Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Capítulo 16: destino vs casualidad

- ¿Has cenado bien? - Preguntó aparcando en un descampado.
- Si, gracias.
- No me des las gracias, realmente me ofendiste
- Ya te avisé.
- Ya, pero pensaba que era broma. Yo quería invitarte- Prosiguió melancólico.
- Ey- le sujeto el rostro- No hace falta que lo hagas.
- Pero yo querría, para demostrarte que voy enserio.
- ¡Já!- dijo socarrona- no creo que pagando mi cena demuestres que sea algo serio.
- Para mi si, mi padre me enseño a ser caballeroso.
- Bueno ya- Se separó de él- Pero no me gusta que me traten así.
- ¿Entonces eres de las que no esperan a que su marido le habré la puerta del coche?
- Exacto.
- Vale- Dijo abriendo la puerta y cogiendo unas pequeñas llaves dio un botón a la hora que cerro la puerta. Ella intento salir, dio empujones a la puerta pero esta no se abría, asta que se dio cuenta de que se encontraba cerrada.
- ¡Alberto!- Chilló, debido a que esos cristales estaban sonorizados, ella no podía ser escuchada desde fuera pero ella si podía escuchar lo de fuera adentro y además los cristales estaban camuflados por los laterales.
- ¿Qué?- Dijo el aproximando su oreja- No te escucho- Esbozó una sonrisa arrogante.
- ¡Alberto te juro que como no me abras te enteraras!
- ¿Qué?- Pregunto, divertido por verla gritar furiosa y no escuchar nada.
- Seras gilipollas ¡Que me abras!
- A ya- Dijo suponiendo lo que estaría diciendo- ¿Quieres que te abra verdad?
- Pues claro que si- bajo el volumen, aún así era bastante graciosa- Ábreme ahora mismito.
- Pero fíjate, que tus deseos son ordenes para mi- Prosiguió aun no habiendo escuchado lo que esta decía.
- ¡Que deseos!¡De que hablas! Soy claustrofobica, por favor ábreme- Dijo esta vez aterrada, y pareciendo débil.
- Lo que quiero decir, es que dijiste que no querías hombres caballerosos, entonces arreglatelas tú sola- Se giro, porque antes le hacía gracia cuando se encontraba chillándole como una descosida, sin embargo cuando ponía cara de angelito y parecía suplicar, no podía con ello. Se sentó en una roca cercana, que diera la espalda al coche, esperando el tiempo suficiente para que ella no volviera a querer que un caballero no la abriera la puerta, debería hacerse valorar a sí misma, y si no lo hacía, él ya estaba allí para darla un empujoncito. Pensó en la entrega de hoy día, aquel mundo no le gustaba nada, pero aún no podría salir de allí tan fácilmente, ni si le ocurrió que su amo lo dejase libre y sin daños si se atrevía a dejarle.
Después de diez minutos cuando se giro se encontró a Cristina apoyada en el asiento con la cabeza en el cristal, se asusto, pero probablemente o se estuviera haciendo la dormida, o quizás de verdad lo estaba ¿Cuanto tiempo se habría quedado allí pensando?
Se acerco y cuando abrió la puerta del copiloto, Cristina calló hacia el lado adormecida.
- Ey, lo siento, no pensé que te quedarías dormida- pero ella no hablaba ni reaccionaba- ¿Cristina?- Dijo acariciando su rostro- si esto es una broma no tiene gracia, mírame anda. Bueno pues nada- La soltó haciendo que por casi se cayera al suelo, asta que la recogió y esta vez más asusto comenzó ha casi gritar- Cristina, ¿que te pasa? ¿Cristina?




