Prometo publicar más seguido en esta Semana Santa ! Espero que les guste el nuevo capítulo ;)

Capítulo 27: Humillaciones, reencuentros y parchís.

NOTA DE AUTORA: Bueno, hoy he obtenido la primera nota del año y he sacado un ¡8,7!; la verdad es que creo que nunca he sacado más de un ocho xD así que por las mil gracias de esperarme mientras yo me preparaba anteriormente para ese examen publico este capítulo, por eso, y por aquellas personas impacientes jajajaja que me han pedido que lo publicase hoy. Mil gracias por leerme




Se retuerce sobre si misma y con la punta de sus dedos se quita las legañas,entreabre los ojos y se asusta, se gira y mira a Alonso. No puede creérselo ¿Se durmieron en aquel mugriento banco?
Sus lágrimas amenazaban con abandonar su hogar y salir al aire exterior. Recogió lo poco que tenía y camino en dirección a la salida, mientras tenía que apartar cada una de las ramas de los arbustos que después la golpeaban por detrás.
Al fin salió al exterior y pudo ver alguna que otra gente por aquel parque, en el lado abierto. Sin saber que hacer, asustada y humillada llamo a su madre, era lo único verdadero que tenía, era la única persona que sabía que no la iba a fallar.
- ¿Cariño estas bien?
Contuvo sus labios para echar a llorar como la hacia cuando era pequeña y estaba sobre su regazo, su garganta se seco y  se sobresalto por culpa de aquel "si" que quería asomarse. Era una pregunta tan fácil de responder, pero parecía la más difícil.
- Cariño ¿Qué te pasa?- Se podía notar la voz nerviosa de su madre.
- Nada,  ¿Puedes venir a recogerme?
- Claro dime donde estas y en dos segundos estoy allí. te he echado mucho de menos.
- Yo también a ti- Dijo sin poder contenerse echando a llorar.
- Mi amor ya llego.

Se dispuso a andar por el parque y se miro sus rodillas sucias y su pelo enmarañado, no entendía nada y tampoco necesitaba recordar como sus manos "acariciaban" su piel, porque para ella más que caricias fueron golpes, sentía que estaba llena de moretones, y quería largarse de allí, quería no recordar a ese Alonso y que todo siguiese como siempre.
Ella no podía negarle el derecho de novio, ella... ella tenía miedo de que él se fuera de su lado y no le quedo otra que admitir, y lo peor es que sabía que nunca podría negarselo.
Un coche aparco delante suya, se levanto de aquel banco del que se había sentado sin tener sentido (con respaldo) y salió corriendo, su madre salió también del coche y se asusto de lo destrozada que parecía su hija.
- Cariño- Dijo una vez que la abrazó fuertemente, como cuando ella era su pequeña princesa.
- mama- Ahoga su voz entre el llanto.
Todo la había superado de sobremanera  ella... ella necesitaba una ducha. Ella... mierda, ella se sentía mucho más mal de lo que imagino ayer.
- Ya cariño, ya estas con mama. Tranquila
Pero no podía estarlo, había fallado a su moral y a la moral que su madre la educo.
Ella no estaba segura, y sin embargo a él no podía negarle nada. ¡No podía dejarle ir tan fácil! no ahora que estaba totalmente enamorada de él.
Abrazo más fuerte a su madre, sintiéndose como esa niña pequeña inocente y asustadiza. Sintiéndose débil, vulgar e insignificante.

En otro lugar, otra forma de pasar la noche vieja.


Sonó el timbre y se replanteo bastante sobre si levantarse de la cama, al final, con la mínima esperanza de que fuese él, abandono el calor de las sábanas y se levanto. Cuando abrió la puerta le vio frente a ella, como un cachorrito abandonado, y ella como la dulce señora que lo recoge.

Salto a sus brazos y sin querer saber lo que tuviera que decirla le lleno a besos entero.
- No te vayas por favor- Le suplicó sabiendo perfectamente que no debía.
Pero él no se iba a ir, él volvió para quedarse, para quedarse definitivamente.
- No pienso irme, tu eres mi hogar.

