Entonces no vas a terminar conmigo.
- No- acaricía su mejilla- No sabes cuantas veces me he torturado por no haber llegado antes que el que oso hacerte el amor por primera vez, y ahora que tengo yo la oportunidad de ser el primer y único hombre en tu vida, no pienso desaprovecharla  Te amo Elsa, y te esperaré todo lo que haga falta- Y así terminó su gran noche, entre velas, acaricias, besos y más comodidad, porque ahora Alonso sabía todo de Elsa.

9 Comentarios:

Anónimo dijo...

me encantaa!! y ademas es muuy largo..lo que es genial!!
me he gustado poder saber de las tres historias!!
un besoo!! Ana

Anónimo dijo...

Me ha ENCANTADO!! Ha sido geniaal! Ya tengo ganas de leer el siguiente jijiji
un besitoo
ANNA

Pequeñas ilusiones(L) dijo...

wauuuuu increible!!
siento no haberte comentado antes en los tres capítulos que pusiste de maratón, pero es que no tuve tiempo porque el sábado no pasé por casa y el domingo estudiando -.-" así que me los he leído todos hoy!!!!! cuatro capítulos seguidos hoy ha sido un lujo!!! ^^
Y bueno qué decir de tu historia..., que cada día se supera que puff lo que transmites, que cada vez que leo cosas bonitas, se me eriza la piel, que cada vez que leo algo triste se me salen lagrimillas, que cada vez que alguno de tus personajes discute me enervo yo con el ordenador..., que simplemente es increíble :D
Y ahora refiriéndome al cap de hoy... ALBERTO SE VA HA TENER QUE ESFORZAR PARA ENAMORAR A CRIS!!, y ya te vale señorita escritora que acaben juntos ehhhhh ñañañaña, ¿sabes? quizás alberto me recuerda a un ex con él que estuve porque era igual de impulsivo que él y éramos dos polos opuestos y lo dejamos (bueno la verdad es que él -.- xD por nuestras diferencias, y siempre me he imaginado como sería si el se hubiese molestado en demostrarme que se equivocó pensando en que al ser tan diferentes no acabaríamos bien..., no sé siempre se me ha quedado esa espinita, y quizás tú con tu manera de conseguir a Cris me lo enseñes ^^
Respecto a San y Pedro, espero que todo vaya mejorando y que Pedro deje la droga y se porte bien con San :)
Y por último a Elsa y Alonso, me ha encantado *_* ¿!dónde puedo encontrar yo a un tío como Alonso¡? xD jajjajaaja me parecen súper tiernos
Bueno guapa ya no te aburro más un beso :)

María. dijo...

Tenias razon ha sido super intenso jajaja
Me ha encantado,sobre todo la parte en la queElsa le confiesa a Alonso que es virgen, y cuando Sandra ayuda a Pedro :))
Me encanta, Me encanta, a por el siguiente
BESOS

AE dijo...

Jajajaja como dije! jajajaja :)
ya a mi también me gusta mucho esa parte, aunque esperaba haber tenido más tiempo para hacerla jajaja pero bueno.
A por el siguiente ¡YA! jajaj :)
besoooss !

AE dijo...

Muchas graciaaas :)
no pasa nada hombre, lo que me pone feliz es simplemente que me leas y que te encima te guste :)
jajajajaja de carrerilla no? jajjaa
Muchas gracias :) enserio, ahora me entran unas ganas de escribir jajajaja. Si intento hacerlo lo más creible posible :D
pues si alberto se va a tener que esforzar. Pues si, sería una buena maner de que se te vaya esa espinita :D pero si, alberto pondrá todo de su esfuerzo para recuperarla.
Jajajajajaja todo al fin y alcabo se descubrira jajaja ya vereis como termina la historia, que cada vez la tengo más pensada :)
jajaja ya sabes que no me aburres ;) besooss!!!! :)

AE dijo...

jjajaja si dije que iba a salir muy largo jajaja y ahí esta larguisimo xD
ya, eso ha sido lo bueno de este capítulo, que he introducido las tres historias :)
un besoo !

AE dijo...

muchas gracias ANNA jajaja pues ya esta el siguiente !!! :)
besoooss !

María. dijo...

Jajaja ya tendras tiempo para profundizar en otraspartes :))

Publicar un comentario