- ¿Donde estoy?- Dijo Crisitna cuando abrió los ojos y vio demasiados muebles desconocidos.
- Eyeyey- Dijo un chico, levantándose de la silla para pararla por el pecho.- donde te crees que te vas, será mejor que no te muevas.- Y pudo reconocer el rostro de Alberto
- Qué ha pasado- Dijo intentando recordar, y entonces sintió ese terror, se asfixiaba, notaba como le quedaba poco aire, se notaba aplastada- ¡Oh dios mios!- Gritó aterrorizada- Ayúdame,  ayúdame por favor- Grito a pleno pulmón.
- ¿Qué te pasa Cris?- Dijo abrazándola  sin embargo esta le daba pequeños y secos golpes para que se alejara, aquello solo la asfixiaba aún más.
- Quítate de encima, me estas ahogando.
- ¿Ahogando?
- Si- intento levantarse para salir corriendo a cualquier lado pero el la volvió a parar.
- Descansa- La ordenó.
- Alberto necesito salir- Dijo intentado levantarse pero aquel hombre era más fuerte de lo que pensaba- ¡¡Alberto!! déjame salir.
- ¿Qué te pasa?
- Necesito aire, me ahogo, me quedo sin aire, aire- Dijo al borde del desmayo.
- Vale vale no te desmayes- y empezó a soplar la.
- ¡¡Quiero aire, que coño haces!!
- Soplarte-Dijo de forma obvia.
- ¡Digo aire de verdad!- A lo que asintió encendiendo el aireacondicionado, ignorando que estaban en pleno invierno.
- ¡Eres imbécil o que!- Chilló histérica- Aire natural. Soy claustrofobica, sácame de aquí ahora mismo, me ahogo, ¡¡ SÁCAME DE INMEDIATO!!
- Espera que te cojo el abrigo.
- Que le jodan al abrigo, SÁCAME-  No sabía mucho que hacer, nunca había presenciado nada por el estilo ¿Quién podría haber adivinado que aquella joven era claustrofobica? aún así después de un pequeño lapsus de tiempo hizo lo que le ordenó y la cogió en brazos, salió corriendo asta la puerta de la calle, y una vez fuera, los músculos de Cristina se relajaron, inhalo por su nariz casi cien veces por minuto, sintiendo el aire puro y no contaminado, asta que al fin ella entera se relajo entre los brazos de Alberto. Después de casi diez minutos Alberto empezó a tiritar, lo que provocó que recordará Cristina que se encontraban fuera.
- ¿Te sientes mejor?- Preguntó asustado.
- Si- Supuró aliviada- mucho mejor. Sentía que iba a morir.
- Eso nunca lo permitiré
- Ahora bájame, por tu culpa paso todo esto- Dijo a la vez que tocaba el suelo y andaba hacia dentro de la casa.
- ¿Crees que es buena idea que entres?
- Si, ya me siento mucho mejor, además debo irme y coger mis cosas.
- No espérame aquí ya voy yo a por ellas- y cuando ella estuvo a punto de rechistar el ya había entrado y salido con todo en sus manos
- Muchas gracias, pero no tenías por que, ya iba a ir yo a por ellas.
- Sabes que lo hago con gusto. Además soy el culpable de todo lo que te ha pasado, lo siento tanto. ¿Como iba a imaginar que te aterrorizaba los espacios pequeños?
- Oye...- Dijo mirando el cielo.
- ¿Qué?
- ¿Qué hora es?
- Ahh, en cuanto a eso- Dijo rascándose la nuca- la una.
- ¿La una?¡La una de la noche!
- Si
- ¿ y por que no lo dijiste antes?
- Bueno quizás por que tenía a una persona al límite de un ataque de pánico, gritándome,  insultándome y pegándome-  Y Cristina se ruborizó.
- Lo siento, no quería- Fue a tocar su pecho, pero su mano se calló a medio camino.
- ¿Te llevo a casa?
- No. Llamaré a casa, para decirles que me quedaré en casa de una amiga a dormir, así mejor, porque si llego a estas horas me caerá una peor.
- Ah ¿Quieres que te lleve?
- ¿A donde?- Pregunto frunciendo el ceño
- A la casa de tu amiga.
-  Oh- quedó sorprendida- pensaba que lo habías entendido, quiero decir- comenzó a ruborizarse- no es que quiera hacer nada, ya me entiendes, te acabo de conocer y las cosas deben de darse a su tiempo- se ruborizaba más a cada palabra.
- Cristina ¿Por que estas tan roja? pareces un tomate- Se empezó a reír.
- No te rías- le pego.- ¿Lo habías entendido verdad?- Le fulminó con la mirada.
- Pensaba que no querías hombres caballerosos, un no hombre caballeroso no te ofrecería su casa para dormir.
- Pero tampoco llevarme en su coche a mi destino.
- Cierto- la agarro por la cintura- Anda vamos, que hoy rasca que no veas.