Y no, no fueron a la cama he hicieron el amor. No era porque Sandra no lo ansiase, era porque Pedro temía recordar aquella única vez que había tenido entre sus manos a la mujer más perfecta, Jenny.
¿Qué entonces que ahí? Nada. Egoísmo puro y duro, Cuando miraba Sandra se daba cuenta de su dulzura e inocencia, y no podía negar que una parte de él la quería, pero desde que se destapo los ojos, para él nadie ni nada era más valioso que su tierna Jenny.
Su madre murió cuando era pequeño y su padre estaba todavía encerrado en la cárcel por cometer una estafa. Él no tenía a nadie que le cuidase, Pedro estaba solo, tanto que simplemente se conformaba con su pequeña e inocente Sandra.

Después todo transcurrió bien, el padre de Sandra se quedaría trabajando toda la tarde y noche por un noseque de nosecuantos... así que estuvieron solos durante toda la tarde, mirándose  y recordando cada facción de sus rostros ya olvidada.
Sandra se sentía tan feliz, su "novio" había vuelto, por segunda, quinta o las veces que fueran,el volvió, y cuando dijo que no pensaba irse, para la sorpresa de ella misma, le creyó con el mismo valor de las últimas veces.
Le quería, pero le quería de verdad. Le gustaba estar con él, y no se veía en los brazos de algún otro, sólo veía su vida con él, con el hombre al que amaba.
Pedro se sentó en el sofá y Sandra a su regazo, mientras cerraba los ojos cada vez que la tierna mano de Pedro acariciaba una de sus ondas. Por fin todo había vuelto a la normalidad. Al parecer, después de la tormenta viene la calma, y ella, por desgracia o por suerte estaba dispuesta a pasar lo mismo las veces que hiciese falta para verle a su lado, sentados en el sofá y al lado del fuego, aunque estaba claro que ellos dos, no necesitaban nada para caldear el ambiente.
Más tarde prepararon la cena, la mesa, las uvas. Las tomaron juntos y se dijeron:
- Feliz año nuevo- Se abrazaron y besaron, asta que Sandra le miro perversamente y este entendió rápidamente sus intenciones.
- Sandra, mi amor, hoy no- Dijo mientras que ella le llevaba a la habitación, cerro la puerta y se giro para mirarle.
- ¿De verdad has vuelto? No me engañes Pedro.
- No te engaño.
- Te noto distinto- Dijo, acudiendo a sus brazos.
- Soy yo.- La abrazo e inspiro el aroma de su pelo. Y no, no olía a vainilla como el de Jenny, se desilusionó.
- Lo se, pero... estas distante y frío ¿Qué te pasa?
- Nada- Acarició su barbilla.- Nada que no pueda soportar- Susurro, sin que ella le oyera- mi amor, simplemente quiero pasar una noche durmiendo contigo.
- Si es lo que quieres- Sonrió- Durmamos juntos como los enamorados.
- A nosotros no nos hace falta actuar como enamorados.
Pero mentía, a él si le hacía falta.

Otra nochevieja...