Después de todo el mal rato que habían pasado se compenetraban incluso más, había más sonrisas tontas, más palabras tontas, mas miradas tontas, es decir, más de enamorados. Le enseño toda la casa, y también la habitación contigua a la suya, la de invitados.
- Valla- Dijo dando ritmicamente al suelo con el pie- Es muy...
- ¿Blanca?- preguntó.
- Si. Las paredes blancas, el escritorio blanco, las sábanas blancas. Parece más bien un manicomio.
- Anda deberás estar cansada, será mejor que te acuestes. Por cierto- Dijo antes de salir por la puerta- si necesitas ropa más cómoda en el armario encontrarás, mi hermana a veces se queda a dormir.
- ¿Y eso?
- Normalmente es por discusiones con su pareja.
- Valla- se rió- al parecer no es siempre el hombre el que tiene que ir al sofá.




- ¿Qué haces aquí?- Preguntó Alberto a notar como una joven se metía dentro de su cama, y no cabía ninguna posibilidad más de que aquella joven fuese Cristina. No le desagradaba para nada su visita, pero no la esperaba, quizás si lo hubiera sabido, no se hubiese metido a la cama con solo calzoncillos.
- Tenía miedo, puedo quedarme a dormir contigo- pregunto asustada.
- ¿Miedo?- Levantó una ceja, dando a entender que eso sólo había sido una escusa para meterse en la cama con el.
-Si- Dijo con las mejillas ardiendo- ¿No lo escuchas?- Se giró mirando al gran ruido que hacia la persiana al chocar contra el cristal- Parecen pasos de gigantes, o un terremoto.
- Creo que ya me acostumbre. Si, puedes dormir conmigo.
- Pero como se te ocurra tocarme sólo el dedo gordo del pie, te juro que te haré pedacitos y se los daré de comer a mi perro.
- Eres taaan imaginativa.


-Alberto- Dijo después de un tiempo.
- ¿Si?- Preguntó casi dormido.
-¿Estas despierto?
- No
- Gira te anda
- ¿Por que?
- porque es de mala educación dar la espalda.
- ¿Ya?- Abrió un ojo una vez cambio de costado.
- Mejor.
- ¿Por que me da que vas a seguir hablando?
- Es que tengo miedo, ¿Me puedo abrazar a ti?
- Abrazarte a mi- Abrió los ojos de repente y subió una ceja.
- si- Le fulminó con la mirada- pero te vuelvo a repetir que como me toques te haré pedacitos y...
- Y se los darás de comer a tu perro- la interrumpió siguiendo la frase.- Ya lose.
- Hacemos buena pareja.
- ¿A sí?- Puso más entusiasmo esta vez.
- Me refiero a completar frases- se ruborizó, a lo que el sonrió.
- Me gusta cuando te ruborizas.
- A mi no. Sabes todo es extraño entre nosotros.
- ¿Por que?- Preguntó mientras la acaricia su suave pelo.
- Bueno, te conocí por Internet, después rechace una cita, sin embargo nos encontramos, nos volvimos a encontrar, y otra vez nos encontramos, ahora tenemos una cita, justo me entra el miedo que eso provoca que se me haga tarde para volver a casa, al final duermo en tu casa. Y como si fuese de una fuerza sobre humana que se burla de mis esfuerzos por mantenerme a una distancia prudencial acabo en tu cama.
- Ya te lo dije, el destino.
- O casualidades.
- Muy poco probable
- Pero no imposible.
- Al igual que el destino, no es imposible.

Tenerla tan cerca hacia que aumentasen sus ganas de besar sus labios, se acerco un poco, pero de pronto analizo todo aquello que le dijo.
- ¿Por que dijiste que una fuerza sobrehumana burla tus esfuerzos?- Preguntó desconcertado.
- Prometí no volverme a enamorar.
- ¿Estas enamorada de mí?
- No,- Se apresuró ha decir- pero tengo miedo por que se que si sigo adelante acabaré enamorada.
- ¿Y eso no te gusta?- Lo preguntó, aunque sonó más a afirmación
- No, por que me hice una promesa a mi misma.
- ¿Y a que viene esa promesa?
- mi primer novio se acostó con mi mejor amiga.- Dijo rápidamente.
- Oh- Sólo logró decir
- ya, "Oh", eso mismo dije cuando les pille follando en el baño del colegio.
- ¿En el colegio? No hay que ser muy listo para engañarte y encima en un sitio público.
- ya- Agacho la cabeza- pero yo nunca dije que el fuera listo.
- Obviamente no lo era.
- ¿Por que?- Pregunto mientras enredaba un mechón de su cabello en su dedo índice y lo miraba detenidamente.- Sabes cuanto tiempo me culpe por ello. Quizás si hubiera echo esto; quizás si hubiera dicho lo otro... 
- Lo es por haberte dejado ir. Además no debes echarte la culpa.
- Si, fue mi culpa. Quizás si le hubiera dado lo que una novia daría, no tendría que haberlo ido buscando.
- No digas eso, suena feo.
- pero es la verdad.
- Suena feo que te eches la culpa de algo que no has echo.
- Eso justamente hice, no hacerlo con él.
- Entonces es más que un tonto, es un estúpido- Declaró
- Desde entonces llevo sin novio.- Le ignoró-  Evitando a todo aquel hombre que pensaba que podría hacerse paso para llegar a mi corazón.
- Y desde eso.. ¿Hace cuanto?
- Bastante tiempo, quizás cinco años.
- ¿Cinco años llevas sola?- Se horrorizó,  sin poder pensar que ningún hombre se haya atrevido a seducirla.
- Si.

Otra vez un silencio, y otra vez las ganas de besadla aumentaban. Sus ojos le miraban, y quizás se lo inventaban pero pedían claramente un beso, se acercó despacio sin querer dar un paso en falso, después jugueteo un poco con uno de sus mechones... y cuando estaban a punto de besarse notó la fría mano de Cristina alejándole de ella del pecho.
- No hagas eso...
- ¿Es muy pronto?
- Si
- lo siento.- Y después ella se hizo un ovillo agarrándole...