- Feliz año nuevo- Dijo Isabella, la hermana revoltosa y juvenil de Alberto
Aquel día el padre de Cristina se encontraba tan extremadamente ocupado bebiendo alcohol y contándole su miserable vida, que decidió escaparse ese día de casa e ir a pasar la nochevieja con Alberto.
Estaban ellos dos, Isabella y su guapo novio. Por fin había tenido el derecho de conocer a aquel hombre que tenía que soportar con una Isabella infantil que no quería ver discovery. Reprimió una risita tonta mientras que este torbellino la abrazaba entusiasmada, después se alejó y felicito a los demás
- Venga, daros un besito- Dijo Bella, mirando a Alberto y Cristina.
Y como no, tenía que ser ella, la importuna.
- Él y yo... no
- No somo nada Bella, y para de destrozar la noche- La riño Alberto como si fuese más su padre que su hermano.
- Lo siento- Corrió a Cristina y la miro con sus ojos triste y arrepentidos, aunque aquella "chiquilla" era fastidiosa en ocasiones, era el ser más inocente y bueno que había conocido hasta ahora.
- No pasa nada Isabella.
- No me llames así- Frunció el ceño cabreada, otra característica: bipolar.- Sabes que no me gusta.- puso sus brazos en jarras, reclamándola algo.
- Lo siento.
- ¡No te arrepientas!- Se enfado aún más, y cuando estuvo a punto de seguir protestando su querido marido la interrumpió.
- Mi amor, ¿Me dejas desearla feliz año?
- Si- Sonrió, emocionada hasta los ojos- claro- Se aparto y se sentó en el sofá con una bol de palomitas, cruzo sus piernas a lo indio y en un minuto estaba muy concentrada en aquellos dibujos. Cristina ladeo la cabeza, nunca podía haberse imaginado una mujer tan... ¿Aniñada?
- Feliz año- Dijo Diego, abrazándola fuertemente, transmitiendo la seguridad, y sonrió. Estaba feliz de que un hombre como él, con esa planta y esa seguridad en sí mismo estuviese al lado de la inocente Isabella, porque ella necesitaba eso, alguien que pueda soportar su temperamento, y solo lo podría hacer alguien firme, tranquilo, y seguro.
Después Cristina se sentó de nuevo en la silla, al lado de Alberto. 
La mano de este acarició la suya y pudo sentir un sentimiento de tranquilidad que la invadió  pero ese era el efecto que él provocaba en ella, tranquilidad, tanta que a veces dejaba llevar sus pensamientos por direcciones erróneas.
Miró los labios de Alberto y sin quererlo recordó los fantásticos besos que él la daba.
- No te muerda así el labio- La regaño Alberto.
Soltó de inmediato el labio inferior ¿Cuando se lo había mordido? no tenía ni idea.

- ¡No que has hecho!- Escucharon la parejita detrás de ellos. Como no la querida hermanita de Aberto, Isabella, estaba discutiendo con Diego porque este la quito los dibujos animados y puso su querido canal discovery.- ¡Quita esa mierda!- Chilló enfurecida, vaya eso impresiono bastante a Cris.
- No, déjalo, esto te ayuda a culturizar- Digo firme, pero Isabella empezó a intentar hacer le cosquillas- No basta basta- Dijo intentando dar manotazos a sus frágiles manos, riendo- Vale pon lo que quieras, de acuerdo, pero para.


Cristina y Albert se giraron a la vez para volver a mirarse.
- Tú hermana esta loca.
- Ya- Sonrió Alberto tiernamente- Ella es así- Se encogió de hombros- Pero a mi me gusta como es. 
- Ya... es solo que...
- Se lo que quieres decir- La corto- Es bajita y delgada, con la tez blanca y el pelo y ojos marrones y te parece increíblemente guapa. Pero lo mejor es después, cuando la conoces mejor, y te das cuenta de su bipolaridad, de su mal carácter  de lo feliz que te puede llegar a hacer a veces, y de lo feliz que es con poca cosa, lo inocente que es y lo frágil que parece ciertas veces. 
- Si... parece tan...
- ¿Niña?-Levanto una ceja, a lo que Cris asintió- Si, tienes razón. 
Dijo mientras contemplaba como su hermana se quedo empanada viendo los dibujos, y no solo ella sino que Diego también.
- ¿No que no te gustaba?- Pregunto Alberto a Diego y este se sonrojo.
- Oye- Apago Bella la televisión, algo sumamente raro.
- Podríamos jugar al parchís.
- ¿Qué? no no no- Nego rotundamente Alberto.
- ¿Por que no?
- Por que luego te cabreas.
- Venga- Puso pucheros- Por fis hermanito.
Y este, no podía rechazar a los pucheros de una cara tan bonita.
- Oye- Se acerco Bella a Cris- Entonces mi hermano y tu... ¿nada?
- No- Negó.
- Que raro.
- ¿Por? Yo no lo veo tan raro, simplemente somos amigos, buenos amigos- Se encogió de hombros.
- No es que... bueno, no debería decírtelo  pero es que no para de hablar de ti. Esta todo el día jodiéndome hablándome de tus bonitos ojos y de lo mucho que le gustas.
- ¿Enserio?- Pregunto... ¿Emocionada?
- Si.
- Así que- Volvió el arrepentimiento a sus ojos- Perdóname por lo de antes, no debí intervenir.
- No pasa nada, no hay maldad- y esbozó una sonrisa. Él hablaba de ella.