- Y eso fue todo- Terminó de contar la historia Cristina.
Después de quedarse a dormir en la casa de Alberto, por la mañana se alegro bastante de verle tumbado al lado suyo, desayunaron juntos, y este le hizo reír varias veces a Cristina. Después cabezota como él era, se empeñó en llevarla al instituto y esta no pudo negarse por quinta vez en el mismo minuto. Cuando sus amigas la vieron salir de aquel coche y despedirse de un tío que aparentemente por lo poco que vieron tenía pinta de guapo pidieron explicaciones con la mirada, sin embargo los profesores estaban tan estrictos que no permitían ni siquiera que te regodearás en tu silla para buscar una posición más cómoda y hacer ruido, así que no le quedo de otra que contarlo en el patio, deprisa, por si acaso aparecía Rub.
- Entonces... ¡¿Le vas a dejar entrar en tu corazoncito de miel?!- Preguntó San emocionada.
- Shhh- Puso un dedo sobre sus labios- Se más discreta por favor, ya dije que no quiero que nadie se vaya a enterar.
- Pues si que es extraño- Mencionó Elsa anonadada.
- Ya, a ti todo te parece extraño- hablo San rencorosamente.
- Ya- Dijo Cris ignorando sus peleas de miradas- El dice que es el destino, que estamos unidos, yo creo que simplemente es la casualidad, aún así para no enrabietar ni al destino ni a las casualidades creo que ya he entendido que debo de conocerle.
- El destino... nunca había pensado en eso- Susurró- bueno- Se levantó de la mesa ausente- me voy antes a clase chicas, a la salida nos vemos.
- ¿Qué la pasa?- Preguntó Cris
- Nose, es tan rara.
- No digas eso- La regañó.
- ¿Qué pasa?- preguntó Rub mientras se sienta.
- Nada- Dijo San esbozando una sonrisa.
- ¿Entonces por que se ha ido tan pronto Elsa?
- Ni idea- Dijeron las chicas al unísono.
- he oído que alguien va a robar tu corazoncito de miel?- Se dirigió Rub a Cristina.
- Eh...- Empezó, sin saber por donde salir.
- Si- Se apresuró Sandra, si ella la metía en un lío ella la sacaría.
- ¿Y se puede saber quien es?
- mm mm- nego con la cabeza Sandra- en verdad era una ironía, ayer un tipo la trato caballerosamente y ella lo mando a tomar vientos. Ya pienso que no tiene corazón.
- Ey, que estoy aquí- Se hizo la ofendida, mientras después cuando Rub no miró, la guiño un ojo.


Como siempre se reunieron en la salida del aula, hablaron de muchas cosas pero esta vez Elsa era la que se mantenía al margen de toda la conversación. Estaba casi segura de que cuando bajase las escaleras Alonso estaría esperándola.  Se había tirado todas las clases restantes que le quedaban después del descanso pensando en el destino ¿Existía el destino? No lo sabía, pero estaba segura que si el destino existía la estaba avisando de algo, avisando de que su amor con Alonso quizás nunca será bueno. Nunca conseguían estar felices más de dos días, y conseguirlo durante un día ya un gran logro. Quizás después de todo... sus vidas  no valían para estar juntas. Quizás surgió un magnetismo entre los dos el cual al destino se le olvido controlar. Quizás quiere separarles, y de ser así ¿Por que?
Sin embargo cuando alzo la cabeza y vio que no la estaba esperando en el mismo lugar de siempre, se entristeció. Otra vez el destino había tomado cartas en el asunto, ¿sería ella capaz, un ser finito, un ser normal combatir contra tal fuerza sobrehumana? Ya incluso de tan solo pensarlo se le agotaban las fuerzas.
Pero algo le dijo que esperará y eso mismo hizo, se despidió de sus amigos y se quedo apoyada en la muralla que rodeaba el colegio.
Y como ella supuso después de quince minutos, cuando el colegio se encontraba casi vació el apareció.
- Hola- La saludo serio.
- Hola- Dijo sin entusiasmo.

Y se dio cuenta. Ella estaba barajando la posibilidad de acabar con esto, ¿Si tendrían a una innegable fuerza detrás suyo atormentándolos valía la pena?, otra vez el destino la había logrado mantener esperándole solo para poder cortar todo aquello. De raíz.
- ¿Qué te pasa? No entiendo por que estas enfadada, el enfadado debería ser yo.
- ¿Tú? por que.
- Ayer me dejaste en plantón.- ah, es verdad, pensó para si misma. Cuando su padre entro por la puerta al parecer había oído todos aquellos tonos del móvil y como estaba tan cabreado se lo cogió y lo escondió, chafando cualquier plan de Elsa.
- Lo siento- Dijo mientras miraba sus manos, como se hacían un revoltijo entre los nervios.
- ¿Te estas disculpando sin más?
- Si- Siguió con la mirada agachada.
- Eso no es propio de ti- Dijo pensativo.
- ¿Por qué?
- Porque siempre tengo que armar un escándalo para que se te escape de la boca un "lo siento"
- Bueno, esta vez no hace falta.
- Ya veo- Se le fue el cabreo y se acerco a ella, sujeto su barbilla y la alzo, mirando sus vidriosos ojos.- ¿Por que vas a llorar?
- Por nada- Dijo con voz pastosa mientras una lágrima caía- no estoy llorando.
- ¿Qué pasa Elsa? me estas asustando- Dijo preocupado.
- ¿Nunca te has preguntado por que nunca podemos estar juntos sin obstáculos?
- No.
- ¿Y por que no?- Dijo volviendo a agachar la cabeza.
- Por que al final acabamos combatiéndolos juntos. Me estas preocupando¿Qué pasa?
- Y si...- Dijo levantando la cabeza lentamente- y si llega un día que no podemos. Y si un día nos cansamos y decidimos estrellarnos contra todo. Y si nos cansamos de amarnos. y si...
- Shh- Puso su dedo en los labios de ellas- Eso son muchas suposiciones.
- Si, pero podrían pasar.
- Y podrían no pasar. ¿Sabes cuantas posibilidades hay de que un día me corte el dedo, me de un ataque de pánico, mate a media ciudad, y viendo que estoy solo me mate a mi también?
- pocas, muy pocas.
- Pues esas mismas posibilidades son las que tienen tus suposiciones. ¿De verdad piensas que algún día me acabaré cansando?
- Si.
- ¿Acaso tú si? por que yo no Elsa- Dijo volviendo a levantar su rostro de la barbilla.
- No lose... sólo se que antes de que me canse, tu ya no estarás.
- Nunca me cansaré de ti, y no... no quiero que pienses eso de mi. Te quiero de verdad, y no te miento cuando digo que nunca he querido a nadie como a ti. No se en que grado de enamoramiento estoy, porque nunca he estado enamorado, pero si se que cuando estoy a tu lado siento una paz que nunca he sentido, que cuando te beso es como estar en mi propio hogar.
- ¿Incluso cuando nos peleamos?
- No. Cuando nos peleamos siento el infierno, porque en esos momentos me mantienes tan alejado de tus labios, que ardo de dolor.
- Yo te quiero pero...
- Elsa- Dijo cortándola- Se lo que quieres decir, pero no te pienso dejar terminar nunca la frase.
- Deberíamos...
- No, no lo dejaremos si es por esa razón.
- Tengo miedo.
- ¿A qué? yo te protegeré
- Entonces protege me de ti.
- ¿De mi?
- Si- Dijo llorando abundante- por que cuando decidas que ya no hay nada nuevo que te atraiga a mi, te irás, ¿No lo entiendes? y yo me quedaré amándote, destrozada.
- Nunca me iré
- Si lo harás. ¿Por que no lo harías? seguro que con todas las chicas con las que has estado también sentías estar enamorado.
- Quizás...
- ¡Ves!
- Pero contigo es distinto.
- Dame una razón.
- Es distinto por que contigo me siento mejor. Tengo miedo de algún día cansarme de esto y que se acabe, porque no quiero hacerte daño. Sin embargo soy tan egoísta,  no quiero que nadie más que yo pruebo tus labios, ni que descubra cosas de ti antes que yo.
- Eso no es amor- Negó con la cabeza.
- No, pero creo que es un buen comienzo.
- Nose...
- Mira, mejor, no te comas la cabeza, yo nunca me iré.
- Prométeme lo.
- Te lo prometo- Dijo sellando aquel trato con un gran beso.
- ¿Y eso?- Pregunto esbozando una sonrisa.
- Bueno, alguien me enseño que los tratos se cierran así- Y comenzaron a reírse juntos.- Bueno y ahora que todo esta arreglado, me toca hacerme el indignado.
- ¿Por?- Le miró divertida, quitándose las lágrimas.
- ¡Por que me dejaste en plantón!- Dijo sobreactuando
- Oh- Se colgó de su cuello- Lo siento- Y se acercó a sus labios.