- ¡Ya estoy aquí!- La saco de sus pensamientos Alberto.
- Yo el rojo, yo el rojo yo el rojo- Repetía Isabella dando saltitos y después amenazando a todo el mundo con la mirada. Sin embargo con que el tablero se abrió, Diego fue el más rápido y cogió el rojo.- Dame el rojo, me lo he pedido yo- Le aviso a Diego.
- Pero yo lo he cogido- Se encogió de hombros Diego sonriendo, sin duda, le gustaba enfadarla.
- Dáselo- Le dio una colleja Alberto. Y este obedeció.

Al principio era una gran tortura este juego, era aburrido y cansino. Nadie se comía a nadie y no pasaba nada que no fuese mover casilla, hasta que después de un rato los chicos comenzaron a mover mejor sus piezas y Alberto comía las mías y Diego las de su esposa, que como imaginareis esta le amenazaba con que el limpiaría los platos si no dejaba de comer sus piezas.
La verdad es que era bastante gracioso verles discutir y mirarse con esa mirada, esa que intimidaría asta al más atrevido. Se miraban con amor, con el de verdad, ese que no es celoso ni dañino, ese que es bueno, ese amor que te recorre todo él cuerpo. Si, eso era bonito pero intimidante.
- Ooooo- elevo la voz Isabella- Me ha tocado un seis- Y como nadie decía nada ella siguió restregandolo- ¿Sabes lo que significa eso querido?- Le preguntó a Diego- Significa que puedo o comerte, o seguir por otro camino. Yo seguiría por otro camino, pero... venganza
Aunque antes de moviese pieza Diego se acerco al odio de Bella y le susuro unas cuantas palabras, debieron de ser mágicas o milagrosas, porque Bella estallo en carcajadas, pero era otro tipo de risas que de las de siempre, eran vergonzosas y tímidad. Se miraron, y otra vez volvían a ser intimidantes.
- Chicos, dejamos el juego- Se echo a reir Bella y Diego la cargo en sus brazos. Se levantaron y salieron del salón.
- Malditos adolescentes- Nego Alberto con la cabeza.
- Eso..- Se quedo impactada Cris- ¿Eso ocurre a menudo?
- ¿Qué si ocurre a menudo?- Se rió- Lo peor fue el otro día que les encontré en el salón.
- Oh vaya- Y se sonrojo.

Se miraron, y volvió a surgir esa magia. A veces venía y otras se iba, pero esta vez estaba permanente. Se recodaban, recodaban cuando eran unos locos enamorados que se morían por besarse.
Ahora mismo sus labios escocían sin los del otro, si... ardían.
Sin querer pensarlo más Cristina sujeto el rostro de Alberto y se acerco asta tocar sus labios y saborearlos. Al principio era un beso tímido, como caricias suaves y lentas. Si, era... era quizás intimidante del amor y cariño que transmitía. Era gloria. Y después se fue tomando más pasional, mejor. 
Cristina se acerco a esta él y se sento a horcajadas encadenando la cadera de él, y este como simple hombre se dejo llevar por el deseo.
Se separaron cuando no podían respirar más, y se miraron llenos de deseo y lujuria. Aquello incluso hacía daño a los ojos de Cristina, temía hacer una barbaridad por la pasión, le deseaba ahí y ahora. 
- ¿Me amas?- Preguntó de repente, confundiendo al joven.
- Si, nunca lo he dejado de hacer.
Y esas simples palabras fueron la clave para juntarse más a él, para darle permiso de cualquier cosa, de cualquier acción. 
Alberto esbozó una sonrisa rápida para luego volver a los labios de ella y la llevo asta la habitación , donde se tumbaron en la cama.
- ¿Estas... estas segura de esto?- Jadeo.
- Te amo- Respondió de sobra a la pregunta.
- Y yo a ti.
Siguieron besandose, con necesidad y desesperación. Este la despojo del vestido y Cristina se puso nerviosa a la vez que emocionada ¡Valla nunca había quitado un traje a un chico! Y al rato rió internamente, mejor dicho, ¡Valla nunca había quitado la ropa a nadie!