Esta claro, que nunca podrá olvidar que el destino estaba en contra de ellos. Pero también tenía claro que lo retará cuantas veces haga falta. Si no se pudo alejar de él ahora, ya nunca lo haría...

Cuando salieron del colegio...

- Algo bastante serio le pasa a Elsa- Comentó Rub a Cristina mientras volvían a casa juntos.
- Ya, luego le preguntaré por el Tuenti, esta muy rara.
- Oye... y... ¿Vendrás hoy a mi casa? por que ayer no viniste.
- Ah ya, tuve... asuntos personales.
- ¿Qué cosa?
- Asuntos personales- volvió a repetir- Pero si, estaré allí
- Vale- Sonrió.
- De acuerdo, pues adiós.
- Adiós- y cada uno eligió su destino.

- Hola- Dijo alguien agarrándola de la cintura después de haber doblado la esquina.
- ¡Eh! ¿Quién eres?- Dijo asustada intentado quitar las manos de aquel hombre de su cintura.
- ¿Quién voy a ser?- Dijo Alberto poniéndose delante suya, evitando que siga caminando.
- ¿Qué haces aquí?
- Bueno, fui a comprar unas cosas, y te vi ¿Quien era ese niño?
- Un amigo.
- No me gusta.
- ¡No te obsesiones!- Le pegó en el hombro- Además yo no soy de nadie- Dijo orgullosa.
- Eres mía- La agarro de la cintura y la atrajo hacia él, quedándose pegados.
- No soy tuya, soy libre- Dijo intentando zafarse sin éxito.
- Ay- Suspiró- Tú y tus cosas raras.
- Oye- Le volvió a pegar.
- ¿Me das un besito?- Dijo poniendo morros.
- Eres tan tonto a veces- Comenzó a reírse
- Venga solo un besito- Se acerco a ella con los morros.
- Pareces un besugo- Se rió.
- Oh que cosas más bonitas me dices- Dijo acercándose a ella aún más.
- ¡Quita!- Se quejo empujándolo, aunque seguía riéndose.
- Sólo un besito- Siguió con la broma.
- Eh dicho que no- Dijo poniéndose más seria, dando un paso hacia tras. Con ta mala suerte de que uno de sus pies se entrepuso entre el otro, y acabo tropezando. Aunque como se encontraba en los brazos de Alberto este reaccionó rápidamente atrayendo la hacia el.
Ahora la preocupación de Cristina no era caerse, ahora la preocupaba tenerle tan cerca...

6 Comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta :) ya me has dejado con ganaas de leer el siguieente jajajj
ANNA

Anónimo dijo...

me encantaa este y el anterior!! son geniales. ya quiero el siguiente xD
la ultima escena es suuper bonita!! Ana

Sandra dijo...

Me gusta mucho toda tu historia, me entere de que estas haciendo un maraton que bien que llegue en el momento oportuno.
Esperare el otro pegada al ordenador xD
bes

AE dijo...

Jajajajajjaa eso es siempre lo que pretendo, aunque en este no lo pretendía demasiado jajaja :)
a las seis lo publicaré :)

AE dijo...

Muchas gracias Ana :) jajajaja si a las seis estará listo seguro.
Ya jajajajaja la hice por que me pareció graciosa. En plan el otro poniendo morritos y la otra queriendo apartarle jajajaja.
besoos !

AE dijo...

jajajaja muchas muchas gracias por leerme y por todo, sobre todo por quedarte pegada al ordenador jajajaja.
besoosss ! :)

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