De repente se oyeron jadeos en la otra habitación y Cristina sin poder reprimir más su risa, cogió esa escusa para reír fuerte.
- ¿Con que inocente eeh?- Pregunto Cristina.
- Bueno, nadie es tan inocente para no amar a la persona que te gusta.
- Nadie- Dijo, dejándose llevar por las palabras mientras Alberto subía y bajaba por su cuello dándola besos y mordiscos.
Siempre la dijeron que tu primera vez era como estar en las nubes. Pero ella sentía en el infierno y a la misma vez en el cielo, era un placer-dolor que le gustaría repetir encantada con aquel joven con el que minutos antes se había dado cuenta de cuanto le quería.
Cuando el sol se asomo por la ventana para vigilar la se despertó  Estaba encima del pecho de Alberto y aquel sentimiento de tranquilidad seguía invadiéndola. Temía moverse y despertar a Alberto, pero tenía unas ganas inmensas de hacer pipi. Cuando se levanto pudo sentir un gran dolor hay, bueno ya sabéis, hay abajo. Ffue al baño, y ya de paso desayunaba.
Cuando entro por la cocina vio a la inocente Bella, por cierto, ya no tan inocente para sus ojos, desayunando. Y esta, sonrió como si nada.
- Con que no eráis nada...- Susurró 
- Bueno..- Se puso nerviosa- no lo eramos asta ayer.
- Oh vaya, eso aclara todo- Dijo poniéndole énfasis y avergonzando a Cris.
- Oye una cosa- Dijo mientras se hacia la leche- Se puede saber lo que te dijo Diego antes de marcharos- Sonó la leche, que ya estaba caliente y se sentó con ella.
- ¿De verdad quieres saberlo?- Levanto una ceja traviesa. 
- mm.....- se encogió de hombros dudando.
- Dijo, que si no prefería comerle a él antes que a la pieza.
- Ohh- Se tiñeron sus mejillas de un rubor adorable mientras mojaba la primera galleta.
- Y bueno, de ahí en adelante lo sabes todo- Se rió ¿tímida?

Después hablaron un rato más, asta que el bostezo de Bella manifestó que todavía tenía sueño y se fue ha acostar con su marido.¿Ella y Alberto se cansarán? Ladeo la cabeza al instante, era demasiado joven para pensar en esas cosas.
Cuando entro a la habitación vio a Alberto levantado y quitando las sábanas, le miró extrañada y él la sonrió.
Pero todo cambio cuando vio manchas de sangre en sus sábanas.
-Oh dios mio- Se llevo las manos a la cara, estaba segura de que el rubor se había extendido por su cara de manera tan impresionante que estaría totalmente roja
- Ey- La abrazo Alberto.- ¿Qué pasa?- Y Cristina abrió un poco los dedos para poder mirarle mientras seguía tapándose el rostro.- Si es por eso, no te preocupes.
- Mira todo lo que hice- Dijo señalando las sábanas- te las estropee...
- ey- La sujeto del rostro ahora descubierto- ha sido la mejor noche de mi vida.
- Y la mía pero....
- Ya me empezaba a preguntar : ¿Cuanto tiempo pasaría asta que te dieses cuenta de que estábamos echos el uno para el otro?- Dijo pasando de las protestas de ella.
- Si, ¿Como no lo sabía?- Ironizo mientras movió la mano con desinterés, fingiendo.

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